El control de la información: un nuevo imperialismo

Share

En el paisaje digital contemporáneo, los nombres de Donald Trump, Elon Musk y la empresa Meta (anteriormente conocida como Facebook) se han convertido en sinónimos de una nueva forma de imperialismo, una que no se basa en las conquistas territoriales sino en el control de la información, en la modulación del discurso y el control oligopólico de la tecnología: una amenaza ya no velada, sino directa y explícita, a nuestra democracia, que empezó con las injerencias en el Brexit, continuó con golpes de Estado en Brasil, Bolivia y Venezuela y hoy anticipa una campaña de restauración ultraderechista en el propio seno de la UE.

La era de los GAFAM (Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft) y otras grandes tecnológicas de Silicon Valley plantean en este sentido un reto político y un cambio en el paradigma del poder, donde el imperialismo se ha digitalizado y el Príncipe de Maquiavelo actúa como empresario de sí mismo fuera de las estructuras democráticas del Estado nación. La capacidad de moldear la realidad social, política y económica a través de la tecnología concentrada en el complejo industrial-militar del Pentágono es el principal peligro que corren nuestros sistemas de representación. El mismo Biden lo ha reconocido en su último discurso. Mediante el control de la narrativa, la capacidad de definir lo verosímil, los marcos de comprensión y debate, y una suerte de privatización del espacio público digital, las plataformas de origen estadounidense redefinen las reglas del juego y deliberación democrática, despliegan un poder nada sutil que afecta a la política interna y el sistema internacional de Naciones Unidas, tal y como vemos en la guerra de Gaza donde operadores como Facebook o Twitter actúan como cómplices activos y necesarios del sionismo en la guerra de exterminio contra el pueblo palestino.

Los recientes movimientos de X y Meta, eliminando toda forma de control y regulación, incluso interna, del sesgo del algoritmo y la manipulación de informaciones e imágenes, representa una vuelta de tuerca a la lógica disruptiva de la comunicación de la era Trump o Fox News, marcada por el aceleracionismo y la producción de imágenes falseadas de la realidad sin los filtros tradicionales de los medios de comunicación. Este fenómeno no es nuevo, pero ahora se reivindica como legítima la conformación de un ecosistema informativo y un modelo de mediación social y política donde la verdad se disputa en un terreno de “hechos alternativos” y noticias falsas. Este cambio de escalada y visión de los principales actores de la comunicación-mundo tiene consecuencias no solo en la convivencia de culturas y corrientes de opinión, tal y como se está observando en Estados Unidos, sino que afecta sobremanera a la sostenibilidad de la información comprometida por la velocidad y a la viralidad del contenido digital y que además requiere ingentes recursos naturales que incidirán en el expolio de países como Argentina o Brasil que contienen recursos estratégicos para sostener la carrera sin futuro de la innovación tecnológica.

En el contexto de la presidencia de Donald Trump, la ecología de la comunicación va a experimentar cambios significativos, afectando la manera en que se gestionan los recursos naturales y cómo se aborda la transición digital en un escenario geopolítico internacional que trata, desde la Casa Blanca, de retornar al unilateralismo y los tambores de guerra. De algún modo el Pentágono y Silicon Valley nacen, viven y permanecerán alimentando la espiral de la barbarie y la muerte. El fenómeno de la infodemia, término acuñado para describir la sobrecarga de información, especialmente la falsa o engañosa, ha sido un rasgo distintivo de lo que algunos denominan tecnofeudalismo y en cierto modo es verdad, pues como explica Naomi Klein, la doctrina del shock y la aplicación de las medidas de acumulación por desposesión del capitalismo financiero que acompaña la transición digital de estas compañías requiere el aislamiento psicológico y social de los actores sociales. Este ambiente informativo tóxico no solo favorece las ínfulas imperiales de figuras como Elon Musk, sino que impone un “yugo invisible” que además de acumular riqueza logra moldear eficazmente la realidad social y política percibida, imponiendo agendas de terror y desinformación sembrando divisiones y distracciones varias, alejando al público de los asuntos esenciales y de los intereses en juego de Wall Street. Así, al tiempo que nos entretienen con la dialéctica de la inmediatez y la confrontación, se oculta a la opinión pública la malversación de los recursos naturales que la IA y los servidores de estos gigantes tecnológicos requieren para su mantenimiento cuasi monopólico que favorece la desregulación absoluta, que la UE y algún que otro gobierno como el de Lula intentaban frenar para garantizar el normal desarrollo de la actividad de estas corporaciones desde el punto de vista del derecho.

Bien es cierto que la IA se aplica y puede contribuir a optimizar la explotación de recursos naturales, y analizar y predecir patrones climáticos y de uso de la tierra. Sin embargo, la falta de regulación puede conducir a un uso y abuso insostenible de estos recursos. Por lo que además de un problema político de amenaza a la democracia tenemos un problema de ecología política, de ecología de la comunicación, en términos de cómo la política energética y medioambiental puede afectar el desarrollo de tecnologías informacionales y la gestión de recursos naturales a largo plazo.

La transición digital ha sido un campo de batalla geopolítico desde la irrupción de Trump en la escena pública. La visión de Trump sobre la ciberseguridad, la infraestructura de 5G, y la privacidad de datos han marcado un nuevo capítulo en la competencia global, donde la tecnología se convierte en un medio para imponer agendas políticas y económicas directamente conectadas con el rearme de la industria militar estadounidense y la expansión de la OTAN. Este enfoque ha tensionado las relaciones internacionales, especialmente con potencias tecnológicas como China, poniendo de relieve cómo la tecnología afecta la geopolítica en la era digital mientras personajes como Musk actúan de ariete central en el debate sobre el imperialismo digital a través de empresas como Tesla y SpaceX. La visión del nuevo estratega de Trump de una internet satelital con Starlink deja en evidencia que tenemos un problema grave en la UE de soberanía digital y acceso a la información, áreas que antes eran dominio exclusivo de los estados. De ahí que debamos plantear en el debate público nacional quién controla la infraestructura digital, los servidores, la red de satélites, la Unión Internacional de Telecomunicación y el gobierno de Internet, en términos de seguridad nacional y de democracia de las relaciones internacionales. En otras palabras, la respuesta a esta dinámica imperial, destituyente y oligárquica de los GAFAM y Estaos Unidos pasa por mayor regulación, la defensa de la privacidad y la soberanía digital, y la promoción de un espacio digital que sea verdaderamente público y democrático. La vigilancia y la crítica de estas dinámicas son esenciales para salvaguardar la democracia en el siglo XXI.

La adaptación de la cultura digital para la creación de lo común con garantías normativas e institucionales es la única forma de no retornar a tiempos oscuros en forma de era tecnofeudal. Es tiempo para la acción y no para mimetizarnos y responder a golpe de tweet. La política por otros medios es el remedio a esta hipermediatización de los señores del aire. Nos va la vida. Literalmente.

Autonomía política andaluza e izquierda plurinacional

Share

Todo ciclo político y coyuntura está siempre atravesado por contradicciones y diversos conflictos de índole económico y social que determinan, contextualmente, las vías de acción y las alternativas electivas. Si algo define el actual momento histórico que vivimos es el ser un tiempo-encrucijada, un momento que, para bien o para mal, definirá la salida de la crisis institucional y de acumulación en España y el seno de la UE, bien reforzando los derechos y libertades públicas o, como se observa tras las elecciones europeas, con el retorno de formas de gobierno reaccionarias y autoritarias.

En clave local, el punto de partida o el estado de la cuestión en el que se acomete esta coyuntura política es notoriamente adverso. El ciclo electoral negativo de SUMAR y la falta de definición orgánica y operativa, sin plan estratégico y con déficits significativos en la toma de decisiones y proyección de la plataforma de encuentro y articulación de las alianzas de izquierdas constituyen hoy por hoy un lastre para una alternativa de progreso en nuestra tierra. De hecho, las elecciones europeas se saldaron con un mal resultado y la pérdida de un respaldo ciudadano considerable, en Andalucía, particularmente, y en el conjunto del Estado, de forma notoria. Esta pérdida de apoyo ciudadano se da además en un contexto de repliegue de la izquierda y de avance de la extrema derecha en Alemania, Polonia, Austria, Países Bajos, conformando en el Parlamento Europeo una correlación de fuerzas favorable a las tesis ultra liberales y reaccionarias, lo que se traducirá en una política económica en materia monetaria y fiscal, como en temas sensibles como la migración o las políticas de transición ecológica, claramente desfavorables a la agenda contemplada en la anterior legislatura por la Comisión Europea. En este marco, además, la única opción de diputado de Andalucía con voz en el Parlamento Europeo, que con IU siempre se había contado hasta ahora, se ha perdido, siendo uno de los territorios históricos del Estado español sin proyección en las instituciones comunitarias.

Pero no todo han sido retrocesos políticos en la era Meloni/Orban/Macron. La victoria en Francia del Frente Popular abre una veta de exploración que interpela a las fuerzas de izquierda europeas y dibuja un escenario complejo de contradicciones y también de apertura del campo de posibilidades que conviene tomar en consideración en la evaluación del estado de la cuestión política y social en Europa.

En el caso no obstante de España, la referencia también de la excepción ibérica, está siendo minada por la acción destituyente de la derecha y la oligarquía económica tanto como por la deriva, por activa u omisión, del PSOE en la estrategia de vuelta al bipartidismo, sea en materias estratégicas como la renovación del poder judicial, o las políticas de vivienda, o en la propia negociación de los proyectos de ley con las distintas fuerzas parlamentarias. Y el voluntarismo de la razón legisladora con desprecio de la tradición, el sentido práctico y la memoria partidaria hace difícil una salida del enroque en el que está la legislatura y en particular la izquierda. En este marco, hay que afirmar una propuesta política que defienda:

  1. La igualdad territorial de Andalucía y su protagonismo en el proceso de construcción del Estado federal. Andalucía presenta los peores datos en cuanto a tasa de paro, renta y pobreza, con diferenciales, con respecto a la media del Estado, que persisten en el tiempo por su carácter estructural. Tenemos un nivel de renta 25 puntos inferior a la media (hay Comunidades como el País Vasco y Navarra que duplican nuestro poder adquisitivo) y tenemos una tasa de paro diez puntos superior a la media. Sin contar que, históricamente, sufrimos lastres deficitarios en los servicios públicos fundamentales (sanidad, educación, asistencia social y dependencia), cuya nivelación debe garantizar el sistema de financiación autonómica (SFA).
  2. Un nuevo sistema de financiación autonómico proporcional, equilibrado y solidario. Andalucía, junto con otras comunidades del sur, ha de liderar la propuesta de reforma del sistema de financiación autonómica. Como sujeto político de primer orden, nuestra comunidad puede encabezar una propuesta transformadora y progresista que contrarreste la deriva de que España se divida entre los privilegios de las Comunidades ricas y una recentralización en el resto del Estado. Tenemos el derecho y la obligación de exigir una relación equitativa entre las Comunidades Autónomas (nivelación horizontal), y entre estas y el Estado central (nivelación vertical). Para garantizar la equidad territorial y social, es preciso actualizar el Sistema de Financiación Autonómico (SFA), aprobado en el año 2009 por un plazo de cinco años, considerando que este sistema afecta gravemente a Andalucía, al marcar grandes diferencias entre comunidades en financiación por habitante ajustado, especialmente si incluimos a territorios cuya excepción foral es histórica (País Vasco y Navarra). Resulta en este sentido cuando menos paradójico que una fuerza parlamentaria plurinacional como SUMAR no lidere un modelo federal integral. Vivimos inmersos en una realidad mestiza, marcada no solo por la plurinacionalidad, el plurilingüismo y la multiculturalidad inherente al Estado español, sino también por una asimetría territorial, donde algunos territorios ejercen de fuerza centrípeta atrayendo hacia el centro los recursos, mientras que otros no pueden garantizar los derechos de ciudadanía más elementales; y una asimetría política en la conformación de las estructuras del Estado, con una administración local infra financiada y demasiado a menudo desatendida, a pesar de ser la primera línea en la lucha contra la vulnerabilidad extrema en que vive una parte importante de la población. Por ello ha llegado la hora de poner fin a tales desequilibrios y carencias empezando por acabar previamente, como condición, con la opacidad del sistema foral, a fin de garantizar que se acercan los resultados del sistema excepcional de fiscalidad a los del común, e integrar a las comunidades forales en un mecanismo general de nivelación. Al tiempo que es preciso exigir el cumplimiento del acuerdo del Parlamento andaluz alcanzado por consenso en marzo de 2018, que estableció en 16.000 millones de euros anuales la insuficiencia financiera del sistema autonómico para Andalucía.
  3. La condonación de la deuda. Mientras el gobierno central tramita y aprueba un nuevo SFA, es preciso que Andalucía reciba un fondo transitorio de compensación económica. Y que se active la Comisión Mixta de Asuntos Económicos y Fiscales entre Estado central y Junta de Andalucía. Estas medidas de carácter urgente no pueden esperar otra legislatura. Es preciso aumentar de inmediato las inversiones estructurales para el desarrollo de una industria verde, infraestructuras ferroviarias, como el corredor mediterráneo y los servicios de cercanías, rehabilitación de edificios, energías renovables, digitalización de las PYMEs, Cooperativas y Autónomos, etc., alterando la inercia de concentración de las inversiones en los territorios con mayor renta a causa de la dinámica político-electoral. En este sentido, es preciso potenciar el Fondo de Compensación Interterritorial, incrementando significativamente sus cuantías y estableciendo una base de cálculo que le otorgue estabilidad, para fortalecer los mecanismos de convergencia de forma que cumplan el fin con el que fueron creados, que no es otro que favorecer la convergencia entre las Comunidades Autónomas que lejos de lograrse, se ha disparado en dirección opuesta en las dos últimas décadas.
  4. Una segunda transición por la autonomía política y la integración territorial federal. El actual Estado de las Autonomías no ha podido corregir que España siga siendo un Estado muy desigual, territorial y socialmente, y en ocasiones como estamos observando con el lawfare y el procedimiento judicial, un Estado fallido y retromoderno. Una estructura federal republicana debe corregir la desigualdad y articular un proceso de integración y modernización, en el sentido regeneracionista que Joaquín Costa y otros referentes liberales proyectaron en su momento para nuestro país. Tenemos ejemplos en Europa como Alemania donde las diferencias de renta entre los Lander del oeste y del este eran enormes y, sin embargo, en el transcurso de unos pocos años se ha ido produciendo una notable convergencia entre ellos. Y desde plataformas ciudadanas como la Asociación Diálogos Andalucía Cataluña se viene afirmando, desde la sociedad civil, la necesidad de abrir diálogos diversos, a nivel académico, cultural, periodísticos y sindicales que contribuyan a una transformación integral y unitaria del Estado. Cabe recordar que Andalucía, como Cataluña, comparte:
    • Una historia con problemas y movimientos sociales parecidos, aunque con estructuras sociales diferentes.
    • Estructuras familiares, comunitarias, empresariales y laborales entrelazadas por los movimientos migratorios y por la pertenencia a un mismo mercado.
    • Con posiciones relativas diferentes, compartimos la condición de comunidades periféricas o, en otras palabras, no-centrales, respecto a ese gran centro que en que se ha convertido Madrid, sin olvidar que entre las dos sumamos en torno a un tercio de la población y del producto interior bruto de España.
    • Ambas hemos tenido una relevancia importante, aunque desde posiciones también diferentes, en la conformación del actual modelo territorial de gobernanza de España y estamos llamadas a tenerlo en posibles reformas futuras.

La construcción de un espacio de diálogo que contribuya también al debate sobre el modelo de Estado que, de acuerdo con la Constitución, sea el más inclusivo posible para las diferentes sensibilidades territoriales de nuestro país, es una prioridad política para la izquierda andaluza. No solo para que nuestra comunidad tenga voz y cumplir con los previsto en el nuevo estatuto de autonomía sino para transformar España en un modelo republicano federal avanzado y coherente con los retos que marca el contexto europeo y global en el que tiene que operar.

En la era de los fondos buitres, y del capitalismo financiero y de plataformas, es preciso desplegar una reflexión sobre las contraposiciones, los desniveles y la dialéctica de la contradicción centro-periferia, trascender el supremacismo y las dinámicas corporativas que dominan aún en España para dar forma a un proyecto común ilusionante y progresista, plurinacional y democrático. Hoy por hoy, es preciso, conociendo la historia de España y la coyuntura política comunitaria, empezando por el ascenso de la extrema derecha en Italia, Francia o Alemania, la articulación social de un frente común ante la reedición de la historia como farsa propia de una forma decimonónica de conformación política que de un tiempo maduro de proyección en el siglo XXI. La clave para ello está en oponer la democracia al autoritarismo, sea democratizando aparatos represivos del Estado como la Guardia Civil o desmantelando el suntuoso gasto militar inapropiado, como avanzando en la democracia económica y social. Lamentablemente, en estos momentos, en la izquierda, no se percibe una acción política estratégica ni ninguna luz intelectual, ningún programa de trabajo, interés y voluntad de concentración con vistas en salir del actual enrocamiento o letargo. De hecho, cualquier idea o programa afirmativo con voluntad antagonista es bloqueado, en el interior, por ausencia de debate, y en el exterior por inacción o falta de organización de los sectores populares, que aun así participan en movimientos sociales como la Marea Blanca en defensa de la sanidad pública o la Marea Verde de la educación.

Bases políticas para un frente amplio andaluz

Andalucía es diversa, no homogénea, compleja y no la pura estereotipia uniformada por los medios propios y ajenos. La imagen del sur ha sido prescrita por el discurso dominante del orientalismo. La matriz colonial de dominación de nuestra tierra, el imaginario de Andalucía, de los románticos ingleses y los viajeros franceses, el bandolerismo y folklorismo del XIX identifican la otredad andaluza en el marco representacional del exotismo africano. Una representación de la cultura andaluza como irracional, premoderna y ancestral que nos posiciona en un escenario prepolítico, sin mediación ni representación autónoma posible. Los propios medios andaluces reproducen y amplifican esta lógica discursiva exotizante de la cultura andaluza negando la dimensión material, barroca, de la abnegada simbología de la cultura subalterna que constituye la voz Andalucía Libre. Así, la estereotipia en Canal Sur y los medios de referencia (ABC, Grupo Joly, Cadena SER) aún hoy replican como modelo de negocio las imágenes de la mascarada o inversión de la creatividad de la cultura popular andaluza. Dada esta situación de la matriz hegemónica que nos subalterniza o margina como periferia, parece lógico constatar la urgencia de nuevas narrativas de la patria andaluza, de la identidad nacional y de las luchas pasadas y presentes en defensa de los derechos socavados y la igualdad desde Andalucía. Frente a la imagen deslocalizada y objeto de captura mercantil que la oligarquía económica y las burguesías catalana y vasca han favorecido, es tiempo de ensamblar un proyecto colectivo que confronte con el relato neocolonial del turismo y articular alianzas entre la España plurinacional y la España del interior, la abandonada y la rural, impulsando la necesaria descentralización mediante la procuración de nexos en común.

De la islamofobia al desprecio de las culturas subalternas, la dinámica de exclusión de la voz de Andalucía por la oligarquía y en el seno de la izquierda debe ser superada como marco dominante de mediatización de la información política y la representación por el que se viene imponiendo el espíritu pusilánime de la cultura replicante rentista que ha dominado la cultura en Andalucía. La cuestión es qué queremos prefigurar, aprovechando el proceso de transición y reunificación de la izquierda que tentativamente representara SUMAR. Una primera tesis de partida es que, parece evidente, es hora de imaginarnos un nuevo papel histórico, una razón de ser distinta. Esto es, hemos de definir cómo construiremos el espacio común de articulación y unidad de las izquierdas andaluzas para proyectar un proyecto propio, autónomo, al tiempo que arrojar luz del camino a seguir en la construcción de una alternativa federal reformista y democrática en todo el Estado.

Los actores que conforman el espacio político de POR ANDALUCÍA, y antes ADELANTE ANDALUCÍA, acumulan una historia de luchas y frentes culturales que han de servir de memoria y punto de partida. Históricamente, la izquierda andaluza ha liderado proyectos singulares como Convocatoria por Andalucía e IU. Ha demostrado su constancia y competencia en la defensa de los intereses de las clases trabajadoras tanto a corto como a largo plazo, en Andalucía y desde Andalucía para el conjunto de las personas trabajadoras en España, Europa y el mundo. Este capital político no debe ser el alfa y omega de todo proyecto innovador, obviamente. Pero sí el punto de partida de toda propuesta de construcción colectiva siendo conscientes que la centralidad del trabajo y la vida, la organización de masas, la unidad popular, es prioritaria frente a cierta idea kitsch, pragmática y pospolítica que el ciclo del 15M ha venido marcando en la última década. La construcción de una alternativa nacional-popular en Andalucía, la definición de un bloque histórico de progreso pasa, en este sentido, por la autocrítica de la deriva institucional que ha marcado el rumbo, sin consistencia, solución de continuidad y proyecto estratégico en nuestra tierra de tal deriva política. Pensar el Frente Amplio Andaluz ha de empezar por reconocer que formamos parte de la tradición emancipadora del movimiento obrero y popular, del andalucismo de izquierdas, de los nuevos movimientos sociales y de las luchas por la Democracia, la Autonomía, la República y el Socialismo. De esta tradición extraemos las experiencias de las conquistas y avances y de los fracasos y derrotas, cuya piedra angular ha sido la relación entre la izquierda y la democracia. Las conquistas y avances se han logrado desde la lucha por la democracia. La política emancipadora se construye desde la base del binomio democracia para la transformación, transformación para la democracia. Democracia como medio para la transformación social y como fin, como valor universal en sí misma, para el empoderamiento de las personas y de las comunidades sociales y, en consecuencia, cuando afirmamos que nuestro norte es el sur es porque se asume esta voluntad constituyente de emergencia del pueblo andaluz como sujeto histórico con plenos derechos y toda su potencialidad liberadora. Asumida esta idea, desde Andalucía, y desde una perspectiva andalucista, federalista y de izquierdas, consideramos necesario participar con perfil propio en la construcción de un nuevo proyecto de país. Defendemos la necesidad de un sujeto político andaluz, expresión de una izquierda emancipadora y un andalucismo democrático que sume, multiplique y construya un bloque histórico de forma transversal y flexible, articulando las diferencias y lo que tenemos en común. Una garantía, no exclusiva, pero sí importante, de democracia real y de enraizamiento en nuestra tierra, es la inclusión de personas independientes en las listas electorales; personas que han de ser candidatos y candidatas con fuerte arraigo, reconocimiento y prestigio social, capaces de ser vehículos de la voz de un nuevo sujeto político andaluz en el Congreso de los Diputados. Pero este movimiento pasa por abrir la organización a la interlocución y decisión colectiva mediante procedimientos participativos y democráticos, con democracia radical y pluralismo. El buen gobierno para el buen vivir, para la vida buena, no se construye con organizaciones centralizadas y jerárquicas ni con la mera adición de formas partidarias. El principio esperanza solo se despliega con movilización social. Si el socialismo es el movimiento y proyección de lo real en la historia, esto requiere abrir el campo y los canales de interpelación a la gente común, más aún cuando el ruido mediático y la parálisis de las direcciones partidarias se limitan a contar lo hecho sin pensar ni proyectar públicamente lo por venir.

Va a ser necesario, en otras palabras, coser, tejer con el lenguaje de los vínculos y soñar cantando auroras que es posible ver en el horizonte andaluz una alternativa de futuro con criterio y con pa/ciencia. Esta apuesta es, a nuestro juicio, más que nunca prioritaria, porque, según las leyes de la propaganda, dato no siempre gana a relato, y en la sociedad de las cuentas con los cuentos termina imponiéndose la sinrazón, el discurso del odio que se ha instalado en una cultura nacional, históricamente atrabiliaria y algo cainita. Pero España no es diferente, y sin hacer transhistoria, podemos observar que el discurso del odio se extiende de EE.UU. a la Unión Europea, del Norte al Sur global, aunque sea la extrema derecha quien trolea, planifica y alimenta esta política antisocial que en el fondo es el pogromo restaurador del capital financiero y sus arietes: las big tech. De ahí la necesidad de tejer, de coser y del amor, del cante con el cuerpo que flama en la alegría de vivir y resistir. Una posición diametralmente opuesta a la práctica de los sufridores, que decía Correa. Vindicamos aquí una lógica contraria a los odiadores profesionales porque es tiempo de aprender a construir espacios de comunicación con confianza y no tóxicos. En otras palabras, hemos de apostar por la autonomía política, los derechos sociales, las libertades públicas y un proyecto federal, unitario, popular y referente para el conjunto de los actores políticos del Estado.

En nuestra tierra, junto a la pobreza y desigualdad que la concentración de la tierra ha alimentado por la oligarquía y el caciquismo, pervive una rica acumulación cultural y una capacidad intelectual y creativa luminosa, aunque elitista y marginal. No hay una organización de la cultura popular. Existen ateneos, academias, empresas culturales de gran proyección, pero no industria y canales que fluyan en el conjunto social sin depender de los centros político-económicos del norte o mesetarios. Y conviene que nos demos a la tarea de capilarizar un movimiento-plataforma de la izquierda andaluza que sea mucho más que una coalición de partidos.

La definición de un proyecto de Frente Amplio exige desplazamientos no propiciados en la dinámica electoral dominante en la izquierda andaluza en el último ciclo. Parece evidente, a la luz de los hechos, que la apuesta por un movimiento político-social de base popular como alternativa de gobierno y de proyecto para nuestra tierra pasa por avanzar:

  • De la fuerza centrífuga a la dinámica centrípeta.
  • De las coaliciones a los frentes culturales.
  • Del Parlamentarismo a las luchas sociales.
  • Del titular y la pantalla al antagonismo y la lucha de clases.
  • De la política de gestos a la intervención efectiva.
  • De la dinámica representacional a la dinámica constituyente.
  • De la cultura selfie a la cartografía y mapeos culturales.
  • Del quiasmo a la crítica y la autocrítica interna.
  • De la descoordinación y aislamiento a la unidad y organicidad política.
  • De la independencia partidaria a la corresponsabilidad.
  • De la flexibilidad orgánica a la articulación unitaria.

En esta línea, nuestro compromiso en la campaña del 23J y las propuestas asumidas por la Plataforma de Apoyo a SUMAR en Sevilla definió un horizonte de progreso que, en términos epistemológicos, conceptualmente, y en la acción política, priorizó algunas ideas que han de conformar el marco de referencia teórica para la definición del frente amplio andaluz:

  1. La apuesta por un proyecto estratégico pensado desde el sur y desde abajo, desde la vindicación de una mirada decolonial al proceso de subalternización y dependencia de Andalucía en el conjunto del Estado español. En la cuestión meridional, en la obra de Antonio Gramsci, tenemos un dispositivo conceptual, una posición epistémica radical y un método analítico que nos ayuda a comprender los problemas en los que hoy aún estamos inmersos, en términos de lo colonial, de dialéctica centro-periferia, de lo subalterno y de construcción de un bloque de transformación nacional-popular. Gramsci llega a discutir en Pasado y Presente un proyecto de confederación mediterránea entre Cerdeña, Sicilia, Cataluña, Islas Baleares, Andalucía y otros territorios que hoy cobra actualidad si pensamos la excepción ibérica y la deriva otanista de la UE. Pero más allá de eso y concretando la encomienda que los sectores populares, militantes y electores demandan, es hora de concretar una síntesis progresista, andalucista y transformadora desde dicha matriz y posición.
  2. La innovación del modelo de organización híbrido para garantizar la participación y elaboración colectiva de los militantes y la ciudadanía identificada con el proyecto político del frente amplio es una condición en este sentido. Es preciso una plataforma de integración multivalente, ciudadana, que vaya más allá de la forma coalición para definir un movimiento político social con protagonismo de los partidos, tanto como de los ciudadanos y los movimientos sociales que integren el proyecto común. En otras palabras, la creciente complejidad de la política, deja en evidencia la necesidad de mayor astucia, de mediación de las contradicciones, de equilibrio entre la realidad oligárquica y el principio democrático. No es posible transformar Andalucía sin innovación política. Hemos de definir un método propio y apropiado para el desarrollo del frente amplio, la energía transformadora de las fuerzas populares y la capacidad de articulación de las distintas formaciones políticas, deslindando aquellas con voluntad expresa de construcción de un proyecto de país de las que están solo en el proceso oportunista del cálculo electoral y la promoción de intereses partidistas ajenos al proyecto regeneracionista y transformador que necesita nuestra tierra.
  3. La ruptura con el modelo decimonónico de organización del Estado y su forma extensiva de prolongado desequilibrio territorial desde la transición, situando la cuestión meridional, en palabras de Gramsci, en el centro del debate federal, asumiendo Andalucía y el proyecto de frente amplio andaluz un rol de liderazgo de unidad popular de la izquierda, como ya se hiciera con Convocatoria por Andalucía e IU.
  4. La proyección de un movimiento político y social constituyente para recuperar la iniciativa desde la periferia en la conformación de un nuevo ciclo político de reformas y transformación productiva. En un reciente artículo publicado en Público, el profesor Tomás Rodríguez-Villasante abogaba por una formación política construida por la base. Tanto PODEMOS como SUMAR han fracasado por la ausencia de una urdimbre tejida con la gente, renunciando a procesos participativos. En sus propios términos, podríamos concluir que hoy más que nunca son necesarias metodologías participativas, la escucha “deliberativa y generativa” como una práctica habitual en la organización. No es elegir a los/las líderes y que ello/as resuelvan la organización y el programa, etc. y luego consulten en plan plebiscito, sino que se apoyen y atiendan el sentido común de la base social a la que se deben. Los activistas y los votantes se fijan más en estos comportamientos que en los programas, es hacer política de otra forma, que haya “grupos motores” que sean activos para contrarrestar las campañas de los medios derechosos y sus bulos, etc. En los lugares donde practicamos estos métodos de base seguimos teniendo buenos resultados sociales, y también electorales. Tener una llamada de dirigentes culturales y de los movimientos a los partidos, una mediación desde metodologías participativas, hacer política desde las bases sociales, ser coherentes con lo que se dice (la participación también en lo interno, etc.) son factores claves, sin los que será difícil cualquier frente que se pretenda transformador, y que se mantenga más allá de unas elecciones concretas.
  5. La refundación de la izquierda andaluza y el andalucismo progresista mediante un proceso de apertura participativo, combinando la elaboración programática en común, así como la unidad de acción. Esta propuesta pasa por entrever operativamente la alternativa de conformación de Andalucía en la estructura territorial del Estado y su configuración social, en términos de clase, género y ecosistema medioambiental, definiendo los ejes programáticos de intervención a nivel político, a partir de las alianzas no tanto de las formaciones políticas de la izquierda transformadora y reformista como de las estrategias de movilización y las alianzas sociales con los sectores en los que hay que tejer no para sumar sino para transformar las condiciones de subalternidad. Ello implica un diagnóstico de la composición social, del territorio y de los actores políticos y sociales, analizar las tendencias, los factores subjetivos, los sujetos más dinámicos del campo de la cultura y los movimientos sociales y las brechas de antagonismos y de apertura de posibilidades que se dibujan en el actual escenario histórico. En Andalucía, y en general entre la izquierda patria, andamos de vueltas con lo que podemos definir como hipótesis italiana, abonando la división cuando más necesitamos sumar y multiplicar los esfuerzos de confluencia para transformar la vida y cambiar la historia. Por ello tiene lugar la desafección cívica. Y por lo mismo, también, Andalucía no cuenta. Recientemente, la Plataforma Andalucía por la Mayoría Social atisbó una ventana de esperanza en forma de coalición de las ilusiones por la construcción de una alternativa para nuestra tierra y una política inteligente con la que sumar. Sobra decir, porque es público y conocido, que tal convocatoria fue un éxito y ha abierto ventanas de oportunidad para construir alternativas de futuro y esperanza para el Sur y para los de abajo. Pero también es reconocido que lograr el objetivo de una lógica otra frente a la devastadora máquina de destrucción neoliberal de la derecha extrema no va a ser cuestión de días ni tampoco nada fácil. Hay que mudar formas de articulación política, cambiar las posiciones de observación y permear sobre todo las organizaciones partidarias con cuerpo y pasiones alegres, con más ciudadanía y mayor capacidad de escucha activa que no es solo oír demandas en audiencia sino más bien procurar por sistema transformar la vida y cambiar la historia a ras de suelo, al cabo de la calle, con sentido del común.
  6. La vindicación útil de los derechos, la realización política efectiva, pasa por actuar, en lo concreto, de forma recta en la izquierda, evitando sectarismos y salmos para la autopromoción publicitaria. Análisis, crítica, elaboración colectiva y unidad programática de acción. Ni más ni menos. En el homenaje que hicimos hace un año en La Carbonería a Julio Anguita, desde el Ateneo Republicano de Andalucía, la lección compartida por los asistentes fue más que clara a este respecto, pero algunos no acaban de enterarse. Miran más hacia arriba de Despeñaperros que a los lados y hacia abajo, justo cuando más hemos de transitar por el frente amplio de una mayoría de progreso. Toda política contraria a este mandato es renunciar a mandar obedeciendo a los sectores subalternos, que piden, emplazan y, hoy más que nunca, esperan construir otro modelo de país en Andalucía. Más aún, toda propuesta no comprometida con este principio está condenada al fracaso. Es hora pues de una convocatoria por la gente, hora de multiplicar la disidencia, que no es dividir la izquierda sino articular el descontento contra el austericidio en su forma política actual y no lo contrario que es lo que está sucediendo: dinamitar en fin las luchas sociales por falta de dirección y representación en formas organizativas que, por necesidad histórica, han de ser innovadoras, híbridas, político-sociales y, como dicen en otras latitudes, movimientistas. Y quienes se enroquen en su aislamiento, sepan que, como sucediera en otros momentos no tan lejanos en el tiempo, la historia los retratará, básicamente como lo que vienen siendo: aves de paso, tragicómicos personajes burlescos o, peor aún, traidores a la causa del pueblo andaluz por activa u omisión manifiesta. Porque no todo el problema de nuestra tierra es culpa exclusiva del gobierno ultra de Moreno Bonilla o por décadas del partido-Junta del PSOE, que ni está ni se le espera. Hay una responsabilidad histórica que hemos de asumir la izquierda andaluza trascendiendo modelos periclitados, evitando la tentación de la llamada nueva política, más propia de una feria de vanidades que, como aquí se propone, de una cultura radical. De hecho, este es el principal peligro de la comunicación política progresista. La nueva generación de dirigentes es partícipe de la cultura del like, no del pensamiento negativo, ni antagonista, sino del discurso de fenomenal, esto es, viven anclados en la hapycracia de lo peor. El clickactivismo es la política de lo imposible, la pospolítica o, si se prefiere, la antipolítica de la nadería, porque no hay mediación cognitiva, ni social ni política. Una estética relacional que niega todo principio de compromiso, que surfea en el narcisismo primitivo, sin sustancia, ni verdad, basculando solo en el universo de la reacción, es tanto como decir que habitan en la reproducción del orden reinante, de derecha a izquierda, de arriba abajo, contando con las bases replicantes que hoy proliferan por doquier. Semiótica de la simulación poco o nada evocativa, salvo la de recitar el salmo del líder electrónico de turno, en este modo de producir el relato, la fuerza de la elipsis se ha eclipsado por el presente perpetuo del like, por el carrusel de la vanidad incandescente que todo lo abarca y que, a fuerza de tanta futilidad, vamos a acabar añorando el cuplé y el género chico, lo nacional popular, y la política cabaretera que es más de Brecht que de Echegaray. La política, como la academia, se ha convertido en una casa de citas, una suerte de arte manierista de la nada por principio, salvo la emulación o el mero enunciado de la espiral del disimulo. Así las cosas, la lógica citacionista de la pura reproducción inocua que todo lo inunda nos deja sin voz ni horizonte histórico. Puede que los Smart boys o la llamada generación de cristal adolezcan de un malestar tanto fisiológico como cultural que determine esta forma de comunicación dominante, pero lo que es una evidencia es que nos gobierna en la izquierda un ecosistema de mediación simbólica que puede ser considerado una pandemia y que, desde una ética emancipadora y socialista, debe por principio, y cuanto antes, ser combatida, no casualmente, por cierto, empezando por la Andalucía barroca. En estos momentos la sociedad civil andaluza está imbuida de desafección política, con fragmentación social y política, pero cuenta con importantes iniciativas y movimientos sociales activistas que la izquierda transformadora ha de tomar en consideración.
  7. Hemos de empezar por un análisis concreto del mapa político y social andaluz, de la estructura económica y sus actores, de las tendencias históricas y la estructura de sentimiento del pueblo andaluz, un estudio de las relaciones de dominio, a nivel del Estado, y de las formas de opresión y liberación de los diversos factores y procesos de constitución de la subalternidad que vive nuestro pueblo. Somos conscientes que nos enfrentamos a problemas estructurales importantes como la crisis y explotación medioambiental, la concentración de la tierra, la dependencia de la matriz productiva, el dominio colonial y los desequilibrios, de variopinto tipo. Somos conscientes, a su vez, que la izquierda andaluza tiene su razón de ser en la defensa de los intereses de las clases trabajadoras tanto a corto como a largo plazo, en Andalucía y desde Andalucía para el conjunto de las personas trabajadoras en España, Europa y el mundo. Pero, siendo claros, honestamente, hemos percibido en la dirigencia de la izquierda andaluza y nacional, en la nueva generación de dirigentes cierto desprecio por lo nacional popular. Esta élite intelectual vive al margen del sentir de campesinos y grupos subalternos, ante los que manifiestan un absoluto desprecio y una incomprensión a la hora de definir un proyecto que capture la voluntad de rebeldía y sometimiento de estos sectores subalternos. Una política de frente único, la unidad popular, solo es posible por la base. O cambia el método o no tendremos un frente amplio. Esta cuestión no está en discusión, está por hacer y definir en la praxis.

En cualquier caso, y conscientes del actual escenario político en el Estado y nuestra tierra, el reto del Frente Amplio Andaluz y la alternativa de izquierda solo se resolverá fuera del Parlamento y las instituciones, en ocasiones contra el parlamentarismo, y ello pasa por trascender la fase coalición por la construcción de unidad popular. El barlovento dialéctico tiene la durabilidad que un chubasco veraniego. Precisamos organización, un programa común, un espacio articulado, una doctrina y un horizonte de proyecto alternativo visible, posible y concreto que confronte la triple dependencia que padecemos en Andalucía:

  1. Del capital financiero internacional y especulativo que explota nuestra tierra
  2. Del centro político que marca la agenda y política pública en las formas partidarias y en la organización del Estado
  3. Y del proyecto de soberanía compartida de la UE que marca una posición periférica y subalterna a España y, por ende, a Andalucía.

El primer paso para ello es abrir campo y discutir los principios y formas de articulación política del frente amplio, a modo de ensayo tentativo y experimental que acometa los frentes culturales que dominan Andalucía: sea el extractivismo, la subalternización de nuestra cultura y espacios, la infradotación de recursos, la dependencia informativa y cultural, el proceso de modernización autoritaria y conservadora o los desequilibrios de todo tipo, de clase, género, territoriales. Un movimiento consecuente obligado para tejer la idea de frente amplio es fortalecer los espacios conjuntos de convergencia política, institucional y social, desplegar una base política y organizativa sólida más allá del ámbito institucional para resistir mejor los ataques de las derechas radicalizadas. La posición institucional privilegiada que ocupa Sumar tanto en el Gobierno de coalición como en el parlamento a nivel estatal debe traducirse en recursos para una mayor coordinación estratégica y una consolidación por debajo de los espacios de convergencia, pero no ha sido así y de facto no es una herramienta que ya sirva para unir las izquierdas en Andalucía y en general. Construir alianzas sociales, reforzar los movimientos sociales y articular sociedad civil es pues la asignatura pendiente que hemos de acometer. Las bases sociales del Gobierno de coalición son, como hace cuatro años, débiles. La fatiga, la merma de expectativas o la división son algunos de los elementos que explican que la situación por abajo de las bases sociales de la izquierda no sea ostensiblemente mejor que por arriba, en el ámbito político-institucional tras el 23J. Sin embargo, tanto el Gobierno como la izquierda política necesitamos contrapoderes con tiempos y dinámicas propias, ajenas a los ritmos siempre frenéticos de la coyuntura institucional. Algunas de las organizaciones que conforman POR ANDALUCÍA disponen a tal fin de un capital político y dilatada experiencia histórica de tejer alianzas, construir urdimbre local con arraigo y organización en la lógica de confluencia. Por destacar el actor político más importante, IU-CA, es preciso recuperar la experiencia que supuso Convocatoria por Andalucía, que transitó de una coalición a una federación de partidos. Desde esa experiencia de construcción de un movimiento político y social, desde la experiencia de intentar generar la convergencia de organizaciones políticas, sociales y sindicales, es como podemos dar forma a la construcción de un Frente Amplio en Andalucía, favoreciendo en todo momento la vocación unitaria y la refundación necesaria de la izquierda andaluza.

En estas tesis para un cambio social en Andalucía, somos conscientes de la falta de un proceso de maduración política tras el 15M para una alternativa conjunta de las izquierdas andaluzas, de hecho, a día de hoy, no se ha logrado pese a la exploración de algunas tentativas unitarias. y no es un problema de ciclo de repliegue ante la emergencia de la ultraderecha y el discurso reaccionario, sino más bien de maduración e inmovilismo de la izquierda, pues las causas del fracaso de Podemos y sus epígonos, como SUMAR, son las mismas que están presentes desde entonces y que impidieron en el XIX y en el pasado siglo alternativas de futuro consistentes. Hace falta por consiguiente un diagnóstico y autocrítica que, de forma sucinta, se apuntan aquí a modo de ensayo o texto para el debate. La más evidente es lo que hemos convenido llamar Hipótesis Italia. A saber: no se pueden construir nuevos marcos cognitivos sin marcas, ni partidos o proyectos políticos sin territorio ni contexto. Estas son precondiciones para perfilar alternativas proyectivas de futuro. Hasta ahora hay un déficit de funcionamiento democrático en la articulación del espacio político común que haga posible la idea demandada de FRENTE AMPLIO ANDALUZ y para revertirlo, es preciso que Por Andalucía, como expresión actual del Frente Amplio, o la denominación acordada en común, se referencie en el conjunto de actores que lo conforman y, de la misma manera, cada una de sus partes también sea voz del Frente Andalucía Libre, o como quiera se acuerde su denominación.

En los documentos constitutivos se definió Sumar como un paraguas que agrandamos y sostenemos entre todas y todos para dar cobijo a todas las izquierdas y a todos los actores, sean partidos o personas independientes. Coherentemente con ello, se decía, no apostamos por crear un partido al uso en el que se disuelva la diversidad, ni tampoco por crear un partido-marca sin arraigo territorial, pero en la práctica lo vivido es un proceso controlado no democráticamente por una de las partes que, desde Andalucía, agravó la revolución pasiva dirigida por las oligarquías más retardatarias con una deficiente conformación tanto del Grupo Parlamentario Plurinacional como la política de Estado desfavorable a los intereses de nuestra tierra por una visión errejonista periclitada y ajena a la realidad social y política que vivimos.

Tenemos ahora el reto de conformar un lenguaje y una comunidad de pensamiento, diálogo e intervención social en Andalucía en común, entre todas y todos, tejiendo una plataforma con las fuerzas, tanto políticas como sociales dispersas, a partir de nuevos principios y dinámicas internas. La necesidad de una plataforma común es evidente, y la vindicación de una inteligencia organizada en pro de un proyecto de emancipación igualmente latente. El tiempo del realismo político confederal y los procesos tecnocráticos centralistas ya no son válidos para una alternativa de futuro y progresista en Andalucía. Es hora pues de una utopía liberadora de la potencia popular andaluza superadora del cardonismo y del bonapartismo impuestos en los últimos quince años. La evidente necesidad de una izquierda partisana en Andalucía y un andalucismo militante de izquierdas trabajando codo con codo pasa, en otras palabras, por trascender lo vivido recientemente en SUMAR, el dominio de dirigentes que quieren cuadrar la realidad con su visión, gente sin experiencia de militancia ni de lucha política de largo recorrido, que operan sin dirección ni sentido común, con estrategias suicidas que desconocen la correlación de fuerzas y mitigan toda autocrítica o visión alternativa a la supuesta competencia de la que carecen.

La cuestión meridional, la autonomía andaluza y su transformación histórica ha de acometerse desde una nueva posición política, asumiendo que la autonomía, la realización práctica de lo contenido en el actual Estatuto, solo podrá darse con el liderazgo de los sectores populares, organizando a las masas a partir de la unidad popular, lo que implica una izquierda menos hípster y más consciente de la situación en el campo, más articulada y menos elitista, mejor situada y menos abstraída de la realidad concreta en el tiempo propio que estamos viviendo. El federalismo republicano que hemos de vindicar no será posible sin esta trama que hemos de tejer en común, sin alianzas estables, sin una política que sea viva expresión de los intereses de las clases subalternas, sin una estrategia que piense desde el Sur y desde abajo el proyecto federal. Y eso hoy por hoy no es una realidad en SUMAR, o para ser más precisos Movimiento Sumar, donde el cucañismo es la norma general y el cuñadismo del pensamiento políticamente correcto la norma.

En definitiva, el compromiso histórico con Andalucía no puede cobrar la forma de coalición. Debe proyectarse al interior como apuesta por conformar un bloque histórico estable, y hacia afuera como una lucha y disputa por la cuestión territorial trascendiendo los prejuicios y estereotipos de lo andaluz subalternizado tanto con otras formaciones federales de la izquierda, en el seno del propio Grupo de la Izquierda Plurinacional de SUMAR, como de otros nacionalismos históricos periféricos.

Varios ejes de intervención deben articular en esta dirección la noción del Frente Andalucía Libre: la soberanía popular, la autonomía, la cuestión social, el liderazgo del Estado federal o la cuestión agraria que implica no otra cosa que cambiar el eje de intervención de lo urbano a lo territorial, de lo nacional a lo popular, del centro a la periferia y los márgenes, sean estos comarcas, barrios vulnerables o sectores extremamente precarizados. Una tradición a recuperar en este movimiento de desplazamiento político y articulación es el que históricamente ha venido desplegando el movimiento obrero y el andalucismo histórico:

  1. Crear ateneos andaluces, republicanos y de unión de entidades y movimientos sociales en defensa de la mayoría social.
  2. Reagrupar los sectores del campo con agendas comarcales, locales y provinciales concretas y reales.
  3. Organizar el movimiento jornalero y los pequeños campesinos.

En el paso del corporativismo al reformismo democrático, del proteccionismo y el librecambismo de la oligarquía financiera a la planificación democrática, la izquierda andaluza ha de ser consciente que sin unidad no hay futuro. El fraccionalismo y la dispersión de la izquierda, como sucediera en Italia, es el antecedente del pesimismo y la desmovilización social. Pero no toda unidad es válida. La unidad de formaciones no es la unidad popular y la experiencia en el ciclo político desde el 2015 lo ha dejado en evidencia. Si no se constituyen bases sólidas, ni escuchas en los territorios no hay proceso generativo ni transformador. La “democracia participativa” es el camino para el frente amplio que dé operatividad y continuidad en la práctica a una alternativa de futuro que sea referencial para la gente que más lo necesita. En palabras de Rodríguez-Villasante, se repite mucho que Podemos recogió el espíritu del 15M, pero más bien lo tradujo electoralmente, sin respetar la fuerza que tenía la capacidad de los “círculos” de base. Y cuando la ilusión de estos (a los que no se les escuchaba, salvo en plebiscitos sin deliberaciones) se fue acabando, solo el municipalismo de 2015 consiguió recuperar en parte las iniciativas de base. Sería bueno que pudiéramos aprender de los éxitos que se han construido con dinámicas participativas y avanzar, en lógica coherencia, en dicha dirección. Pero para esto, el proceso de emergencia de un proyecto en común exige cuando menos tomar en consideración los siguientes elementos:

  1. Las temporalidades. Toda política de articulación precisa tiempos lentos, si de construir una unidad popular se trata. Pero las urgencias electorales marcan la agenda y en el caso de Andalucía, los cuatro años con los que se contara para dar forma a este proyecto en el marco de SUMAR ANDALUCIA hoy se limitan a menos de un año si hay adelanto electoral, como es previsible que así suceda. Parafraseando a Gramsci, en este tiempo-encrucijada, en este estancamiento y crisis de régimen, urge prestar atención a los tiempos y la gente común. En sus propias palabras, “hay que crear gente sobria, paciente, que no se desespera ante los peores horrores y no se exalta con cada tontería. Pesimismo de la inteligencia, optimismo de la voluntad”.
  2. La unidad popular. No hay frente amplio ni unidad de la izquierda desde el sur y desde abajo que impugne en una lógica constituyente el modelo de desarrollo territorial si todo se confía a dinámicas electoralistas. Ello supone una crítica al adanismo político, al cortoplacismo y a la lógica de coalición electoral que ha prevalecido en el último ciclo político, empezando por convocar asambleas territoriales y agrupaciones sectoriales abiertas y participativas desde el principio, y no con carácter finalista.
  3. La síntesis. El programa, la forma organizativa y la construcción político social del proyecto político de frente amplio ha de ser resultado de una síntesis consistente de las propuestas, experiencias, prácticas políticas y modelos de organización de los actores políticos participantes en el proyecto. De forma que, metodológicamente, y en el proceso de constitución de esta alternativa de futuro, es preciso una política de mediación y el despliegue de un proceso creativo liderado por la inteligencia colectiva.
  4. El liderazgo. Una clara evidencia del proceso experimentado con SUMAR es que el hiperliderazgo, como toda forma bonapartista, termina socavando la voluntad de transformación y autonomía política de los proyectos políticos emancipadores. Por tanto, es preciso avanzar en formas corales, diversas y colegiadas de dirección y representación política, siguiendo en parte el ejemplo del 15M y las voces anónimas que hicieron posible romper el cerco mediático y definir una potencia enunciadora como nunca antes en la historia de nuestra joven democracia.
  5. Las alianzas. El reto político de definición del Frente Amplio Andaluz pasa por ampliar la participación política y el control democrático de las bases, suturar las brechas y distancias entre organizaciones desde las militancias, integrar redes mancomunadas de confianza y cooperación, definir las alianzas y sumar actores desmovilizados para multiplicar la pluralidad y hacer efectiva una formación política transversal.

No es el objeto definir aquí hoja de ruta alguna, pero sí elementos, criterios y principios con los que definir el camino a explorar de una vez por todas. Corresponde a las organizaciones políticas y a los militantes diagnosticar y consolidar el necesario compromiso unitario de trabajo en común. El proceso de elaboración de programa, coordinación y estructuración de asambleas sería un buen punto de partida en la medida que sea una apertura a la participación que ojalá concluyera en forma de Asamblea Constituyente en Ronda y una Coordinadora Nacional resultado de un proceso de elección en territorio (provincia, municipio, comarca) democrático. Consenso, primarias, escucha activa, movilización, tejer, sumar y transformar el espacio pensando no en las próximas elecciones autonómicas sino en la construcción de país en el horizonte de 2030-2040 es lo que corresponde, aunque se afirme que la política es presente y las elecciones andaluzas inmediatas. En la historia de las luchas y frentes culturales, el movimiento obrero ilustra que solo se logró cambiar la historia y transformar la vida con otra temporalidad, con el fuego lento de las pasiones alegres y la sabiduría de las culturas populares. Toca empezar a caminar. Paso corto, y vista larga.

ICOM 24. Cuba debate

Share

Estupefacto, miro la pantalla y no doy crédito. RTVE informa del derrocamiento del presidente Bashar Al Assad calificando a organizaciones terroristas como HTS grupos rebeldes, sin más. Por supuesto sin contexto, asumiendo la narrativa sionista, pese a la inequívoca clasificación de la ONU, la propia UE y EE.UU respecto a estos actores en la región. Me equivoco de tiempo o de país, no sé si estamos en plena guerra fría o en Washington, porque si la cobertura de Ucrania ya resultaba una ucronía delirante en la que la propaganda más que tóxica llegó al paroxismo de la censura, con restricciones a la prensa y ONGs como nuevo frente enemigo, hoy la era Trump tiene en la televisión pública una suerte de sucedáneo de Fox News, con un sistema mediático además hiperconcentrado, duopólico de facto. Pero la falta de libertades solo se atribuye al eje del mal, a Moscú o Bielorusia, nunca a la Comisión Europea que auspiciara la censura de RT y Sputnik, según los preceptos de los apologetas del imperio que nos han mostrado a lo largo de la historia que los derechos, como el de la comunicación, son solo un panegírico listo para matar(nos). Menos mal que nos quedan faros como Cuba, más allá de la proclama Patria o Muerte. Del bravo pueblo de la isla, como de Alfaro o Sandino, tanto como del Che y Fidel, aprendimos que la disyuntiva es clara: Socialismo o Barbarie. O si prefieren: Soberanía Informativa o Guerra de Propaganda Imperialista. Y en estos términos fuimos convocados por la Facultad de Comunicación de La Habana a ICOM 24, un congreso ya referente del pensamiento emancipador en comunicación de la región, donde periodistas, medios y académicos pensamos la IA, la geopolítica mundial de la información o los nuevos retos de producción y organización cultural de la cuarta revolución industrial. La agenda de trabajo definida en este encuentro, celebrado en el Palacio de Convenciones donde el Movimiento de Países no Alineados diera forma al proyecto del NOMIC en su momento, marca una hoja de ruta para nuevas alianzas y estrategias del Sur Global dirigida a garantizar la soberanía informativa, la libertad y los derechos comunes que los medios globales del capitalismo de plataformas socavan y vulneran por activa, con el golpismo en los países rebeldes, o de forma pasiva, extendiendo el manto y relato de la siliconización que el extractivismo de datos, recursos y talentos coopta y captura a diario en todo el mundo.

En juego está la diversidad, el desarrollo, la autonomía social, la justicia cognitiva y, en suma, la democracia. Por ello, muchos de los ponentes pensaron contracorriente alternativas de futuro, figuras y espacios de esperanza sin olvidar de dónde venimos. Cultivar la memoria es necesario para no repetir la historia como farsa. En la inauguración del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, el ICAIC recuperó por ejemplo la obra pionera de animación de Juan Padrón, un histórico de la cultura cómic. Están de aniversario, y como hizo el PCE en su centenario, animado por la camarada Reme, un joven onubense tuvo a bien contar en viñetas la lucha histórica del partido en la provincia de Huelva, con una narrativa más propia de la Generación Z. En los últimos tiempos, lo que no cuentan los diarios lo narran los libros de periodismo cómic, o El Roto en editoriales históricas. El noveno arte, la novela gráfica, como es más correcto denominarla, ha experimentado de hecho un impulso inusitado con la narrativa de Joe Sacco sobre Gaza, que luego otros han seguido emulando en lo que ya es una consistente estela y éxito editorial más allá de la industria Disney y el universo Marvel. En estas mismas páginas, en el suplemento de El Mono Azul, Casimiro Castaño daba cuenta de cómo se puede contar la memoria democrática de forma creativa y pedagógica.

Trascendiendo la hibridación de géneros y la experimentación de formatos, la comunicación móvil depende de textos, y de contextos, de tramas discursivas potentes y poderosas como La Dame Blanche. Con el boom de las plataformas vivimos en fin el retorno a la narrativa y al guionista como eje central de la producción mediática. De Fariña a Secuestrados en Georgia vamos hacia un audiovisual que, entre la innovación y los nuevos desarrollos en el consumo cultural, se torna clásico y con historias reales y más vivas que nunca, quizás porque nadie echa cuenta y precisamos de nuevo de cuentos para que a Netflix le salgan las cuentas. En este tránsito de la ficción se vuelve al periodismo para literaturizar el audiovisual en una suerte de docuficción. Y en esta trama, Cuba debate, conoce bien lo real maravilloso, Vampiros en La Habana mediante, y cultiva el barroco a lo Carpentier, construyendo nuevos imaginarios para un mundo en cambio y una comunicación decolonial que se resiste a ser mera opereta de Hollywood y sus dispositivos de dominio. Leyeron los escritos de Martí, y saben bien que la radio del mismo nombre en Miami, como los GAFAM, es más de lo mismo. Los investigadores en información y comunicación reunidos en La Habana bien lo demostramos con datos y con razón, pero hay además que hacer un esfuerzo democrático suplementario y articular frentes culturales liberadores en tiempos del capitalismo de vigilancia: por el futuro de la humanidad y la propia subsistencia del planeta: del Congo a Valencia, de Sevilla a La Habana, de Madrid a Pekín.

Infodemia

Share

No sabemos si el tecnofeudalismo es un régimen de información de la cultura visual o memética o el imperio de los necios, pero el caso es que tipos como Elon Musk nos está imponiendo un yugo invisible que no cesa, que impone una agenda de terror para lograr, como siempre, el principio de acumulación.

Es seguir el rastro del dinero y entender el trumpismo, en Washington o Madrid. Un latrocinio organizado a base de furia y odio modo Fox News para lo que es preciso mantener (entre)tenido al personal. En otras palabras, el ruido digital nos obnubila el cerebro, nos distrae de lo esencial.

La Generación Nesquik o ColaCao debiera, por lo mismo, renunciar a la instantaneidad como cerco o matriz opresiva, por contribuir al cultivo de una cultura de la desidia y la obediencia debida que amenaza la democracia. El procesamiento estresante de la información tiene, de hecho, efectos inmediatos en el comportamiento y actitudes antisociales y, por ende, en la dialéctica política que transforma la democracia en memocracia. Y a los actores políticos en trasuntos virales de la infodemia que alimenta el fascismo digital.

Las violencias vividas a diario en el Congreso de los Diputados e, incluso, en el entorno de Ferraz, tienen, como toda forma de disciplinamiento, un precedente simbólico, un cerco informativo que lo hace posible y blanquea o justifica la dialéctica voxiferante del insulto y la agresión verbal.

Ello es posible por las condiciones sociales de recepción de los discursos del odio. Así, el efecto burbuja da cuenta de un ecosistema cultural aislacionista, con pérdida de sentido y morada, y un ethos como refugio del mundanal ruido, amenazado por la disolución del vínculo y lo común.

El intrusismo digital es lo que tiene: la imposición de una economía de la distracción (que llaman, para equivocarnos, de la atención) que todo lo ocupa. Los datos son reveladores. Ya en 2016, cada usuario miraba el móvil 80 veces al día; hoy, más de 270 veces.

A ello cabe añadir el integrismo nacionalcatólico en nuestra patria, con operadores políticos como Abogados Cristianos o Hazte Oír que, a la sazón, actúan como sus equivalentes evangélicos o sectarios en el imperio decadente de Trump: hablamos del conservadurismo cultural y la deriva autoritaria de la oligarquía en las pantallas de los medios mercantilistas, la llamada oportunamente «caverna mediática».

Como resultado, la cueva digital es hoy una suerte de enclaustramiento vidrioso, el cierre social de un espacio supuestamente libre o neutro que nos retrotrae al feudalismo y la servidumbre de los señores del aire o, más bien, sería preciso calificar a los Musk de turno como «mercaderes de la información».

De la competencia por tomar la palabra y decir a la cultura de la atenta escucha, del monólogo narcisista al diálogo cooperativo, de la unidireccionalidad a la cultura Wikipedia, hay una brecha por salvar que afecta sobremanera a la izquierda y a la que históricamente hemos prestado poco o nulo interés.

Si esto último se verifica y no se pone remedio se impondrá, al socaire del mal gobierno de los memos –borbónicamente hablando–, la hoja de ruta del capital financiero internacional que, como ya sabemos en los años treinta del pasado siglo, empieza por imponer su lógica contable y termina por contar cadáveres: su medio de acumulación es la muerte, o la guerra.

Así que tomemos nota y empecemos por apropiarnos de estas lógicas de intercambio. Si bien es cierto que la era del collage, la era de la copia, en la cultura de la repetición y el remake característica del revival, resulta una forma antiestética y postvisual del orden que reina en la cultura digital, convengamos en reconocer que la adaptación creativa de las culturas subalternas siempre es posible.

Y como bien reza el sentido común, “hasta que el pueblo los plagia / los memes, memos son / y cuando los plagia el pueblo / ya nadie sabe el autor”. Pues la era del montaje no la define la lógica de la emulación a lo Sálvame, sino el principio de producción de lo común, siempre y cuando se pase de la risastencia a la resistencia: de la cultura del chascarrillo nacional a la carcajada y el humor proyectivo.

Lo contrario es el imperio del entretenimiento, lo que Daniel Triviño denomina la «memetización de la política». La fantasía de la nada. Un espacio de circulación en la que todo vale y que facilita el orden de la sinrazón, la pura barbarie como violencia simbólica internalizada por youtubers y aficionados a la superchería publicitaria de una suerte de narcisismo primitivo.

Ya ven, estamos de nuevo en la antipolítica o la politización del arte del disimulo. La historia como farsa. Toca, pues, pensar este tiempo neobarroco y ensayar un renacimiento en defensa de la política de lo común y de la vida.

Presentación del libro: «Economía Política de la Comunicación y Estudios Culturales en América Latina»

Share

Presentación del libro: «Economía Política de la Comunicación y Estudios Culturales en América Latina», de Francisco Sierra Caballero y Carlos del Valle Rojas (Eds.).

Editado por ACCI.

Presentan: Javier Moreno (Fundación de Investigaciones Marxistas) y Francisco Sierra.

Modera: David Moreno.

Seminario Permanente de Teoría Crítica

Viernes 31 de enero, 2025. 20:00.

La Fuga Librerías (C/ Conde de Torrejón, 4, Acc. Sevilla)

Políticas de Comunicación e Inteligencia Artificial en Europa: notas sobre un territorio en construcción

Share

Las políticas de comunicación donde se definen normas, códigos de conducta y reglamentaciones sobre límites y riesgos de la Inteligencia Artificial (IA) constituyen en la actualidad un eje de reflexión estratégica, puesto que esta temática no es abordada de un modo directo en las regulaciones generales sobre IA en las que la Unión Europea define una vanguardia internacional a partir de la sanción de la AI Act de 2024. La nueva configuración en el ecosistema comunicacional que se abre a partir de la implementación de estas tecnologías en medios y redes comunicacionales así como su despliegue en la conversación social, demanda desde la teoría crítica y la economía política de la información, la comunicación y la cultura, un abordaje interdisciplinario considerando aspectos no sólo económicos y políticos sino también ámbitos éticos, geopolíticos y ecológicos de la comunicación en el marco general de relaciones entre ciudadanos, Estado, organismos internacionales y corporaciones globales. En este sentido, un análisis integral de la cuestión exige un ejercicio reflexivo que, sin desestimar la complejidad, defina la agenda de retos democráticos específicos que involucran para el ámbito de la comunicación y la ciudadanía los crecientes modos de interacción entre procesos humanos y no humanos en el ámbito de la comunicación mediatizada.

Medios xenófobos

Share

Por definición, todo medio de información tiende a ser etnocéntrico. Los propios criterios de valoración de la noticia, el principio de proximidad, imponen en la narrativa periodística una suerte de distinción de los unos y los otros que se ha naturalizado en forma de brecha cultural. Una lógica disyuntiva, reforzada por la geopolítica imperialista de la comunicación que la industria del entretenimiento, Disney por ejemplo, ha popularizado históricamente hasta el extremo en el imaginario audiovisual de consumo entre las clases populares. No es que la teoría informativa esté imbuida además de la tradición angloamericana, que también, sino que la propia experiencia de la cultura de masas es, en cierto modo, básicamente americana, y, como bien sentenciara Bolívar Echeverría, la propia lógica de la mediación está impregnada de esta mentalidad colonial por la que, como denunciara Chomsky, en la información internacional hay víctimas dignas o indignas o cuando se sufren catástrofes como la de Valencia se muestra como excepcional la solidaridad de los diferentes, sea un hindú o un subsahariano que acude en rescate de víctimas de la DANA. Como si los otros no tuvieran humanidad, ni sentimientos, como si la gente lejana careciera de alma, de capacidad de agencia para la cooperación y ayuda mutua, para estar con los otros de forma fraterna. Nuestro sistema cultural está, en fin, impregnado por los discursos exorcizantes de la otredad y en buena medida por el etnocentrismo de los medios, últimamente militando en la xenofobia y racismo sin recato, decoro ni disimulo alguno. Al tiempo, la narrativa del gran reemplazo, difundida en redes por VOX, ha sido amparada por el Pacto sobre Migración y Asilo aprobado en Bruselas por una Europa fortaleza presa del discurso del miedo y envuelta en el clima de opinión del darwinismo, el racismo biológico y el orientalismo que retorna como matriz discursiva o panegírico de la licuefacción necesaria del capitalismo financiero, el mismo que impone la selección natural del algoritmo comandado por los señores feudales de Silicon Valley mientras los servicios públicos de nuestros países celebran la modernización tecnológica y asumen acríticamente la impúdica política de deshumanizar, desmaterializar, robotizar el proceso de mediación y atención a la ciudadanía.

Lo más grave sin embargo es esta naturalización del odio al extraño, de la segregación social del migrante que a diario los medios difunden como dieta mediática y que tiene sus ideólogos y propagandistas al servicio del proceso de acumulación por desposesión. Textos como Eurabia o Revolución Europea de Christopher Caldwell (2009) extienden, por ejemplo, el mito de la invasión amarilla y subsahariana. La internacional ultra acude recurrentemente a este tipo de relatos para hablar de presión fiscal, de la privatización de la sanidad o de la liberalización de mercados con la elipsis, obviamente, de toda referencia al gran capital. Todo vale para civilizar a los bárbaros en una suerte de melancolía de lo que fue el Estado de Bienestar. Se empieza así por avivar la amenaza figurada de los nuevos bárbaros y se termina cosificando a diario en los informativos los cuerpos sin vida de jóvenes en el Estrecho en una suerte de lógica invertida de loa a la cultura de la muerte a lo Milán Astray. Un postureo humanitario que queda fielmente retratado cuando se replican noticias, cual gota malaya, sobre menores, asumiendo la nomenclatura MENA, o publicando las declaraciones sin contrastar sobre jaurías migrantes de portavoces neofranquistas como Rocío de Meer, nieta del Gobernador de Baleares, gente de Meer. . . da, como pintaba en las paredes la resistencia antifranquista, personajes infames con los que uno tiene que convivir a diario en la cámara de la soberanía popular, cuando no sufrirlos en tiempo de campaña en forma por ejemplo de interrupciones en el uso de la palabra. Durante el debate electoral del 23J en Canal Sur, los comentaristas, a sueldo del PP/VOX, en lugar de llamar la atención sobre las faltas de respeto y barbaridades de la representante de la extrema derecha terminaron por acusarnos de mala educación y criticar nuestra protesta pacífica contra el neofascismo al retirar la mirada y la palabra a quien hace apología del racismo, el machismo y la lucha contra la población más vulnerable. Hace tiempo que la mayoría de los periodistas dejaron de lado el cordón sanitario, y que renunciaron al principio de salud pública consustancial a la función social informativa, por no hablar de los códigos UNESCO de ética y deontología contra aquellos discursos del odio que proliferan como norma en las pantallas de nuestros medios o NODO nacional.

Queda el consuelo, insuficiente, si somos honestos, de un cambio cultural, una mutación, en palabras de Alessandro Baricco, sin precedentes y revolucionario. AMA ROSA mediante, la gente apaga las televisiones y enciende la imaginación.  X o la pajarería, que dice Thiago Ferrer, está en declive, en medio de sesgos, derivas mercantilistas del algoritmo y la selección natural que Musk-Dios define hasta el hartazgo provocando la huida en masa de los usuarios hacia otras plataformas como Bluesky. Algo se mueve en las redes y no cesa, trasciende el tecnofeudalismo y los canales instituidos de información. Pareciera que estamos saliendo del túnel. Pero nos han impuesto ya el marco cognitivo, el framing, y desde la izquierda, en lugar de estar a la ofensiva, andamos razonando, justificadamente con argumentos, contra la sinrazón neofascista que se desborda cual tsunami antidemocrático, sin acometer la materialidad determinante de las condiciones de producción de la hemorragia mediática racista. Como consecuencia, el neofascismo informativo, o fascismo amable, si es posible sostener este oxímoron, actúa, como práctica social, de forma efectiva, extendiendo un velo cultural envolvente por medio del discurso de la victoria y la competencia, de retorno al confort de lo rancio y vacío de lo conocido, por medio de la polarización y los conectores ideológicos, de la fascinación tecnológica o incluso de la pulsión plebeya, sin solución de continuidad. Faltan políticas mediáticas, plataformas públicas y una estrategia contrahegemónica firme y consistente en la lucha ideológica de esta guerra cultural. Por ellos, que son el futuro que viene, y por los nuestros. Por todas y todos, necesitamos con urgencia más medios y no simples remedios. No podemos permitir que el futuro de la democracia vuelva a transmitirse en blanco y negro, aunque sea Ultra High Definition.

Francisco Sierra: «La ley de barrios vulnerables es una necesidad objetiva, de justicia social»

Share

Francisco Sierra, parlamentario de Sumar por Sevilla, junto a sus compañeros de la oficina parlamentaria de IU en Andalucía, ha trabajado en un proyecto que hasta ahora no se había planteado en el Estado: la creación por ley de un fondo, vinculado a los Presupuestos Generales del Estado (PGE), que trate de resolver los problemas, innumerables, en los barrios más empobrecidos.

El grueso de ellos, según el INE, diez de quince, se ubican en Andalucía. Para Sierra, según expresa en esta entrevista, estos barrios existen por dos razones fundamentales. Por un lado, la lógica de producción del sistema que, a juicio del diputado, «lo que nunca denuncia o aborda, lo que siempre deja oculto, es que produce miseria, desigualdad y marginación».

Y, por otro, la falta de implicación efectiva de las administraciones. El diputado considera así que esta ley es «una necesidad objetiva, clara y evidente, de justicia social».

P. Llevan mucho tiempo trabajando en esta ley. ¿Cómo ha sido el proceso de elaboración?

R. Este proyecto forma parte de lo que podríamos denominar como constitucionalismo colaborativo. Decidimos diseñar una ley trabajando en el territorio, con participación del movimiento vecinal, de los propios ciudadanos, con la idea de hacer primero un diagnóstico, aunque se han hecho ya muchos en los barrios empobrecidos, olvidados, ignorados… Queríamos que la ley viniera del trabajo con la gente que durante décadas viene sufriendo la segregación urbana, la marginación territorial.

El diseño ha sido participado también con la plataforma de barrios vulnerables que se ha ido construyendo a partir de una red de barrios ignorados en Andalucía. A partir de ahí construimos en la oficina parlamentaria de IU en Andalucía las condiciones para que esa plataforma liderara el proceso. Ha habido un equipo técnico y ha habido una participación en el territorio. De los quince barrios más pobres del Estado, están concentrados diez en Andalucía.

Hemos ido recogiendo las experiencias de otros proyectos. Hay territorios a nivel estatal, como Catalunya, que han tenido experiencias de intervención en barrios que han sufrido situaciones de segregación territorial urbana. A nivel de ley, estatal, nunca ha habido un proyecto en esta línea. Luego, hemos tenido que construir jurídicamente las condiciones para que la norma cumpliera con las condiciones del Estado autonómico: las competencias son básicamente locales y autonómicas.

Han participado fundamentalmente representantes del movimiento vecinal y también educadores y trabajadores sociales que durante décadas han venido trabajando en el territorio.

No es una iniciativa legislativa popular, pero digamos que es algo similar en el sentido de que esa plataforma de barrios vulnerables han sido los protagonistas. En mi caso como diputado, y en el caso del grupo parlamentario, lo que hemos hecho es vehicular y coordinar que [ese trabajo] tenga ese registro en sede parlamentaria y la forma jurídica.

P. Ahora les toca trabajar el recorrido de la ley. ¿Cómo ha sido recibida? ¿Qué ‘feedback’ han recibido?

R. Registramos. Ahora viene ese proceso de calificación. En el proceso de debate, hemos tenido dos interlocuciones con los grupos. La receptividad ha sido buena. Una en el Congreso, en una sesión dentro de la Comisión de los objetivos de desarrollo sostenible, la Agenda 2030. Ahí estuvieron representadas todas las fuerzas políticas excepto Vox, que no cree en la agenda 2030, está en contra, y no asiste regularmente. Tanto los representantes del PSOE como del PP fueron muy receptivos a la propuesta y esperamos que sean coherentes. La ley es una necesidad objetiva, clara y evidente, de justicia social.

Luego, en las últimas jornadas, hubo una representante del PSOE, la senadora Eva Bueno. Damos por hecho que [va en] la línea del Gobierno de coalición progresista, aunque el PSOE no lo lleva explícitamente en el programa, y que las fuerzas de la investidura lo apoyarán. Tengo dudas respecto a que harán Junts y el PNV. Los vecinos llevan esperando esta ley durante décadas y deseamos que los parlamentarios se ocupen de verdad de la gente.

P. La ley plantea un fondo vinculado a los Presupuestos Generales del Estado (PGE). ¿Han hecho algún tipo de cálculo para saber qué cantidad haría la ley eficaz?

R. Puede desarrollarse un reglamento en cuanto a indicadores, criterios de pertinencia y cantidades. Quisiéramos que los proyectos de esta ley financien programas plurianuales, como sucede en el caso de los fondos europeos. Si seguimos la Agenda 2030, en torno al 1% del PIB debería dedicarse para eliminar un objetivo básico: la reducción de la pobreza.

Los PGE no cubrirían la totalidad, porque la ley contempla que haya también fondos europeos y fondos autonómicos. Hay un compromiso de llevar esta ley al Parlamento andaluz para que haya un compromiso de la Junta de Andalucía, que no existe hoy por hoy.

La pobreza tiene varias facetas: una faceta que tiene que ver con lo estrictamente económico, de empleo, de condiciones de vida. Luego, hay que hacer una inversión en infraestructuras, en servicios públicos, en rehabilitación de la vivienda, en planes de educación, en seguridad, en convivencia y todo eso sostenido en el tiempo. En todos los diagnósticos hemos visto que se ha invertido mucho dinero pero han sido programas sectoriales puntuales y episódicos, que se terminan cuando termina el presupuesto.

Por eso exigimos cooperación entre las distintas administraciones públicas y también que sean programas intersectoriales, que no se aborde solo el empleo o la seguridad, sino que se haga un abordaje integral.

P. ¿Por qué existen estos barrios? ¿Son una una consecuencia del sistema económico y de la falta de implicación de las administraciones?

R. Hay un primer punto de base: la lógica de producción del capitalismo lo que nunca denuncia o aborda, lo que siempre deja oculto, es que produce miseria, desigualdad y marginación. Por ejemplo, en los tiempos de la crisis financiera internacional se generó una concentración alta de riqueza y una ampliación del número de familias y de territorios pobres. Y en esos territorios pobres las políticas públicas siempre han tendido desde la modernidad a ocultar, segregar e invisibilizar la pobreza. Y en los tiempos neoliberales también se ha criminalizado la pobreza.

Siempre se ha afirmado que en España la crisis puso en grave peligro el Estado de Bienestar, pero algunos afirmamos que en España no ha habido un Estado pleno de Bienestar. Ha habido un Estado de Malestar. No se ha desarrollado plenamente el Estado del Bienestar. Por ejemplo, Ciencia y Universidad: la inversión en ciencia y universidad en este país está muy por debajo de la media europea, como en sanidad, como en los medios públicos, como en muchos sectores estratégicos. No hemos desarrollado plenamente el Estado Social de Derecho y el Estado de Bienestar en los pilares básicos.

El abandono del Estado y de las Administraciones Públicas ha [derivado] en una realimentación de la pobreza. Cuando este país ha dependido no solo del turismo, sino también del ladrillo, esos procesos de especulación urbana han generado una mayor segregación territorial. Esto nunca se estudia, por más que se ha tomado ese modelo de la innovación, de las Ciudades Creativas: la gentrificación genera también espacios urbanos desconectados, lo que el sociólogo Scott Lash denomina territorios muertos, territorios en los que no hay actividad, intercambio, movilidad… No hay nada. Son territorios desconectados de la vida.

Esto se ha dado históricamente desde la modernidad capitalista en todos los países, pero hay que señalar que especialmente en España los procesos de especulación inmobiliaria y la propia estructura económica española han generado también grandes bolsas y territorios marginales y esto [ha sucedido] en todas las comunidades, pero especialmente en Andalucía por el nivel de renta.

El encarecimiento de la vivienda es muy desproporcionado. Los procesos de especulación expulsan a la población y determinan un territorio. Los dos factores son determinantes: el olvido de la Administración Pública y una lógica económica que especula con la vivienda y provoca marginación.

P. Elección tras elección aparecen en estos barrios unas cifras altísimas de abstención ¿Cómo analiza ese fenómeno?

R. Habría que hacer una autocrítica desde la izquierda. Defendemos la justicia social y la igualdad y estamos comprometidos con los sectores más vulnerables, con las capas populares. Habrá que formular por qué ese voto no se moviliza, porque a la derecha le viene bien que ese voto no se movilice. En los barrios acomodados de Sevilla van a votar disciplinadamente y el nivel de participación es muy elevado. En los barrios populares y más marginados, en los que se concentran las clases obreras y los sectores populares, la abstención es notable.

La izquierda debe empezar a trabajar en los barrios vulnerables, debe estar a pie de calle y debe trabajar con esos sectores, como siempre ha hecho desde el surgimiento de Comisiones Obreras, como ha hecho la izquierda clásica, [siempre] vinculada a los movimientos sociales, con la gente que más lo necesita: en las luchas contra los desahucios, en las luchas por la sanidad pública, por la educación, por la vivienda, contra la desigualdad y exclusión social. Ahí es dónde tiene que estar [la izquierda]. [En los últimos tiempos] es muy urbanita, muy concentrada en los espacios de gentrificación y no aborda, digamos, de frente, la realidad de los sectores populares, sea en los barrios vulnerables, sea en el ámbito rural.

Un replanteamiento de la política de la izquierda para movilizar ese voto exige mucha pedagogía democrática en el sentido gramsciano de estar trabajando la cultura, la cultura política y la educación democrática. [Hay] sectores que han desconectado también porque han perdido la esperanza y porque no han sido escuchados. Uno de los elementos de la escucha activa necesaria en la izquierda es dialogar, transformar el lenguaje y la práctica política en compañía de la gente, de la gente común. Ese el programa político que tenemos que llevar.

Si no se movilizan esos sectores, este país no se va a cambiar. Todos los derechos que se han logrado han sido fruto de las luchas de los sectores populares. Esto es un aprendizaje de la historia muy evidente. Esos barrios y estos sectores son una fuerza de transformación que está por trabajar y explorar en la izquierda.

P. ¿Está de acuerdo con las tesis de Antonio Maíllo, coordinador de IU? ¿Cree que la izquierda debe acudir unida a las próximas elecciones?

R. Sin ninguna duda. La alternativa de transformación de este país pasa por la unidad de la izquierda. Eso no debe ser objeto de discusión. Hay un espacio político en la izquierda plural, plurinacional, que debe ser articulado con método, con criterio y con voluntad política. Tengo serias dudas de que algunas fuerzas políticas de ese espacio tengan una vocación unitaria.

Se ha afirmado en otros debates la hipótesis italiana, un país en el que había una izquierda transformadora, la más numerosa, potente y organizada de toda Europa Occidental, el Partido Comunista Italiano: [ahora hay] un Gobierno de extrema derecha y una irrelevancia estatal de la izquierda por su desunión o por fragmentación territorial a nivel local.

Necesitamos una unidad y un proyecto articulado. Ahí, primero, hay que expresar esa voluntad. Segundo, es necesario abrir un debate en términos de construcción de frente amplio. Por tanto [un espacio] de participación popular de la gente: cómo construir esa alternativa unitaria de la izquierda. Unitario no significa uniforme, significa unidad de acción, como han hecho los sindicatos en la lucha para la defensa de los trabajadores.

Tenemos que tener primero la voluntad política de pasar de la fase de coalición a la constitución de espacios. [Esto] ha tenido éxito en Uruguay: el frente amplio en el que, con la autonomía de cada fuerza política, hay una convergencia político-electoral que garantiza un gobierno de progreso y políticas transformadoras.

[Hace falta un nuevo] método que abra el espacio a la participación de la gente, a un proceso constituyente y unitario de todos los actores, de todas las fuerzas políticas desde abajo, desde la participación y el diálogo con un programa mínimo común que se establezca y con garantías de que se haga sostenible en el tiempo en esa iniciativa unitaria.

P. ¿Y en el caso andaluz?

R. Hemos trabajado por esa unidad de la izquierda en Andalucía. Sebastián Martín Recio y yo hicimos, como mediadores, todos los esfuerzos posibles. No podemos sostener más tiempo un Gobierno como el de Moreno Bonilla, que se presenta como moderado, pero es tan ultra como Ayuso. [Ahí están] las políticas de financiación de la sanidad pública, de privatización de la salud y esa proliferación de universidades privadas que no tienen la mínima garantía. Ahí se ve, en los dos pilares básicos, la educación y la sanidad, la voluntad política.

No nos lo podemos permitir, entonces. Hay que hablar con todos los actores, hay que hablar con el andalucismo progresista, con los compañeros de Adelante Andalucía, con los compañeros de Podemos. Tendremos que sentarnos y hacerlo con tiempo. No podemos estar improvisando. A la gente no se le pueden dar coaliciones y alianzas electorales coyunturales, que son una suerte de oportunismo político para ser votados. La gente quiere firmeza, consistencia y claridad. Dentro de la diversidad se puede trabajar de manera unitaria en un programa mínimo común.

¿Si coincido con las tesis de Maíllo? Claramente. Si no hay un proceso unitario en la izquierda, esta política de fragmentación va a beneficiar, siempre ha sido así, a la derecha. Viendo las lecciones [de la historia] y siendo la excepción ibérica en el contexto europeo, lo que tenemos que ir es justamente a profundizar en las condiciones que hicieron posible el entusiasmo, la esperanza que generó el 23J: en este caso, en clave andaluza para garantizar una candidatura creíble y unitaria de todas las fuerzas desde la pluralidad.