Sistema informativo y calidad democrática

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Toda democracia presupone, por principio, un sistema de información plural, transparente y equilibrado. No es posible el diálogo público sin un ecosistema informativo autónomo, diverso y que cumpla el principio de acceso y participación que nuestra Constitución consagra en el artículo 20. Tales condiciones normativas son, sin embargo, exigencias ni siquiera consideradas por lo general en el proceso de deliberación y discusión política. Más aún desde que las transformaciones aceleradas de la revolución digital y la ausencia de políticas activas del Estado para garantizar el pluralismo interno y la diversidad sociocultural necesarias han naturalizado una concepción mercantil, y consumista, del derecho universal a la comunicación. En un contexto de intensivo proceso de concentración mediática, con la consiguiente precariedad de la profesión, y de mercantilización extrema de la producción informativa, algunas voces han empezado, no obstante, a dejar en evidencia en nuestro país el grave deterioro del entorno periodístico y los efectos nocivos para la democracia de un modelo de organización informativa caracterizado por la infoxicación, el culto a la mentira y el uso propagandístico sistemático y desmesurado de la oligarquía económica y del sistema partidario, lo que se ha traducido en una crisis aguda de confianza y credibilidad de los públicos y la desafección de las nuevas generaciones respecto a los contenidos de actualidad informativa. Los informes anuales del Instituto Reuters son concluyentes a este respecto y sitúan a nuestro sistema mediático nacional como uno de los peores de la UE. Llama la atención cómo esta tendencia contrasta con la autopercepción que los propios informadores y las principales cabeceras y medios sostienen sobre sí mismos pese a que el discurso y presentación del campo periodístico ya no justifique tanto su accionar en la idea de independencia como en la sostenibilidad del mercado en tanto que medios mercantilistas. Este desplazamiento es algo más que simbólico. Que el poder informativo no insista tanto en los criterios de calidad, autonomía y profesionalidad por la lógica de valor que penetra desde los años ochenta, con el marketing editorial, las redacciones, significa una enmienda a la totalidad del mito de la libertad de prensa justo en un tiempo en el que la dependencia de los medios es cuasi absoluta con respecto a los poderes fácticos, el capital financiero y los grandes operadores de telecomunicaciones y compañías eléctricas, dejando en evidencia las contradicciones entre dichos y hechos, entre discurso y práctica periodística, sea en la cobertura del genocidio de Gaza, en el despliegue atlantista del conflicto en Ucrania o cuando se suceden los desahucios bancarios y las medidas sociales del gobierno de coalición.

En este contexto, la iniciativa del ejecutivo de una política de regeneración democrática en materia de medios ha sido recibida con un alud de críticas y descalificación cuestionando, por principio, toda iniciativa de regulación del Congreso en materia de política de medios, un mantra neoliberal que persiste en toda la UE y replica la doctrina de la primera enmienda de Estados Unidos, a saber: la mejor ley de prensa es la que no existe. Un ejemplo de esta lógica de los medios que no hace mucho solicitaban financiación pública del Estado para su sostenimiento desde AEDE es El Mundo que al señalar las amenazas a la libertad de expresión empieza por destacar toda crítica a la prensa. Con motivo de la campaña contra La última hora, que dice lo que se oculta de la Casa Real y de lo que hace habitualmente el cerco mediático en la tramoya de la historia, este diario, como otros en distintas ocasiones, enarbola un discurso que subsume el derecho universal a la comunicación como un derecho exclusivo de los periodistas y, de facto, como un derecho de la empresa informativa. Cuando Víctor de la Serna sentencia que la libertad de expresión tiene límites, las libertades de los demás elude, como es habitual entre la profesión, considerar cuestiones estructurales que sitúan a España como uno de los países con mayor riesgo y restricciones a la libertad de prensa, no tanto por el desarrollo normativo de una política de comunicación específica, como por la ley mordaza y la cultura de la impunidad del desacato que ha conformado una cultura informativa autoritaria y oligopólica, sostenido por la precariedad de los propios periodistas que suelen desarrollar su actividad profesional en situaciones de subalternidad extrema y dependencia absoluta de los grandes operadores del mercado. Sea el caso de Vicente Vallés y ATRESMEDIA al servicio de la banca, las hidroeléctricas y los fondos buitre, y en general del IBEX35, o la proliferación de medios de extrema derecha como Libertad Digital y OK Diario que fabulan la realidad, normalizando la barbarie narrada por Umberto Eco en Noticias de Mañana, el corporativismo mal entendido (perro no come a perro) del sistema informativo en nuestro país conforma así el espacio público como un campo social cercado, unidimensional y hegemónicamente estructurado por las voces autorizadas del poder económico y la derecha patrimonialista en posesión del Estado, validando la hipótesis de que nuestro sistema político y mediático vive el bipartidismo no tanto de la fallida transición democrática del 78 como la de liberales y conservadores del siglo XIX en plena era de la revolución digital.

En el número de julio/agosto de El Viejo Topo, Genís PLANA ponía el énfasis, en un sentido prospectivo, en la centralidad de la maquinaria mediática y su capacidad de promover narrativas políticas, marcos cognitivos para el consenso social en torno al capitalismo y la centralidad de la empresa como hacedora del bien común, sea en la lucha contra el cambio climático o en la propia transformación de la economía con la revolución digital. La centralidad de la comunicación en la crisis del capitalismo y la emergencia de las formas autoritarias y neofascistas de gobierno en Europa es más que evidente. Y conviene abordar una reflexión cuando menos sucinta sobre elementos de crítica y análisis para transformar una realidad, que como toda lógica de la mediación es estructurable, debe ser objeto de controversia pública y requiere la intervención política en forma de políticas activas de comunicación. En esta línea, de acuerdo con la denominada por Chul Bul Han era de la INFOCRACIA, es necesario empezar por abordar tres ejes determinantes del actual modelo de mediación social propia de la cultura política de la posverdad marcado por fenómenos como el asalto a la razón y la crisis de legitimidad de la democracia ante las contradicciones y el colapso del capitalismo en su salida a la crisis de acumulación por desposesión. Nos referimos a la exigencia para la calidad democrática de la verdad, la confianza y la memoria.

VERACIDAD, INFORMACIÓN Y MEDIACIÓN SOCIAL DE LO COMÚN

En un contexto de emergencia y dominio del discurso público fascista, el dramaturgo alemán Bertolt Brecht concluía que para decir la verdad las principales cinco dificultades que tiene todo sujeto político pasa, a su juicio, por:

  1. El valor, la dignidad y el poder decir y hacer pública la verdad cuando en tiempos de Trump y Milei el discurso del odio, la propaganda del miedo, domina todo el espacio social haciendo imposible enunciar lo evidente, como ilustrara en su drama didáctico La excepción y la regla. El sentido del lawfare no es otra cosa que la picota medieval del siglo XXI, la muerte civil y el castigo ejemplarizante medieval, como pudo comprobarse con la persecución de Julian Assange, o como ocurre regularmente con dirigentes de la izquierda en España, Chile, Brasil o Colombia, por no hablar de Portugal. De ahí que la delación y los colaboracionistas, en los medios y en las instituciones, proliferen por doquier y hagan cada día más difícil algo tan elemental como tener el arrojo de defender la verdad contra la oligarquía económica y sus ejecutores en el desplazamiento de la realidad por la representación que confunde la opinión publicada con la Opinión Pública.
  2. La inteligencia, la capacidad de comunalizar el conocimiento, en el sentido gramsciano, como filosofía de la praxis, es otra condición para organizar metódicamente, con disciplina, con voluntad de poder, los resortes y grietas del hegemón a la hora de construir un espacio democrático de interlocución. Llama la atención en este sentido la escasa cultura política de los profesionales de la información sobre políticas mediáticas, sobre el Derecho a la Comunicación, sobre alternativas de cooperación, autogestión y corregulación de los medios informativos, cuando las experiencias, dentro y fuera de la UE, son numerosas y conocidas al menos en los principales gremios sindicales de los periodistas europeos. De modo que la falta se saber y conocimiento de uno de los actores clave del sistema dificulta toda política de progreso en esta materia.
  3. El arte de hacer la verdad manejable, inteligible y comunicable. En sus últimos escritos, Horkheimer reflexionaba sobre la elección del mal. Qué hacemos, cuestión por reflexionar siempre en la izquierda, si el común, los sectores populares, eligen el mal, si apoyan el discurso restaurador neofascista, cómo hacer, en fin, pedagogía democrática en los medios, cómo desplegar mediaciones articulables desde los frentes culturales que avancen en dirección contraria a lo que hoy vivimos en el ecosistema informativo. No cabe duda que no es posible el cambio social sin política de comunicación y sin una estrategia sentipensante que haga que la comunicación sea comprensible pero también que emocione para cambiar la vida, para cambiar la historia. Esta exigencia formó parte de la propuesta estética y política del teatro épico de Brecht y ha sido objeto de reflexión de la teoría crítica sobre las formas culturales, pero desde la izquierda, salvo episódicamente, como con la emergencia del 15M y Podemos, apenas se ha explorado y constituye aún un reto en la disputa antagonista por el dominio público en materia de comunicación.
  4. La confianza y el liderazgo de quien pueda hacer posible otra lógica de la mediación social que haga de la verdad la norma y no la excepción.
  5. La astucia de la razón que, en términos del filósofo sardo, no es otra cosa que instrucción, estrategia, escucha activa de los sectores populares, pedagogía y organización de la resistencia en el despliegue de la lucha o disputa del sentido social.

Estas cinco condiciones marcan ya una hoja de ruta para articular un proyecto alternativo de futuro en materia de comunicación y cultura y enmarca el debate reciente en España sobre regeneración informativa en otro enclave y con distintos clivajes que conviene discutir desde la tradición emancipadora, dada la ausencia de programa y estrategia en esta materia que ha aquejado la acción política de las fuerzas de izquierda históricamente, en estos momentos, de forma preocupante.

CRISIS DE LA REPRESENTACIÓN

La discusión sobre la necesaria regeneración democrática en los medios nacionales es indisociable de la crisis de legitimidad y de representación que socava toda mediación política y cultural de los poderes públicos, particularmente el judicial, pero también de la propia función mediadora del periodismo con la notoria desafección de los públicos y la creciente desconfianza de la ciudadanía por la mala praxis dominante en la profesión. Esta lógica de la desintermediación no representa en modo alguno un proceso democratizador, sino antes bien un desplazamiento y concentración del poder simbólico de actores nacionales, los medios generalistas o tradicionales de base nacional, hacia gigantes tecnológicos que conforman la dieta informativa de los ciudadanos según sus intereses y agenda oculta, por lo general manifiestamente ultraderechista y autoritaria como ilustran los casos del Brexit, la guerra de Ucrania o los golpes de Estado mediáticos en Bolivia, Brasil y Venezuela. El resultado de todo ello es la pérdida de horizonte referencial, la colonización de la conciencia por las llamadas falsas noticias. En la era trumpista, las masas aceptan todo: la tosquedad del falseamiento, la superstición y creencias prefabricadas, el bulo o la insidia con dolo, el jesuitismo sofista o la modelación calculada del sesgo. Como anotara Gramsci en su tiempo, el momento que se atraviesa hoy es tan crédulo, fanático y partidista que no puede ser perjudicial el fermento de la crítica, un elemento de pensamiento, un núcleo de gente que mire más allá de los intereses inmediatos. El problema es que apenas hay grietas por las que intervenir un sistema o campo, el mediático, que determina no solo la agenda de temas por deliberar, sino que además interfiere y evita toda regulación y política que afecte a los propios intereses, salvo que se regule para continuar con la espiral de concentración y disimulo con la que nos presentan su quehacer informativo.

Ello es posible, en buena medida, porque el sector ha logrado imponer su norma y el capital financiero que domina el campo informativo no está dispuesto a mudar las reglas del juego. Por si esta dinámica de cercamiento no fuera suficiente, actores como OPEN SOCIETY de Georges SOROS financia grupos de investigación y colectivos supuestamente en defensa del derecho universal de la comunicación que cumplen un papel similar a la Sociedad Interamericana de Prensa, la patronal del sector en las américas, FUNDAMEDIOS y otros institutos ligados al poder económico con las que se clasifican las víctimas dignas o indignas de vulneración de la libertad de expresión según la geopolítica del Pentágono.

Que el discurso del odio y la internacional ultraderechista opera a escala global, más allá de Steve BANNON, es un hecho consabido, no solo por las declaraciones de Elon Musk. La coordinación ideológica, mediática y económico-política de los adalides de la posverdad se evidencia en la agenda común de la UE y se materializa en una articulación o plataforma no precisamente solo a nivel político, pues en su seno comprende imperios y operadores transnacionales como News International Corporation (Grupo Murdoch), actores financieros como Goldman Sachs y grupos ultra neonazis con sus terminales locales como el Ku Klux Klan o los neofranquistas de Vox que actúan de arietes del discurso restaurador de forma similar a como tuvo lugar la crisis de representación y confianza, el discurso cínico de la corrupción y la estigmatización de población, en los años 30 del pasado siglo. De ahí la pertinencia de reconstruir las enseñanzas de la propaganda y el papel de los medios en la historia.

MEMORIA, HISTORIA Y POLÍTICAS MEDIÁTICAS

Una facultad cognitiva fundamental de la inteligencia creativa es la memoria. La información es un proceso sujeto a la dialéctica de mediación entre mano y cerebro, el decir y el hacer constituyen la base de toda experiencia comunicacional, y particularmente mediática, de ahí la importancia de pensar la agenda de los medios en clave del montaje y desmontaje de la historia, y las políticas del recuerdo que, más allá del discurso negacionista del holocausto o el genocidio franquista, apunta a la importancia de pensar cómo opera la infoxicación con el principio de inversión semiótica para hacer efectivo el discurso de que la guerra es la paz y la esclavitud la libertad en un sentido owelliano.

Más allá de la dialéctica del amo y del esclavo, sabemos que la cultura es transformación, agencia y autonomía que hace posible el despliegue de la potencia emancipadora del principio esperanza siempre que la disputa del sentido común se teja con los mundos de vida, con las culturas populares. Esto ya lo supo ver Heritage Foundation y fue llevado a la práctica Reagan y más recientemente Trump, Bolsonaro y Milei. De ahí la necesidad de aprender de la historia tal y como demostramos en “La guerra de la información” (CIESPAL Quito, 2016). Pues los fenómenos que tienen lugar en nuestro tiempo son producto de continuidades y rupturas, de quiebres y aperturas a tomar en cuenta desde una perspectiva histórica. Esta lectura, como las políticas de reconocimiento, es central desde el punto de vista de impugnar la lógica de control informativo y la deriva ultramontana del discurso público que medios y mediadores imprimen en la esfera pública sin cuestionar, por el periodismo de declaraciones, los pronunciamientos altisonantes de líderes políticos de la derecha y sus reforzadores de opinión o tertulianos que operan tal cual como comentaristas a sueldo de los intereses dominantes en la estructura de accionariado del sistema informativo. Ahora, esta conformación, extrapolable a otros contextos, no es natural, de hecho. España es una anomalía, por la extrema gravedad y tratamiento informativo del fascismo emergente. Existen, no obstante, experiencias y opciones, vías de intervención, que pueden y deben alterar el ecosistema informativo para profundizar la democracia en dirección opuesta al modelo de restauración autoritaria que se proyecta en el horizonte político nacional.

ALTERNATIVAS DEMOCRÁTICAS

En los últimos días, han sido innumerables los artículos de opinión y debates a propósito del plan de regeneración del sistema mediático. Desde luego no ha sido el momento más idóneo ni la coyuntura política más adecuada para vindicar, específicamente, la reforma de nuestro sistema informativo, pero quienes llevamos más de treinta años defendiendo políticas democráticas de comunicación sabemos que urge acometer esta asignatura pendiente de la democracia y abrir el debate en la esfera pública sobre el papel de los medios y las mediatizaciones que experimenta nuestro sistema político, con más falencias que potencialidades, desde el punto de vista de la calidad y el debido pluralismo. La ausencia del Estado y los poderes públicos en la regulación del Derecho a la Comunicación ha impedido a día de hoy garantizar principios constitucionales básicos, recogidos en el artículo 20, como el derecho de acceso y la participación de la sociedad civil. Bien es cierto que cuanto más complejo es un sistema más difícil es percibir y proyectar sus interacciones al intervenir desde los poderes públicos para configurar ecosistemas saludables democráticamente. Pero este argumento interesado de actores con una posición dominante no debe servir de justificativa para impedir la necesaria voluntad de construcción colectiva del dominio público; antes bien, ha llegado la hora de abrir el espacio de interlocución a organizaciones sociales, sindicatos y academia, además de los gremios profesionales y las propias empresas periodísticas, si hay voluntad política de mejorar las condiciones de convivencia. De no avanzar en común, juntos, la reforma del sector, superando la discusión sobre los medios hacia el horizonte de mediaciones productivas, tendremos un ámbito quebrado, históricamente suturado por brechas y ausencias de dispositivos conjuntivos, contrariamente a la línea que ya propone el Reglamento Europeo sobre la Libertad de Medios surgida en Bruselas como respuesta a la preocupante deriva de desinformación y crisis del propio proyecto comunitario.

Quizás por ello desde los propios gremios profesionales se viene vindicando por vez primera medidas reguladoras e inicaitvas políticas en la materia. Recientemente, por ejemplo, las Asociaciones de la Prensa de Andalucía aprobaban el documentoMEDIDAS URGENTES PARA DIGNIFICAR E IMPULSAR EL PERIODISMO”, apoyado por la FAPE, en el que se reconocía queen el ecosistema actual de la información, en el que conviven tanto medios de comunicación como “pseudo” medios; periodistas como activistas, información veraz como falsas noticias, el periodismo y sus profesionales son los que han de tomar la iniciativa para recuperar la credibilidad y la confianza de la ciudadanía, en un marco, además, de constante polarización en el ámbito de la política, que genera un clima de crispación y odio a nivel general”. La propia FAPE en su última Asamblea, celebrada en Talavera de la Reina, hizo un llamamiento a todos los periodistas para que, individual y colectivamente, y de manera permanente y activa, “denuncien y rechacen a aquellos periodistas y medios de comunicación que, con su comportamiento, actuación e informaciones, denigren y desprestigien a la profesión, vulneren los valores de veracidad y honestidad y los códigos deontológicos del periodismo”. En el mismo encuentro la FAPE demandó a las administraciones públicas (Congreso de los Diputados, Senado, parlamentos y gobiernos estatal, autonómicos, provinciales y locales) para que, respetando siempre la libertad de prensa, establezcan mecanismos reglamentarios para aquellos profesionales que incumplan las mínimas normas básicas de respeto y convivencia entre los propios periodistas y los representantes públicos, y/o vulneren con sus actuaciones el Código Deontológico de la FAPE

Si bien nuestro ordenamiento jurídico, tanto en el Código Civil, como en el Código Penal, contempla normas orientadas a proteger derechos fundamentales de la ciudadanía ante la mala praxis periodística, como los bulos o las campañas de desinformación, estas se han mostrado insuficientes ante la deriva dominante en nuestro ecosistema informativo. Por ello mismo, la apelación de la FAPE a los poderes públicos y los propios profesionales resulta un brindis considerando la tónica dominante y la prevalencia de una lógica de judicialización que no hace sino contribuir al franco deterioro del entorno informativo.

En un contexto de crisis del periodismo, ante la peligrosa deriva de la desinformación que las redes y algunos diarios digitales promueven en nuestro sistema mediático, parece más bien necesario definir acciones institucionales que contribuyan a mejorar la calidad democrática de nuestro sistema de información. El pluralismo interno y la diversidad del ecosistema mediático bajo el dominio de operadores foráneos como las grandes compañías de Silicon Valley exigen que los poderes públicos sienten las bases materiales necesarias para garantizar el diálogo público abierto y democrático. Los actuales desarrollos digitales, particularmente aquellos relacionados con la Inteligencia Artificial relativos a la plataformización de la sociedad, apuntan la urgente necesidad de un proceso de reflexión e intervención política que contribuyan a la calidad democrática, a la construcción de marcos normativos éticos fundados en el cuidado y la reducción de riesgos a partir de una interacción virtuosa entre el Estado, la academia, el sector privado y la ciudadanía. En esta dirección, apunta el informe “LIBERTIES MEDIA FREEDOM REPORT 2024” de la organización Civil Liberties Union for Europe que recomienda el desarrollo de políticas activas de protección de periodistas, medidas de independencia de los medios públicos y contribuir al pluralismo ante los procesos de concentración del poder de informar. Del mismo modo, el Informe “Monitorizando el pluralismo mediático en la era digital. Aplicación del Media Pluralismo Monitor en la UE, Albania, Montenegro, la República de Macedonia del Norte, Serbia y Turquía”, del Centre for Media Pluralism and Media Freedom, alertaba hace ya dos años de un alto riesgo en términos de pluralismo considerando que el mercado mediático en España es un virtual duopolio con escaso o nulo margen de atención a las diversas corrientes de opinión que existen en la sociedad civil. España tiene un riesgo medio superior a la media por restricciones al derecho a la información y la libertad de expresión como la Ley Mordaza, la falta de transparencia en la propiedad de los medios, y la ausencia de marco regulatorio en los mercados digitales. A ello cabe añadir la falta de autonomía editorial y salvaguardia para la independencia política de los medios con un pluralismo polarizado. “Según el índice Global de Derecho a la Información, España carece de un procedimiento de apelación interna, simple, gratuito y completado dentro de plazos claros. Además, en España no es posible presentar una apelación externa ante el organismo independiente de su supervisión administrativa (Consejo de Transparencia y Buen Gobierno) contra instituciones como la Casa de su Majestad el Rey, el Congreso de los Diputados, el Senado, el Tribunal Constitucional y el Consejo General del Poder Judicial, así como el Banco de España, el Consejo de Estado, el Defensor del Pueblo , el Tribunal de Cuentas, el Consejo Económico y Social y similares instituciones autónomas” (p.12). Este tipo de situaciones y la falta de iniciativas de los poderes públicos para garantizar el buen desempeño de los profesionales de la información contribuyen a un deterioro paulatino del entorno mediático. Si bien el balance en España es muy negativo en términos comparativos por la ausencia de organismos independientes de monitoreo de la actividad mediática, como tiene la mayoría de países de la UE, la tendencia al paulatino deterioro del campo informativo es constatable en todo el espacio comunitario. Por ello mismo, el Parlamento y el Consejo Europeo han adoptado el Reglamento sobre la Libertad de los Medios de Comunicación, que los países miembros deberán aplicar antes de agosto de 2025. A la espera de esta trasposición hay medidas urgentes que deben ser acometidas por el Estado, al ser en algunos casos tareas pendientes de nuestro ordenamiento jurídico desde la transición. Más aún, en el actual contexto de policrisis y de transición y convergencia digital de las industrias periodísticas, las políticas de comunicación tienen ante sí el reto y función estratégica de empezar a proyectar nuevas lógicas de mediación contribuyendo desde las instituciones y políticas públicas a promover procesos de rearticulación de solidaridades y la autonomía cultural necesarias en pos de salidas creativas a la crisis que evidencia el sector de la prensa, abriendo un diálogo público entre los actores del Derecho a la Comunicación que se traduzca en mayor protección de los periodistas, mejoras normativas e institucionales del Estado y garantías jurídicas suficientes para el equilibrio y desarrollo autónomo y cualificado del campo periodístico.

REGULACIÓN Y CONTROL DEMOCRÁTICO DE LA COMUNICACIÓN

En la era de la información, no podemos seguir manteniendo debates estériles y decimonónicos, sobre la pertinencia de regular o no la actividad de los medios. No se trata siquiera de consensuar una ley general, sino más bien cómo construimos una arquitectura institucional que garantice el derecho ciudadano a la comunicación, que es un derecho universal, así reconocido por la UNESCO. En este sentido, el Reglamento Europeo de Libertad de Medios, con ser un avance sustancial y básicamente reformista, es insuficiente, porque en nuestro país no se han acometido políticas estratégicas por parte del ejecutivo y los legisladores. Así:

  1. La autonomía e independencia de medios públicos como RTVE, con un plan de organización y desarrollo que cumpla las funciones propias que establece su Estatuto más allá del modelo Urdaci y de la instrumentación que tanto PP como PSOE han venido ejerciendo en los medios públicos, es una promesa históricamente recurrente y siempre incumplida, a excepción del concurso público bloqueado desde el principio por el bipartidismo. El resultado es que, a día de hoy, RTVE sigue sin renovar su Consejo de Administración, con un mandato marco caducado, una producción externalizada y una programación que, lejos de contribuir a los valores democráticos, replica discursos y visiones más propias de otros tiempos.
  2. La regulación y desarrollo de los llamados medios del Tercer Sector no ha sido atendida por los sucesivos gobiernos, pese a su reconocimiento en la Ley General Audiovisual. Los medios comunitarios continúan en una situación de interinidad sin apoyo económico ni un marco que canalice la voluntad ciudadana de decir y hacer en el campo de la comunicación, como sería deseable y vienen vindicando asociaciones científicas como ULEPICC.
  3. Las medidas parciales en defensa del trabajo periodístico como la supresión de artículos lesivos de la ley mordaza son a todas luces insuficientes cuando la precariedad amenaza el principio de autonomía del sujeto cualificado del derecho a la información y la IA tiende a vaciar las redacciones de profesionales responsables de aplicar los códigos y valores de la profesión.
  4. La excesiva concentración informativa amenaza nuestra democracia con el dominio duopólico en el audiovisual, complementariamente a la concentración intensiva de la prensa, y el dominio del capitalismo de plataformas que, como apunta el Reglamento Europeo, nos hacen dependientes informativamente, socavando el principio de soberanía, y la propia pervivencia de los medios autóctonos en favor de los nuevos intermediarios de la revolución digital, sin que el Congreso establezca límites claros para definir una estructura de la información plural y equilibrada.
  5. La renuncia de los sucesivos gobiernos a regular el campo periodístico ha llevado a mantener un marco normativo claramente limitado con una ley de publicidad institucional ineficaz, una regulación de secretos oficiales que abunda en la falta de transparencia del Estado y la siempre postergada reglamentación del secreto profesional y la cláusula de conciencia. En su comparecencia en la Comisión de Calidad Democrática, Ignacio Escolar puso el acento en una contradicción que explica en parte la desafección y falta de confianza de la ciudadanía hacia los medios. Resulta paradójico que desde el ámbito profesional se defienda la autorregulación por sistema al tiempo que se mantienen marcos normativos de la dictadura. Pareciera que no hay voluntad de transformar un ámbito necesitado de intervención: desde los tiempos de Manuel Fraga como Ministro de Información y Turismo a la lógica actual del mediafare.
  6. La cultura de las pantallas móviles y difusas de la cuarta revolución industrial hace tiempo que desplazaron el debate sobre derechos de la ciudadanía de los contenidos de edición a la red tecnológica y los proveedores de servicios, sin que desde las políticas públicas se haya promovido la educomunicación al objeto de fomentar una cultura mediática y digital responsable, crítica y consciente de las lógicas de desinformación y control social que las grandes plataformas y redes sociales promueven por sistema. La comunicación no es una mercancía, es antes que nada un derecho fundamental para la participación en democracia y exige en consecuencia un esfuerzo de pedagogía en este sentido.

En palabras del sabio de Treveris, la primera libertad de prensa consiste en no ser una industria. Es hora pues de acometer el Derecho a la Comunicación como un derecho humano fundamental, como un derecho universal que ha de proteger la información en tanto que bien público esencial para nuestra democracia, procurando una ecología de la comunicación democráticamente saludable, consistente, sostenible y compleja, como el tiempo que nos toca vivir y transformar.

Medios y calidad democrática

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Durante el primer periodo de la actual legislatura, en la Comisión Parlamentaria de Calidad Democrática hemos venido trabajando sobre el problema de la desinformación, una demanda de Bruselas que en nuestro país es si cabe más que preocupante y que en clave de la UE viene a evidenciar la fragilidad de nuestra soberanía y cómo se ha quebrado el diálogo político y social por un capitalismo tecnofeudal de plataformas que hizo posible el Brexit y hoy cabalga a lomos de la ultraderecha en frentes culturales de la guerra híbrida bajo la hegemonía de los patriotasy, por ser más precisos, del capital financiero internacional. La prensa ha puesto el acento en los contenidos y calificado la iniciativa de censura, como aquellos jueces que antes de conocer la Ley de Amnistía ya estaban interpretando sobre el vacío. Pero el reto que tiene este país para la mayoría social es modificar las estructuras del sistema informativo, transformando un modelo, en su marco de referencia axiológico y organizativo, heredero del franquismo, en pro de una lógica de la mediación que haga posible el derecho de acceso, la participación ciudadana y un pluralismo, hoy inexistente, en el que todas las corrientes de opinión y colectivos tengan su voz en el espacio público.

En los próximos meses, la batalla ideológica va a ser más que dura, empezando porque, desde el primer minuto, el coro fariseo de voces ultramontanas, repitiendo las santas letanías contra el control de los medios y hasta la supuesta colonización del gobierno como una amenaza a las libertades públicas, se ha activado para mantener incólume el bastión del sistema de dominación hegemónico. Ya sabemos lo que significa, en la praxis, el discurso liberal a lo Milei: censura, propaganda y regulación liberticida ya no de los medios sino del propio derecho de reunión, manifestación y expresión, como en tiempos de Fraga, a la sazón Ministro de Información y Turismo y artífice, como denunciara Ignacio Escolar en su comparecencia, de la ley de referencia que los adoradores de Murdoch prefieren conservar ante toda iniciativa reformista, por mínima que ésta sea. Convendría recordar al supuesto bloque constitucionalista de la derecha que el artículo 9.2 exige a los poderes públicos “promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas; remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social”. Sin derecho a la comunicación no es posible cumplir con estas garantías, de ahí la pertinencia de comprender, como es lógico, el sistema mediático donde se configura lo público y el diálogo social. Este era el espíritu del artículo 20 de nuestra Constitución cuando, además de reconocer el derecho a expresar y difundir libremente pensamientos, ideas y opiniones por cualquier medio de reproducción, y el derecho a recibir información veraz, de calidad, se apunta la necesidad de garantizar el acceso a los medios públicos “de los grupos sociales y políticos significativos, respetando el pluralismo de la sociedad y de las diversas lenguas de España”. El artículo 51 exige, por otra parte, que los poderes públicos protejan activamente a consumidores y usuarios mediante “procedimientos eficaces, en materia de seguridad, salud y los legítimos intereses económicos de los mismos”. Cuando vindicamos medidas contra la desinformación, habría que recordar que la Constitución (Artículo 51.2) establece que “los poderes públicos promoverán la información y la educación de los consumidores y usuarios, fomentarán sus organizaciones y oirán a éstas en las cuestiones que puedan afectar a aquéllos, en los términos que la ley establezca”. Ello apunta a la necesidad de políticas activas de educomunicación así como de instituciones como el Consejo Estatal de Medios que velen y garanticen la representación de la ciudadanía y la fiscalización de los medios que operan en el espacio público. Hablamos, claro está, de un derecho universal y no de una mercancía sujeta a la supervisión de una comisión del mercado de la competencia.

Todos sabemos que sin libertad de prensa no hay democracia, sin periodistas, como vindica la FESP, no hay democracia y sin medios libres no es posible la protección de los derechos fundamentales que recoge nuestra Constitución pues el primer derecho es el derecho a tener voz para luchar por los derechos. Pero en España las políticas de Estado en materia de comunicación son una asignatura pendiente en democracia. En el Congreso no existe una Comisión que aborde cuestiones sustantivas sobre la materia, la Secretaría de Estado opera, históricamente, como un gabinete de prensa de Presidencia y, a diferencia de los países de nuestro entorno comunitario, no hay siquiera una autoridad específica que garantice el cumplimiento de los derechos contemplados en el artículo 20. Por ello, un objetivo estratégico de esta XV Legislatura es situar en la agenda pública, más allá de la reflexión del presidente Sánchez, el reto de las políticas activas de comunicación. El Reglamento Europeo sobre la Libertad de Medios de Comunicación abre la posibilidad, en este sentido, de avanzar un paquete de medidas urgentes para la regeneración democrática. Según el Media Pluralism Monitor Report 2024, España es el Estado europeo en el que los medios son menos transparentes, solo por delante de Chipre y Hungría. Tenemos, de facto, una situación de absoluta discrecionalidad en la asignación de fondos públicos que nos sitúa más en el siglo XIX y la lógica de los llamados fondos de reptiles que en un sistema moderno y ejemplar. No se trata, como dice Feijoo, de limitar la financiación de los medios críticos, antes bien el reto es que la publicidad institucional cumpla su función de informar a la ciudadanía y contribuir al pluralismo y la libertad de empresa con equidad, transparencia y pluralismo, regulando esta función con una norma basada en criterios objetivos, evaluables y monitoreados por organismos independientes de autorregulación y corregulación. En suma, cumplir con el Reglamento sobre Libertad de Medios y equipararnos a los países de nuestro entorno comunitario. De lo contrario seguiremos en una situación de nivel de riesgo del 75% en materia de pluralismo. Es hora pues de abrir el diálogo social con organizaciones civiles, sindicatos, grupos de investigación, asociaciones de consumidores y usuarios, expertos, gremios profesionales y empresas periodísticas para realizar el derecho a la comunicación, un derecho universal, reconocido por la UNESCO, que no puede ser cercado por la racionalidad mercantil o intereses espurios. De la libertad informativa como una cuestión exclusiva de la empresa informativa hay que abrir el campo de interlocución: de los medios a las mediaciones con todas las voces y actores sociales. Este es nuestro reto democrático, la apuesta por una comunicación como bien común. Una comunicación de todo el sistema de información para todos. En juego está, bien lo sabemos, el futuro de la democracia.

Sumar estudiará que la Secretaría de Estado de Comunicación no actúe como un gabinete de prensa

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Sumar va a debatir internamente si propone reformular la función de la Secretaría de Estado de Comunicación para que deje de actuar como un «gabinete de prensa», según explican a Confidencial Digital fuentes responsables de elaborar las propuestas de la formación en esta materia. El portavoz en la Comisión de Calidad Democrática, Francisco Sierra, critica que en España se ha normalizado que el funcionamiento en la SEC corresponda más a un equipo de comunicación —encargado de cuidar y dirigir el argumentario del Gobierno de turno— que a una secretaría de Estado encargada de estructurar y proponer una estrategia comunicativa en los medios públicos como Radio Televisión Española o la Agencia EFE.

El también diputado en el Congreso propondrá esta medida en el seno del grupo parlamentario para su posterior debate. En caso de que la formación apoye esta reformulación de la SEC, se abriría la puerta a proponerlo dentro del plan de medidas sobre los medios de comunicación que anunció el Gobierno el pasado martes y que va a impulsar en los próximos meses.

Cambiar comunicación política por políticas de comunicación

Sierra, catedrático en Teoría de la Comunicación y uno de los responsables en esta materia dentro de Sumar, considera que esta Secretaría, dependiente de presidencia del Gobierno, tiene que hacerse cargo de desarrollar políticas públicas de comunicación; ya se trate de nombramientos como los directivos de la Agencia EFE o de elaborar un plan estratégico para los medios públicos.

La función de la Secretaría de Comunicación traza la línea comunicativa del Gobierno y trata con los medios para exponerles los argumentos del Ejecutivo. Una función a la que no debería limitarse dicho órgano, según afirma. «Tradicionalmente, ha ocupado tareas propias de un gabinete de prensa, no de una Secretaría que debe elaborar una propuesta comunicativa de los medios públicos», afirma el portavoz en la Comisión de Calidad Democrática.

El parlamentario asegura que sería necesario ejecutar una reforma «integral» de la legislación actual y, probablemente, desvincular la SEC de presidencia, separando claramente la comunicación política —función que desempeña actualmente— de las políticas públicas de comunicación. Unos cambios que formarían parte de un plan estatal para convertir la comunicación es una cuestión «de Estado», incluyendo ámbitos culturales como la industria de los videojuegos o todo el sector audiovisual.

Aunque en Sumar admiten que falta concienciar al resto de fuerzas parlamentarias, abordar el debate en el Congreso de los Diputados y que el legislativo discuta sobre cómo convertir este campo en un aspecto troncal de las políticas públicas, alejado de servir al gobernante.

Elaborar un plan de comunicación independiente del Gobierno

La propuesta se estudiará Sumar busca convertir a la SEC en un órgano que se encargue de crear iniciativas del Gobierno que busquen mejorar los medios públicos, fije los objetivos de los mismos y proponga un plan para que continúen siendo competitivos. Una idea distinta a que la Secretaría obedezca a defender el argumentario de Moncloa, como ha venido sucediendo tanto con ejecutivos socialistas como populares.

Diferencias entre la SEC y el resto de secretarías

Este planteamiento critica también que exista una diferencia clara entre la SEC y el resto de secretarías. Todas tienen el deber de trabajar para legislar y solucionar problemas del Ministerio al que pertenecen, pero destacan que la Secretaría de Estado de Comunicación está dejando de lado toda la parte propositiva que le corresponde para ceñirse más a tratar con los periodistas, responder preguntas en nombre del Gobierno y cumplir una función comunicativa mucho más cercana al departamento de prensa de Ferraz o Génova.

La SEC, según el Real Decreto 890/2023, de 27 de noviembre, tiene diez funciones:

  1. Coordinar la política informativa del Gobierno y de comunicación del Estado.
  2. Elaborar y difundir los comunicados del Ejecutivo, incluido el presidente.
  3. Informar de los temas abordados en Consejo de Ministros.
  4. Dirigir los servicios informativos del Estado en España y en el extranjero.
  5. Tratar con los medios y analizar la «coyuntura nacional e internacional».
  6. Organizar la cobertura informativa de todos los medios públicos (RTVE, EFE…)
  7. La asistencia a las actividades y comparecencias públicas del Presidente del Gobierno.
  8. Trabajar con la Comisión de Publicidad responsable de desarrollar el Plan anual de publicidad, entre otros.
  9. Gestionar la comunicación en momentos de crisis nacional.
  10. «El análisis de la legislación vigente en materia informativa y la propuesta de medidas para su mejora».

Este último punto es la piedra de bóveda para el equipo de Sumar encargado de trabajar los temas sobre medios de comunicación. Lo sitúan como la función más importante de la Secretaría y, precisamente, la que más está dejando de lado la SEC, según critican desde la formación.

Choque en el Gobierno por el plan antibulos: Sumar pide un órgano más independiente que la CNMC

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El plan “para la democracia” anunciado por el Gobierno este martes ya ha despertado los primeros choques entre el Partido Socialista y Sumar. Desde la formación liderada por la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, comparten parte de las medidas, aunque admiten que el plan resulta menos ambicioso de lo que habrían querido. Sin embargo, discrepan fuertemente en un punto: delegar en la Comisión Nacional del Mercado de la Competencia (CNMC) el registro de medios que determinará qué medio cumple las condiciones para ser reconocido como tal al ser un organismo cuya cúpula la elige directamente el Ministerio de Economía.

La creación de este listado, una de las grandes novedades que incluye la hoja de ruta diseñada por el Ejecutivo, busca diferenciar entre los que el presidente, Pedro Sánchez, califica como “pseudomedios” y aquellos que trabajan “con rigor”. Pero en la rueda de prensa de este martes, posterior al Consejo de Ministros, no se detalló qué criterios utilizará la CNMC para situar a los distintos medios en un lado o en otro.</strong

En contra del resto de países europeos

Sumar critica que la decisión de delegar en la CNMC el registro de medios supone una anomalía en Europa, en contra de lo que defendió el Ejecutivo este martes. El Gobierno prioriza, por encima de todo, explicar bien cada iniciativa, hacer pedagogía para evitar que estas medidas se entiendan como una intervención política sobre la libertad de prensa.

Por eso, los ministros que presentaron el plan, Félix Bolaños, ministro de Justicia, Presidencia, y Relación con las Cortes, y Ernest Urtasun, ministro de Cultura, repitieron en multitud de ocasiones que el proyecto se basa basado en la normativa europea aprobada en mayo por el Parlamento comunitario. Moncloa insiste en que gran parte de las medidas tan solo adoptan la normativa aprobada en Bruselas.

Ahora Sumar niega que esa máxima se aplique en la decisión de situar a la CNMC al frente del registro de medios. El equipo de la formación encargado de trabajar todo lo relacionado con la comunicación, formado por expertos, afirman que el registro de medios “no debería depender de la CNMC, sino de un comité independiente, como sucede en el resto de países europeos”, afirma Francisco Sierra, catedrático de Teoría de la Comunicación de la Universidad de Sevilla e Investigador del Instituto Andaluz de Investigación en Comunicación y Cultura, y diputado en el grupo Plurinacional de Sumar.

Una propuesta que la formación de Díaz ya planteó hace meses y que ahora recupera para criticar la falta de independencia que tendría derivar dicho listado en una institución donde sí hay influencia política.

No es independiente del poder político

Al margen de que suponga una anomalía en Europa, Sumar sitúa el principal problema en la falta de independencia de los partidos que tendría este órgano. El Gobierno no solo elige al presidente de la CNMC, también al vicepresidente y a los ocho consejeros.  El Ministerio de Economía los propone para su posterior aprobación en el Consejo de Ministros.

Una relación directa con el Ejecutivo y con el legislativo que dispara la falta de autonomía que rige en el resto de comités europeos.

La formación de Díaz asegura que esta decisión altera una de las funciones principales del plan: cortar la manipulación política de los medios públicos, una herencia creen heredada del franquismo y que continúa vigente en la actualidad.

Un comité de expertos y catedráticos

Hace meses, el partido propuso la creación de un comité completamente independiente del poder político, formado por profesionales de la comunicación, catedráticos, periodistas con años de experiencia… Una serie de perfiles que no levantasen ninguna sospecha de influencia de los partidos y que pudiese trabajar sin seguir el dictado de los mismos.

Este nuevo órgano estatal, tendría el poder de sancionar a los medios que publiquen informaciones falsas y no contrastadas, según la idea que plantean desde Sumar.

Un paso importante, pero poco ambicioso

A pesar de haber negociado todas las medidas y de que los socialistas han aceptado varios de los reclamos de la formación minoritaria del Gobierno, algunas de las propuestas se han quedado cortas, según las fuentes consultadas.

El partido de Díaz querría haber avanzado mucho más e intentaron incluir medidas en este plan “para la democracia” para reformar la Justicia. Sin embargo, el presidente vetó todas las propuestas que afectasen a los jueces, como adelantó este diario. Aun así, los socios del Ejecutivo no renuncian a añadir medidas en el futuro, principalmente en lo que consideran el gran problema de la judicatura: el acceso a la carrera judicial para las personas con menos recursos.

En Sumar sí están satisfechos porque el PSOE no haya optado por elaborar una ley de medios, porque consideraban que resultaría más eficaz elaborar una a una por la cantidad de materia sobre la que legislar. Al principio, la parte socialista del Ejecutivo apostaba por elaborar una única norma, pero ahora solo ha presentado un plan; una hoja de ruta sobre la que se redactaran distintas normas que aterricen la reforma de la financiación institucional, el propio registro de medios, etc…

 

Ley Europea de Medios y el Plan de Regeneración Democrática con Francisco Sierra Caballero

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En su más reciente emisión, el programa «De Sevilla para el Mundo» ofreció a su audiencia una entrevista de gran interés con Francisco Sierra Caballero, Diputado Parlamentario Plurinacional por SUMAR y portavoz de la Comisión del Plan de Regeneración Democrática. A lo largo de una conversación profunda y esclarecedora, Sierra Caballero abordó temas clave para el futuro de la democracia y los medios de comunicación en España, arrojando luz sobre las medidas y reformas en marcha.

Uno de los ejes centrales de la entrevista fue la Ley Europea de Medios, una normativa que, según Sierra Caballero, está llamada a regular y democratizar el ecosistema mediático europeo. En un contexto en el que la concentración de los medios de comunicación y la desinformación son temas candentes, el Plan de Regeneración Democrática en España busca garantizar la pluralidad informativa y fortalecer los derechos de los ciudadanos a recibir información veraz y equilibrada. Sierra Caballero destacó el compromiso con la protección de la libertad de prensa, el derecho a la privacidad y la transparencia en la propiedad de los medios.

Además, el diputado parlamentario detalló el Plan de Regeneración Democrática, un ambicioso proyecto que SUMAR promueve para recuperar la confianza ciudadana en las instituciones. Este plan, como explicó, busca combatir la corrupción, fortalecer la participación ciudadana y renovar las estructuras de gobierno para que sean más transparentes y accesibles. Sierra Caballero enfatizó la necesidad de modernizar el marco institucional, adaptándolo a las exigencias democráticas del siglo XXI, donde el diálogo social y la participación de la ciudadanía deben ser protagonistas.

La entrevista destacó no solo el compromiso político de Sierra Caballero, sino también su capacidad para comunicar de manera clara y accesible temas de gran complejidad, lo que facilitó una comprensión amplia y detallada de los desafíos que enfrenta Europa en materia de medios y regeneración democrática.

En resumen, esta emisión de «De Sevilla para el Mundo» ofreció una valiosa oportunidad para reflexionar sobre el presente y futuro de la democracia en Europa, de la mano de una figura comprometida con su renovación y fortalecimiento. Una conversación imprescindible para quienes siguen de cerca la política actual y el papel de los medios en la construcción de sociedades más justas y participativas.

Compadecencia

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A día de hoy no sabemos sin en el Congreso de los Diputados priman las comparecencias o las compadecencias. Tiendo a pensar que esto último, y no por decencia en común, ya quisiéramos, sino por acompañar obligatoriamente el principio de rendición de cuentas, a veces sin cuentos, ni contar nada, pero padeciendo en primera persona del singular, al cargo que le toque en suerte.

Uno, que es militante del principio esperanza, tiende a pensar que el viejo topo de la historia hará su trabajo. Mientras, a corto plazo, toca disputar la guerra de posiciones, en la trinchera que nos ha tocado en suerte ejercer como diputados: toda una aventura, les aseguro.

Para el caso, estos días tuvimos la Comisión Mixta de Control de la Radio Televisión Española (RTVE) con la presidenta interina de la Corporación, la señora Concepción Cascajosa, a quien tenemos por desgracia al frente de la teledetodos fiel a su partido, el PSOE, pero que comparte con el PP –y no digamos VOX– el mal hispano de la patrimonialización, la cultura de considerar lo público propio y el Estado, un espacio de subsunción y expropiación de lo común.

No se disguste el lector con esta afirmación categórica pues, siendo como somos de la tribu Anguita, sabemos que existe una diferencia significativa entre estos partidos. El PP es más del orden del NODO, de la televisión franquista, fieles a la tradición de su fundador, Manuel Fraga, a la sazón ministro de Información y Turismo.

Estos días, justamente, el Comité Intercentros de la Televisión de Galicia (TVG) denunciaba un nuevo caso de “represión contra los trabajadores díscolos que le plantan cara a la dirección o se ponen a las prácticas de manipulación informativa”.

El afectado es el redactor David Fernández Vázquez. Pese a ser declarado indefinido por un juzgado de lo social, en noviembre, al considerar su despido improcedente, la TVG optó por indemnizarlo en vez de readmitirlo, “algo que nunca había sucedido en esta categoría laboral”.

De Telemadrid o Valencia ni hablemos. Y en Telemoreno, el Consejo Profesional ha denunciado la censura y manipulación de la directora de Informativos, alumna aventajada de Urdaci, por esconder, por ejemplo, en los informativos la noticia del informe desfavorable de Intervención sobre la gestión del Gobierno del PP en la Junta de Andalucía con motivo de contrataciones no fiscalizadas, y arbitrarias, además de la devolución de los fondos destinados a guarderías. Sobre la ley de amnistía o Venezuela pueden imaginar que Canal Sur dio todo lujo de detalles.

Por descontado, VOX querría esta deriva goebbelsiana de Juan de Dios y Carmen Torres, con más toros, Bertín Osborne y, dos huevos duros, los del cantante José Manuel Soto que siempre repite Por ella, y no es España, sino, como la historia nos enseña de la ultraderecha patria, más bien canta todo lo que sea por la pasta. Ya saben, piden alzar el brazo para robarnos mejor la cartera.

Nada que ver con las sutilezas neoliberales del PSOE. Cien años de honradez y un paraíso fiscal en las Caimán. Para ello, Felipe hizo monárquico el partido, siempre en defensa del rey emirato, que dijo al comandante Chávez que se callara y eso logró durante su reinado con el silencio protector de los medios nacionales, los mismos que hoy defienden la democracia en Venezuela.

Como Isidoro, deben referirse a la Democracia de los Carlitos: la de Carlos Andrés Pérez, Carlos Salinas de Gortari o Carlos Menem que, para el caso, es lo mismo que Milei, o quizás esté pensando en el modelo Reagan, condenado por un tribunal penal internacional por la guerra sucia en Nicaragua contra el sandinismo, mientras empleados de la CIA, como Edmundo González, planificaban el asesinato selectivo de toda oposición en El Salvador.

¿Y qué tiene que ver esto con la teledetodos? Se preguntará el lector. Pues, políticamente, todo. Porque en el PSOE, lo de la regeneración democrática es puro postureo instagramer. Un reclamo para ocultar al personal los negocios silentes del IBEX 35 y sus terminales mediáticas.

Traducido en gestión de la televisión, el resultado es equivalente al del PP: un “viva la prensa libre” para garantizar que los de siempre cojan el dinero y corran. Y eso hizo el Borbón. Felipe, que es más listo, sigue en el negocio. Y va de estadista cuando es estadístico de las cuentas propias y de los negocios ajenos.

Y así nos va, con los Contreras de turno y la RTVE teledirigida desde Moncloa. Con opacidad, por supuesto, y una militante subalterna cumpliendo las instrucciones cabalmente, con incumplimiento sistemático de los requerimientos de los auditores del Estado y de la IGAE, por no hablar del propio Consejo de Administración y otros organismos como el Tribunal Supremo, que vienen demandando transparencia en lo referido a la publicación del sueldo de los directivos y presentadores como Broncano.

Para la señora Cascajosa, la ausencia de proyecto, la falta de liderazgo, la externalización creciente en beneficio de las productoras de siempre, la degradación de contenidos según el patrón MasterChef y la falta de iniciativa y de identidad del servicio público audiovisual son problemas menores en comparación con el éxito de La Revuelta.

Así que, como esa es la dinámica, confiamos en que de La Resistencia pasemos a la revolución, pues de seguir el sendero histórico marcado por el bipartido de la dictadura hasta nuestros días, el resultado va a ser la reducción del pluralismo, ya de por sí más que preocupante en España, y la jibarización o extinción del servicio público audiovisual. O, en otros términos, la vuelta al NODO y la tele del ordeno y mando. No nos lo merecemos, francamente.

Seminario «La Televisión y sus Desafíos»: presidente del CNTV propone avanzar hacia una regulación más robusta en lo digital para la protección de las audiencias e infancia

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El Consejo Nacional de Televisión, en colaboración con universidades públicas y privadas, y con el apoyo de la oficina regional de la UNESCO, inauguró esta mañana un seminario para analizar los retos y transformaciones de la televisión en la era digital.
“La televisión no va a desaparecer y en Europa ya se están planteando marcos regulatorios en este nuevo orden de múltiples plataformas”, señaló Francisco Sierra, académico y diputado español.
La directora ejecutiva de TVN, Susana García, hizo hincapié en la importancia de la televisión en el tiempo porque representa la identidad local y porque sus contenidos ya se pueden ver en todas las plataformas.

Miércoles 28 de agosto de 2024 – Esta mañana, el presidente del Consejo Nacional de Televisión, Mauricio Muñoz, inauguró el seminario “La Televisión y sus Desafíos”, junto a la rectora de la Universidad de Chile, Rosa Devés y el jefe de educación de la Oficina Regional de Unesco para América Latina y el Caribe, Valtencir M.Méndez. Las tres autoridades resaltaron la importancia de la televisión como medio de información confiable.

La Rectora Devés destacó el ánimo de cooperación interinstitucional en la organización del seminario, “en un contexto educativo donde muchas veces parecen primar las diferencias en un marco de competencia”. En sus palabras, señaló que “la responsabilidad social de la televisión debe seguir siendo un tema de debate relevante, pues sus contenidos tienen efectos individuales y también efectos sociales”. En ese sentido, la Rectora indicó que “para la Universidad de Chile, representada en este encuentro por académicos y académicas de la Facultad de Comunicación e Imagen, la televisión es un medio fundamental de vinculación con la sociedad. Por eso nos hemos esforzado para poner en marcha nuestra señal abierta digital, Uchile TV, que abarca todo el territorio nacional y, por tanto, representa una gran responsabilidad”.

“La televisión no va a desaparecer solo sufre un proceso de transformación debido a la disminución de audiencias y de avisaje por la irrupción de las plataformas. El desafío es la sinergía con las OTT para la emisión de sus contenidos”, recalcó el presidente del CNTV.

La primera charla del seminario estuvo a cargo del destacado catedrático y diputado español, Francisco Sierra, quien se refirió a los dilemas y alternativas del audiovisual en la cuarta revolución industrial. “La alternativa de la tele de pago y en abierto más que ser proveedores de ficción y programas de entretenimiento han de apostar por la innovación como proveedores de servicios integrados. De soluciones tecnológicas, de aplicaciones, de recursos. Un desplazamiento que avance de la smartv a la dialigtv, del HD al internet de las cosas, de la distribución de oferta audiovisual a la generación de procesos creativos”.

Una regulación más fortalecida

Durante la jornada, una de las principales reflexiones se dio en torno a la regulación en este nuevo escenario digital y a los avances de la Unión Europea, donde los países miembros tienen una normativa regulatoria en todos los frentes del internet.

Referente a este tema expuso el consultor del Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones de Colombia, Gabriel Levy. “Hoy si un hijo coge el celular, entra a la red de X de Elon Musk, puede ver cualquier tipo de pornografía simplemente con usar la palabra de la pornografía que quiere ver a las 10 de la mañana, a las 5 de la tarde, a las 6 de la mañana, a cualquier hora del día sin que existan los mínimos controles de protección parental. Y lo mismo puede ocurrir con contenido sensible, xenofóbico, racista en TikTok. Eso no ocurre con la televisión chilena. La televisión chilena protege a las audiencias de eso. La televisión chilena garantiza la inclusión de las personas”

Los asistentes tuvieron la oportunidad de participar en cinco mesas de discusión y cuatro charlas magistrales impartidas por académicos y académicas y representantes de la industria.

En las mesas destacó la participación de representantes de la industria como la presidenta del Directorio de Canal 13, Carolina Altschwager; la directora ejecutiva de TVN, Susana García; el VP, GM Paramount Chile y el CEO Chilevisión, Iñaki Vicente; y la Presidenta de la Asociación Regional de Canales de Televisión (ARCATEL), Natalia Araya. Además de académicos y académicas provenientes de las universidades organizadoras.

Y en las charlas magistrales, además del catedrático y diputado español, Francisco Sierra Caballero, con la charla internacional, “El futuro de la televisión: Derivas, dilemas y alternativas del audiovisual en la cuarta revolución industrial”; del periodista Juan Carlos Valdivia, y su charla “35 Años de TV: Pasado y Futuro”; de la cineasta Alicia Scherson con “La universidad como motor creativo de la televisión: del Canal 9 a UCHILE TV”; y del influencer y generador de contenidos, Marcelo Von Gierke, más conocido cómo Barón Von Vonstar.