Autor: Albert
Patologías de la información: un debate sobre la sociedad de hoy
El director de Zarabanda, Víctor Reloba, ha moderado en la Fiesta del PCE un debate sobre el poder de los medios.
En la Fiesta de PCE que está teniendo lugar este fin de semana hay lugar para diversas temáticas de debate y reflexión. Uno de los puntos sobre los que se ha compartido espacio han sido las «Patologías de la Información». La Mesa, moderada Víctor Reloba, director del medio ripense Zarabanda, ha congregado a la periodista y activista Cristina Fallarás, el comunicólogo y diputado de Sumar Francisco Sierra Caballero y la militante comunista Paula Velasco, experta en filosofía y estética.
El acto tenía como objetivo, en palabras de Reloba, «el poder reflexionar, más allá de las prisas, sobre el poder de la comunicación».
Fallarás ha reivindicado durante su intervención que la información y los medios de comunicación llevan toda la democracia ejerciendo violencia estructural e invisibilizando lo que no se quería contar. «Claro que se sabía que se nos violaba, pero no se decía», reclamó la activista feminista en relación al movimiento #Cuéntalo, que inició en 2018. Con #Cuéntalo Fallarás inició en las redes sociales un espacio en el que las mujeres fueron invitadas a relatar las distintas violencias que han sufrido.
«De repente, aquello que estuvo callado, emerge.», denuncia Fallarás. «Las redes sociales» sacan las vergüenzas a los médios de comunicación, destaca la también periodista.
Paula Velasco ha centrado su intervención en la reflexión de cómo la inteligencia artificial (IA) puede alterar en modo en el que interpretamos la realidad. «La imagen tiene valor epistémico: nos permite conocer el mundo porque tiene un vínculo directo con la realidad», explica Velasco. Sin embargo, la filósofa se pregunta qué pasará cuando las imágenes producidas por IA no sean indistinguibles de las que sí reflejan la realidad. La tecnología tiene muchísimos beneficios, defiende Velasco. «Puede ayudar a la medicina pero también al activismo o la información», dijo Velasco.
El peligro es la manipulación, que genera desconfianza, explica ella. «El verdadero problema es que desvela una realidad que ya estaba ahí», resume Velasco. «El proceso por el que interpretamos algo como real no tiene que ver sino con la predisposición mental que tienen ciertas personas a interpretar cierta información».
Déficit democrático
Finalmente intervino Francisco Sierra, que venía de la investidura fallida que repitió votación este viernes. «La historia tiene continuidades, aunque también tenga rupturas», expuso Sierra para defender que la situación trumpista de hoy no se podría entender sin la concrentración empresarial de los medios de comunicación iniciada con Reagan. «Creemos que la comunicación en este país es libre, pero no es verdad», denuncia. Explicó que un informe de Reuters presentó una radiografía de la prensa en España caracterizada por su déficit democrático y falta de pluralidad interna.
«Hay que politizar la comunicación», ha destacado el diputado de Sumar. «Politizar en el sentido de debatir el porqué se produce un enfoque y no otro», en referencia a las ausencias de perspectivas feministas o de clase.
Francisco Sierra Caballero: «Es hora de afrontar un debate nacional sobre los mediadores o intermediarios del discurso del odio»
¿Qué te ha llevado a dar ese paso adelante, y por qué ahora?
Como buen gramsciano, somos conscientes que no es posible la transformación social sin el compromiso histórico, sin contaminarse y asumir una suerte de epistemología del barro, nunca mejor dicho, en estos tiempos de fango y emergencia de las cloacas del Estado. Mantenerse en el espacio cómodo de la Universidad y el trabajo intelectual ajeno a la disputa política en un momento de cuestionamiento y ataque a la democracia y las libertades públicas no es ética ni socialmente sostenible. Es verdad que nunca antes he estado en la primera línea de la política, pese a los años de militancia y el trabajo en espacios como la FIM. Mi modesta contribución ha sido siembre en la lucha de las ideas y en los movimientos sociales, pero ante la actual coyuntura histórica y la propuesta de SUMAR había que aceptar el reto y trabajar por la construcción de un frente amplio. Y en ese empeño estamos, orgulloso de encabezar la lista al Congreso por Sevilla, por la Sevilla de Pepe Díaz, de una tradición y una cultura política que siempre ha pensado el principio esperanza en términos de unidad popular.
El 23J la izquierda superó las expectativas que todos tenían ¿Cómo analizas el resultado y el aumento de la participación cuando estábamos en plenas vacaciones?
Durante toda la campaña, tratamos desde el minuto uno de hacer pedagogía democrática explicando el fenómeno de la espiral del silencio, el marco cognitivo que la ultraderecha y el poder mediático instalaron en el espacio público sobre la supuesta mayoría absoluta de PP/VOX. Y avisamos que la encuesta más ajustada a la realidad era la del CIS. Los medios construyeron una burbuja mediática que pronto se fue desinflando. Cuando visitamos barrios y pueblos de Sevilla no solo percibimos una mayoría social a favor de un gobierno de progreso, sino un impulso e ilusión por el proyecto SUMAR que no percibíamos desde los tiempos de Convocatoria por Andalucía con Julio Anguita. Sabíamos que la movilización era esencial y que el discurso ultramontano de la derecha tenía por objeto, con los bulos y la desinformación, incentivar la desmovilización. Afortunadamente, logramos con un modelo de campaña muy capital, muy boca a boca, desmontar el imaginario de la mayoría absoluta de la derecha. En este sentido, la valoración, considerando las fechas y la presión ideológica de los poderes fácticos, puede ser calificada de muy positiva. En particular, la campaña de SUMAR ANDALUCÍA en Sevilla fue sin duda la mejor con diferencia, triplicamos en actos a otras fuerzas políticas, y logramos, cualitativamente, llegar a dialogar y pensar en común con la ciudadanía en los actos sectoriales y en cada territorio. Una experiencia que debe ser continuada.
No pasaron. Hemos resistido. PP y Vox no suman pero la izquierda lo tendrá más difícil que en la anterior legislatura para desarrollar su agenda progresista. ¿Cómo ves la configuración del próximo gobierno?
Era un hecho que el resultado iba a ser ajustado. Han sido meses de desinformación y campaña de la derecha mediática que han ido calando en la opinión pública, pero habrá nuevo gobierno de coalición y será una legislatura que debe abordar el frente cultural y la disputa política del sentido. Probablemente, las iniciativas legislativas van a ser limitadas por lo complicado del escenario de gobernabilidad, pero tengo el convencimiento que esta puede ser una oportunidad para articular el frente amplio de SUMAR como movimiento político y social e introducir en la agenda política debates pendientes como la financiación autonómica, particularmente lesiva para los intereses, por ejemplo, de Andalucía.
¿Cuál es el trabajo que tiene por delante Sumar a corto, medio y a largo plazo?
El primero y fundamental es definir el modelo de organización y proyectar a medio y largo plazo un proyecto de unidad popular con participación de la ciudadanía que defina en los territorios la organización del movimiento político y social y la construcción del sujeto político que haga posible el proyecto de país para la mayoría social. Hay que avanzar además en las propuestas programáticas y la agenda a llevar en la XV Legislatura, y desde luego pasar del ciclo de coaliciones y acuerdos puntuales a la constitución de una plataforma e identidad política con participación de los partidos, pero abierta al proceso transversal, participativo, desbordante que hemos podido palpar en la campaña y que sin duda demanda la ciudadanía ilusionada con la propuesta de SUMAR. Estas tareas postergadas por diferentes circunstancias deben ser, a mi juicio, prioritarias. Y exige volver a trabajar en los barrios, los centros de trabajo, los espacios públicos perdidos por una visión limitada de la actuación partidaria.
¿Qué objetivos te gustaría ver realizados en la próxima legislatura?
Desearía ver alcanzados al menos tres objetivos en esta legislatura. Primero, debemos suprimir la ley mordaza para recuperar el derecho a luchar por tener derechos. Es irrenunciable. No hay garantía de propuesta y protesta, de manifestación y reunión sin abordar este retroceso democrático. Por otra parte, desde el sur, desde Andalucía, es vital definir el modelo de financiación autonómica. Precisamos una agenda política andaluza propia, voz y políticas para atender por ejemplo la problemática de los barrios más pobres que sufren la desigualdad en nuestra tierra. Y en tercer lugar, aunque puede parecer muy específico o propio del interés académico de un experto en economía política de la comunicación, tenemos un serio problema de déficit democrático en el sistema informativo. Es preciso instituir un consejo estatal de medios como en el resto de países de la UE y definir políticas democratizadoras de la función informativa frente a la actual deriva tóxica y de degradación del trabajo periodístico. El duopolio y los intereses ocultos de los medios del sistema mediático explican la polarización y degradada calidad del debate durante la campaña o en la discusión de las iniciativas normativas del gobierno de coalición. Sabemos que no hay democracia sin información ni periodistas, pero esta se ha adulterado, en forma de fakenews, y los profesionales de la información precarizados viven a merced de intereses bastardos, cuando no se prestan a ser verdaderos francotiradores, y todo ello sin regulación ni fiscalización democrática por las políticas públicas. Es hora, en fin, de afrontar un debate nacional sobre los mediadores o intermediarios del discurso del odio. No es aceptable normalizar la barbarie que vulnera todas las normas deontológicas del oficio. Si no acometemos este reto, está en peligro la democracia.
Notas de campaña
Decía Bourdieu que cuanto mayor es la autonomía de un campo específico de la reproducción social, mayor es la proporción de lo que puede explicarse sobre la base de la propia lógica. En el caso de España, dudo que el campo periodístico se explique en términos de autonomía. Si así fuera convendría hacer, con carácter urgente, un llamamiento a la ciudadanía, una alerta democrática viendo cómo estamos en manos de malhechores, difusores de visiones escleróticas y paralizantes cuando no claramente tóxicas en contra de toda razón y los derechos fundamentales para convivencia pacífica. Pues domina el campo informativo en nuestro país gente que no sabe del buen vivir y se limita a ser meros divisores de la disyunción, expertos como son en la taxonomía de la banalidad, cuando no forzados esclavos de la espiral del disimulo y la malversación del derecho de libertad de prensa hoy al servicio del capital y la plutocracia. Privados como estamos la mayoría de la población del mínimo pluralismo interno y de toda capacidad de interpelación, no es de extrañar que el Barómetro del CIS de abril de 2020 arrojara datos que evidencian, conforme a la opinión mayoritaria, la necesidad de una intervención pública en el sector. A la pregunta sobre la regulación de bulos en las redes, el 66,7% era partidario de tomar medidas contra los excesos de los hijos de Musk, pero los medios mercantilistas, como La Razón, consideró en su momento este tipo de preguntas totalitaria, y no digamos ya la lógica democrática de exigencia de control social y responsabilidad pública. En la ideología de los enemigos de la libertad, el derecho a la comunicación es cosa exclusiva de ellos, de diarios como el ABC con una larga historia a sus espaldas de apoyo a la dictadura asesina de Franco, de propaganda afín a Hitler y Mussolini y de ocultación de la violación a los derechos humanos en contra de la constitución para dar cobertura a los poderes fácticos. Y se autodenomina diario conservador, prensa independiente, dicen, cuando en sus páginas un día sí y otro también mienten, manipulan y construyen una realidad o burbuja mediática inexistente, como la de la anunciada mayoría absoluta del PP. Convendrá el lector que tras los resultados del 23J un mínimo de autocrítica es exigible a los medios y profesionales del periodismo. Contrariamente a lo afirmado en su columna por el profesor Manuel Cruz, a la vista del desenlace de la convocatoria electoral es hora de ajustar cuentas y responsabilizar de los excesos a algunos actores que trabajaron contra la democracia y la voluntad popular, empezando por las encuestadoras que durante tanto tiempo han denostado el trabajo de una institución sólida como el CIS, léase Narciso Michavila de Gad3. En este examen de lo dicho y hecho no cabe esperar que la rectificación provenga de los periodistas y un sistema de medios de los que él mismo fue víctima propiciatoria.
Hace mucho tiempo, desde los años ochenta, con el auge del neoliberalismo, en España el derecho a la información se ha tornado en el deber de no pensar. Y cuando se piensa se corre el riesgo de morir, simbólicamente, o preso del cerco y silencio informativo. Por fortuna no vivimos situaciones críticas como las de México o Colombia. En el país azteca más de 140 profesionales han sido víctimas de los poderes económicos y el narco, pero los medios del duopolio en España atacan a López Obrador por su crítica a la prensa y las propuestas de regulación democrática de operadores externos y acreditados golpistas como Facebook o Twitter (analicen si no el caso de Brasil). Cabe preguntarse, en este sentido, quién tiene derecho a la crítica en un modelo de mediación concentrado, asimétrico y que tiende a socavar las bases de la convivencia democrática. ¿Sólo los periodistas? Si es así, como profesional de la información y Catedrático de Periodismo he de manifestar que la profesión está degradada en México y en España, subyugada la autonomía necesaria de los informadores y suprimida toda pluralidad en los medios públicos y privados. Y ello ha tenido graves consecuencias en la calidad democrática de la deliberación en el espacio público, incluso en el ámbito de la izquierda.
El nacional populismo o la enfermedad infantil del izquierdismo es hoy un discurso preponderante que anula toda práctica política efectiva, limitando los términos de discusión de lo deseable y decible de acuerdo a lo políticamente correcto. Esta dinámica es transversal y abunda en los sectores retardatarios de la derecha. Podría de hecho empezar a correlacionar miserabilismo y cultura de la sumisión que prolifera en la esfera mediática mientras se proyecta el linchamiento y la norma de la difamación como dos caras de la misma moneda que explica el ascenso del discurso de VOX. Ahora, no hay acción sin reacción, ni involución sin crisis y contradicciones. Toca pues pensar, en este escenario, qué tipo de acción política y alcance en clave marxista es preciso implementar. No es el objeto de estas primeras notas de campaña vividas en primera persona avanzar propuestas concretas de futuro. Menos aún en forma de columna de opinión. Somos gramscianos y seguiremos haciendo pedagogía democrática de la esperanza incluso con aquellos que no quieren aprender. Cierto que no se puede explicar la teoría de la evolución a un obispo, pero sí dejar en evidencia las falsedades del relato y la ideología de quienes han normalizado el neofascismo y se ponen de perfil en la falsa equidistancia del llamado periodismo independiente que ni es autónomo y menos aún respetuoso de la deontología profesional. Sí la mayoría de periodistas y medios de este país son colaboracionistas y demuestran a diario que siguen anclados en el franquismo sociológico, llama la atención cómo es que no se dan cuenta que producen vergüenza ajena, que nadie les cree, que son cada vez menos quienes les escucha, lee o sigue, justamente por la misma razón. En fin, ha quedado en evidencia esta campaña que habiendo asumido definitivamente el cinismo como norma, es tiempo de buscar otras mediaciones productivas y dialógicas. Veamos cómo.
Edén digital
Mi hija vive en la simulación permanente. Es otaku –o, mejor: Kidults– y pertenece a una generación incapaz de mediar y de apropiarse de la realidad materialmente; de ser, en suma, responsable de su propia vida, principio de autonomía que presupone asumir las frustraciones con las que cada cual ha de avanzar en su trayectoria vital.
Entre la realidad y el deseo cernudiano, la Generación Z parece anclada en el terreno de la nada. Y ello tiene consecuencias preocupantes, pues no es cierto que estemos ante la generación más preparada de la historia. De hecho, los universitarios de hoy están, como dicen en mi tierra, «apollardaos».
En la dialéctica deber/deseo, han abrazado el individualismo posesivo y el reino de la banalidad, cuando precisamente, en un mundo tan complejo, son más necesarios la razón, el estudio y el compromiso con el lenguaje de los vínculos, con especial atención a los sectores vulnerables, cuidando y aprendiendo del saber de la vejez, frente a la lógica del aislamiento, la soledad o la muerte.
Se trata, pues, de dos pulsiones que sufren nuestros jóvenes en un elevado porcentaje, tal y como ilustran los altos índices de malestar y de problemas de salud mental que anualmente documenta el sistema público sanitario. Y es que, en este tiempo, andamos huérfanos de amor fraternal y afectos solidarios que hagan habitable la vida. La crítica del Edén digital no es otra que la vindicación de una democracia de alta intensidad en tanto que república de los cuidados.
El universo postdisney de la silicona, los GAFAM (Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft) nos han instalado en un hábitat insostenible, un modo de vida dominado por la exhibición narcisista y la cultura del postureo donde solo cabe la espiral del disimulo y la sensación de vacío.
Los instagramers no habitan, de hecho, en la historia: fijan imágenes. No viven, detienen el tiempo, cosifican el acontecer, las más de las veces figurando o de puro atrezzo. Teatro de la comedia sin trama, viven el drama de la muerte en vida.
Y en este universo zombi nos enfrentamos hoy a una cultura sin imaginación ni poder proyectivo, pues es la pura mímesis y el imperio de la absoluta redundancia la que imprime el carácter de la actual forma fanática de reproducción social.
Las nuevas aulas sin muros de divertirse hasta morir han universalizado así el síndrome de abstinencia del buen vivir. Del TikTok al toc-toc, los jóvenes ya no juegan en las calles ni transitan el proceso de maduración lógico y genético estructural que dé tiempo a saborear la experiencia de lo nuevo.
En la burbuja de las pantallas, no es posible disfrutar del tikitaka ni imaginar otro futuro posible distinto al capitalismo, pues la creatividad es libre y en ocasiones salvaje, como la propia naturaleza. El orden y progreso al que están condenados es el que ya ha proyectado para todos la Santa Alianza, con sede en Silicon Valley: una universidad corporativa del futuro teletrabajo en la era del colapso que organiza golpes de Estado en países como Bolivia para apropiarse del litio, pues en la llamada «era inmaterial», la lógica de la acumulación por desposesión mantiene toda la crudeza de la economía política pura y dura.
Tanto es así que las tecnologías digitales consumen ya el 10 por ciento de la electricidad mundial y emite el 4 por ciento de las emisiones de CO2. El solucionismo tecnológico, cuestionado por Evgeni Morozov, es una suerte de tecnocracia aceleracionista de una sociedad disciplinaria, estrictamente jerarquizada con un claro cometido: imponer el vasallaje del orden de ellos.
La panoplia de razones para esta visión totalitaria que justificaría la era del control digital es conocida: transparencia, eficiencia, acceso y autonomía como promesas, pero los hechos nos muestran a diario exactamente todo lo contrario, y no hablo del cierre del código o del cercamiento de los bienes comunes, ni del proceso de concentración de la red, sino de las normas feudales que lo rigen.
El formateo tecnológico de la cultura wasp es más bien propia de una visión autoritaria a lo Arnold, empeñada en controlar la anarquía, lo que dicen que es el desorden, ante las demandas de la plebe, y no, como nos han vendido, la esplendorosa ensoñación supuestamente contracultural de Steve Jobs.
Es más, el orden del futuro digital empieza con el control total de nuestro tiempo. La era Netflix es el imperio de la saturación y la desmemoria, la ocupación completa de los mundos de vida. Y el teletrabajo la distancia que no genera reflexividad a diferencia del efecto de distanciamiento brechtiano.
Se trata más bien de la aminoración del antagonismo social por control remoto. Algo así como el call center o los contestadores automáticos de atención al cliente con los que nos entre-tienen. Técnicas del neoliberalismo para la política de lo peor que sufrimos a diario pero que no alcanzamos a percibir.
Existe, de hecho, una suerte de brecha cognitiva o disonancia entre lo que se percibe y el impacto real de los actos de consumo y producción que nos imponen. Mi compañero de Andalucía Digital, Aureliano Sáinz, apuntaba en esta dirección a propósito de algunos de mis aportes al tema, cosa que agradezco por nuestro común amigo, Antonio López Hidalgo, y por la deferencia.
Gracias por el detalle, Aureliano, justo en las fechas de mi estreno como diputado. Pero imaginará el lector que no he venido aquí a hablar de mi libro. El cuerpo me pide más bien hacer un diario de campaña en primera persona sobre lo vivido mediáticamente en estas elecciones del 23J.
Prometo escribir a propósito un par de columnas próximamente. Ahora solo permítanme dejar constancia de una idea y un lamento. Empecemos por lo último. Cada jornada de campaña no dejé de pensar lo mucho que me hubiera ayudado Antonio López Hidalgo para encarar unos medios que mienten por sistema, que están vendidos y cuyos periodistas, o faltan a la verdad (Lourdes Lucio), o no escuchan y venden sin decencia ni docencia relatos prefabricados (Teodoro León Gross) cuando no simplemente ni siquiera son periodistas (Juan Carlos Blanco). Por no hablar, claro, de los del sindicato del crimen, embarcados en el discurso del odio y la fabulación del miedo.
No es el momento de abordar tales cuestiones de las que nos ocuparemos en detalle más adelante, con calma y análisis. Corresponde, en este momento, llamar la atención sobre una sola idea que justificaría deconstruir el imaginario del Edén digital.
Nos referimos a la insostenibilidad de la vida con este sistema de mediación. Es hora, en fin, de discutir la mochila ecológica, la disyuntiva que nos planteara Julio Anguita en la Fundación de Investigaciones Marxistas (FIM), meses antes de fallecer.
Es urgente empezar a pensar el coeficiente multiplicador de la huella ecológica de este falso paraíso digital, porque en juego está el futuro, la vida, lo común, ni más ni menos. Y porque sus portavoces, a los que hay que señalar como colaboracionistas cual obtusos propagandistas de la negación y el neofascismo emergente, están contaminando el aire y empieza a ser irrespirable el ambiente, por su toxicidad.
Así que, dada la dificultad de convivir, en paz y democracia, como exige el sentido común, procuraremos hacer pedagogía, en un sentido gramsciano, con quienes aún tienen voluntad de escuchar y aprender porque, en cierto modo, saben, por activa o pasiva, cuál es el sentido y etimología de la palabra Comunicación, de la raíz latina comunicare. Omnia sunt communia.
Tres presentaciones en México del último libro de la FIM sobre Adolfo Sánchez Vázquez
La recta final de agosto tendrá a Adolfo Sánchez Vázquez como protagonista en los circuitos académicos mexicanos. Dicha semana tendrán lugar tres presentaciones del libro Adolfo Sánchez Vázquez. Filosofía, estética y política para una lectura marxista de nuestro tiempo (Tirant lo Blanc, 2023), coordinado por el profesor de la Universidad de Salamanca y ex diputado de IU en las Cortes de Castilla y León José Sarrión Andaluz y por el profesor de la Universidad de Sevilla y actualmente diputado de Congreso por Sumar Francisco Sierra Caballero, y editado por la Fundación de Investigaciones Marxistas (FIM) y Transform! Europe.
La primera de estas presentaciones tendrá lugar el martes 22 de agosto en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. En la misma participarán la profesora Diana Fuentes de la UNAM y el profesor Samuel Arriarán de la Universidad Pedagógica Nacional, junto a José Sarrión como co-coordinador de la obra. Tanto Fuentes como Arriarán fueron discípulos y colaboradores directos de Sánchez Vázquez y extensos conocedores de su obra. Samuel fue discípulo de Sánchez Vázquez y más tarde profesor adjunto de Sánchez Vázquez, conociendo a dicho autor de primera mano, mientras que Diana Fuentes fue discípula de Sánchez Vázquez entre finales de los 90 y principios de los 2000, representando una de las voces más autorizadas de la nueva generación de jóvenes marxistas mexicanos en torno a la obra de Adolfo, además de ser miembro del estimulante proyecto autogestivo El Común, revista autogestionaria de la izquierda mexicana. Tendrá lugar a las 18h (hora mexicana) en el Salón de Actos de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
La segunda presentación, la única que tendrá emisión streaming, tendrá lugar el jueves 24 de agosto en el prestigioso Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM. Junto de Gabriel Vargas Lozano (Cefilibe-UAM-Itzapalapa), Aurelia Valero Pie (IIFs-UNAM), Ambrosio Velasco (IIFs-UNAM), César de Rosas (PEA-IIFs, UNAM / Seminario de investigación sobre tecnología y filosofía hispanoamericana) y Astrid Dzul Hori (PEA-IIFs, UNAM / Seminario de investigación sobre tecnología y filosofía hispanoamericana), además del propio Sarrión. Se trata de una mesa de altura: el profesor de la UAM Vargas Lozano fue Presidente de la Asociación de Filosofía de México, además de amigo y colaborador de Adolfo Sánchez Vázquez y una de las voces más reconocidas del marxismo mexicano. El profesor de la UNAM Ambrosio Velasco fue coordinador de la Maestría y el Doctorado en Filosofía de la Ciencia y, de 2001 a 2009, director de la Facultad de Filosofía y Letras, así como autor de una larga trayectoria intelectual. César de Rosas, joven profesor de la UNAM, es el Coordinador de la Cátedra Extraordinaria Maestros del Exilio Español de 1939, así como Coordinador académico del Seminario de Investigación sobre tecnología y filosofía hispanoamericana, y muy destacado representante de una nueva generación mexicana de investigadores del exilio español y el marxismo. La profesora Aurelia Valero es una reconocida especialista en filosofía del exilio español de 1939, habiendo dedicado un admirable volumen de investigación en torno al también filósofo republicano exiliado José Gaos, además de ser miembro de la Red Internacional de Estudios sobre el Exilio Filosófico Español (RIEFE) o la Red de Investigadores de Teoría y Metodología de la Historia, entre otras. Dicho evento podrá seguirse en directo a las 19 h. (hora española, 11 h. hora mexicana) el jueves 24 de agosto, en el canal de Youtube del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM: https://www.youtube.com/@FilosoficasUnam
La tercera presentación tendrá lugar en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), y contará con la participación de José Ramón Fabelo Corzo y Jorge Daniel Alcántara León, ambos profesores de dicha universidad, junto a José Sarrión. Fabelo Corzo, además de profesor en la BUAP, es Investigador Titular del Instituto de Filosofía de la Habana y dos veces Premio Nacional de la Crítica Científico-Técnica en Cuba (1991 y 2005), premio de la Academia de Ciencias de Cuba (2003) y Orden Carlos J. Finlay del Consejo de Estado de la República de Cuba (2010), así como fundador, director e integrante del consejo académico y editorial de la Colección La Fuente. El profesor Dr. Jorge Daniel Alcántara León es Director del Programa de Estudios Universitarios en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), con una larga trayectoria docente e investigadora en dicha universidad. La actividad tendrá lugar el viernes 25 de agosto a las 13h (hora mexicana), en el Auditorio Luis Villoro (Casa del Pueblo, Av. Juan de Palafox y Mendoza, 410). Organizado por la Colección La Fuente y la Maestría en Estética y Arte de la BUAP.
Gran lanzamiento de la Encuesta Nacional de Culturas Políticas y Democracia 2023
Aureliano Sáinz | Marxismo y comunicación
He tomado el título del libro publicado por Francisco Sierra para felicitarle en algo que muchos de los que me están leyendo ya sabemos: que encabezó la lista por Sumar en las últimas elecciones al Congreso de Diputados por Sevilla y que fue refrendado en ese cargo. Lógicamente, en estas breves líneas, quisiera dar la enhorabuena a quien tengo como compañero en la sección de Firmas de Andalucía Digital y al que podemos leer de manera habitual en su columna Desde el sur y desde abajo.
También hago referencia a este libro suyo, el último que ha publicado, ya que estuve en la presentación que llevó a cabo –si la memoria no falla– a principios de mayo de 2021, en el Centro Cultural Alcalde Antonio Carpio de Montilla. Allí estaban para su presentación dos grandes amigos: Pepa Polonio y Antonio López Hidalgo.
En el espacio abierto al aire libre, en una tarde espléndida, con las mascarillas puestas, dado que todavía coleaba el coronavirus a lo largo y ancho del país, y con el espacio lleno de asistentes que querían escuchar a este catedrático de Teoría de la Comunicación de la Universidad de Sevilla, pudimos seguir las intervenciones de quienes presentaban el libro y, posteriormente, al propio autor.
Al finalizar el acto, Francisco Sierra, Antonio López Hidalgo, Juan Pablo Bellido y quien firma este escrito continuamos debatiendo hasta avanzada la noche en un bar cercano. En mi caso, regresé a Córdoba una vez que dimos por finalizada la charla.
Posteriormente, en otras dos ocasiones hemos vuelto a encontrarnos: una de ellas fue en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla y, la otra, en la Casa de las Aguas de Montilla; en ambos casos para rendir homenaje al amigo que nos dejó inesperadamente el año pasado.
Puesto que he comenzado con el título del libro, Marxismo y comunicación, que porta como subtítulo Teoría crítica de la mediación social, brevemente, puedo decir que para aquellos que pudieran estar interesados en su lectura, en sus casi 400 páginas, encontramos un texto de un rigor conceptual y narrativo muy alto, por lo que hay que leerlo despacio para ir acogiendo el pensamiento de un autor que conoce bien la obra de Karl Marx, tal como acreditan las amplias referencias al político alemán.
Por otro lado, para que entendamos que nos encontramos ante una obra de gran valor en el campo de la teoría de la comunicación, debo apuntar que su prólogo lo realiza el belga Armand Mattelart, uno de los grandes sociólogos contemporáneos, lo que es indicio de que el amplio texto cuenta con el respaldo de uno de los teóricos de la comunicación más relevantes de nuestro tiempo.
No quisiera cerrar este escueto homenaje a este amigo y compañero sin al menos extraer algún párrafo de su obra. Así, en la página 46 podemos leer:
En el umbral del cambio civilizatorio que inaugura, con sus incertidumbre y amenazas, la cuarta revolución industrial, retos estimulantes, ilusiones y recelos diversos perfilan el horizonte de la construcción colectiva de una sociedad en crisis…
En esa construcción colectiva a la que alude Francisco Sierra, creo que, de algún modo, ambos nos encontramos. Así, miro hacia abajo desde mi Negro sobre blanco –dentro de las firmas que se encuentran en Andalucía Digital (o lo que es lo mismo, las que aparecen en la pantalla cuando se desplaza con el ratón)– y me siento acompañado por Desde el sur y desde abajo, sección que espero encontrarla por mucho tiempo, dado que, quizás, a partir de ahora su autor podrá comprobar cómo sus tareas se le multiplican.