El colapso

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El exceso de información marca la dictadura tecnológica de lo inmediato prefabricado. Ello plantea problemas y amenazas varias a propósito de la industria de la intimidad y hace necesario el derecho al olvido digital, cuando no una nueva política de la esperanza en tiempos de distopía y renuncia a la construcción histórica. De hecho, hoy nuestras pantallas nublan la visión política, incluso de la izquierda, proclive, como es esta economía de la distracción, al nihilismo y la voluntad negacionista, que no al pensamiento negativo. De hecho, la tecnopolítica es crecientemente paranoica. Estudios de la Universidad de Cambridge así lo corroboran. En Gran Bretaña, por ejemplo, el 60% de la población cree en la teoría de la conspiración como principal causa explicativa de los acontecimientos políticos locales, sin más orientación que el desnortamiento generalizado. Quizás por ello la propia industria cultural nos muestra en pantalla lo que apenas empezamos a intuir: la crisis terminal de la civilización capitalista. Series como la producción francesa de Canal+, distribuida por FILMIN, ilustran en este sentido la coyuntura crítica de lo que está por venir. Del supermercado y el desabastecimiento, a la huida a los territorios vacíos y la vuelta al estado natural, estamos en el terreno, como advirtiera Anguita, de la disyuntiva: Socialismo o Barbarie.

La miniserie de ocho pequeños capítulos de plano secuencia más que innovar en las formas adapta en la temporalidad y el verismo de la captura de la cámara el desasosiego que viven hoy los espectadores: sea en un supermercado o en una estación de servicio, sufriendo en una residencia o en el retorno a la arcadia perdida del campo de la crisis energética y el colapso de la cultura petrolera, urgidos los personales por el trueque de productos básicos de necesidad y el desborde vivido en pandemias de la sanidad pública. Un relato, en fin, actual y no tanto proyectivo en la medida que logra fungir, más que como espejo negro, a modo de la ciencia ficción y las cajas negras de nuestra civilización, como fiel reflejo no del porvenir sino del vivir y transcurrir humanos hoy presentes. Especialmente ilustrativo, se lo recomiendo, el capítulo dedicado al debate televisivo entre ministra y líder radical sobre las soluciones al colapso para comprender el modo de ridiculización de las perspectivas transformadoras ante la crisis energética y de sostenibilidad del planeta que prima en los medios de ideología dominante. Con singular magisterio, el episodio evoca la dificultad de ir más allá de los tópicos del modo bienpensante de la deliberación que el medio y la deriva periodística de tertulianos y líderes de opinión imponen en forma de políticas irrefutables, según la lógica TINA. Como dijera Chomsky, decir en televisión que Estados Unidos es la principal amenaza terrorista del mundo es difícil sostenerlo ante el dominio del slogan y el tiempo encapsulado de los mínimos bits de información que el medio permite, reproduciendo así las ideas dominantes que la gente común interioriza.

En la era del ocio fordizado, del turismo de masas, del Golden Visa y la economía uberizada, la amenaza del tiempo y espacio comunicacional colonizado ha de hacernos pensar qué está en juego en esta serie neorrealista en términos de medios y mediaciones para una alternativa sostenible de vida en el planeta. Y que, en clave nacional, da que pensar cuando sabemos que, según el Instituto Reuters, el 58% de los españoles usan las redes sociales como la principal fuente de información, siendo el resto de consumo básicamente de televisión, del duopolio audiovisual, lo que reduce el margen de criticidad de la ciudadanía ante los mensajes consumidos según la lógica de producción del consentimiento. Transformar el mundo que habitamos es luchar contra esta economía política del tiempo informativo aceleracionista y mercantil que concibe el minuto y el prime time como acumulación de oro y capital. En juego está el sentido de la comunicación como hábitat, como refugio común para entendernos y saber vivir frente a la forma vampírica de los aprendices de sepultureros que apenas balbucean cuando la deriva del colapso se avecina. No otra función tienen los apologetas de lo imposible salvo inducir el pánico moral y resistir toda emergencia social. No por casualidad la productora de El Colapso lleva por nombre Les parasites. Paradojas de la cultura mediática.

Restauración informativa y vasallaje

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La era de la racionalidad del sistema de objetos es, de acuerdo con Guy Debord, el de la proyección especular de la imagen, del tiempo congelado, promesa de memoria y, en realidad, construcción de la nada. Dura simulación o fantasía de movimiento pues, en verdad, como explica Deleuze, la imagen-movimiento es remplazada, en la era del audiovisual, por la imagen-tiempo, por las industrias y colonización del alma, por la cultura espectral que, digitalizada, abstrae todos los códigos, difumina las barreras y marcadores ideológicos de la representación.

La importancia del flash-back en la cultura mediática da cuenta, en este sentido, de la importancia de la memoria. Pues, como explica Deleuze, la imagen-tiempo sustituye en el cine moderno a la imagen-movimiento de la memoria clásica. La mediación de la nueva cultura informativa afecta al eje perceptivo, al eje afectivo y, claro está, a la función proactiva del sujeto.
Como advertía Trías, el tiempo se alza en la modernidad, en el cine, reteniendo el movimiento, que queda entonces subordinado, a través de una narración, voluntariamente deshilachada, como una suerte de acción rota u oquedad que permite la emergencia de la memoria involuntaria, o de pérdida de visión histórica de larga duración.
Disculpe el lector la parrafada, pero uno siente que el Nodo que vivimos estos días en los medios, tanto públicos como privados, recuerda demasiado la memoria involuntaria de la transición democrática en forma de nuevo de restauración.
Hoy como ayer, la agenda neofranquista tiene en el periodismo su leal caballo de Troya. Al tiempo que los subalternos del IBEX35 tienen agenda, diseñan estrategias, financian la contraofensiva de la esclavitud, los medios definen el framing, inculcan valores, y hacen valer la VOX de la oligarquía financiera. Así las cosas, parafraseando a Rosa Luxemburgo, la alternativa es democracia o dictadura, fascismo o libertad.
No es tiempo ya de la revolución de las sonrisas ni la política del talante cuando la agresión del capital amenaza la vida y el planeta, cuando la guerra de clases es la reacción al proceso de movilización de los indignados, las mareas, el 15M y numerosos procesos de protesta y lucha globales.
El lenguaje totalitario que inunda las pantallas, chicas o móviles, tiene en este escenario el cometido de reducir todo a mensajes unitarios, simples, dicotómicos, emocionalmente intensos y directos, difíciles de mediatizar o discutir con la razón. Pero que, como antaño, deben ser contrarrestados considerando que la retórica del exceso termina teniendo impacto social en forma ya no de violencia simbólica, sino de protofascismo que atenta contra toda convivencia democrática.
El desencanto o la política de pérdida de la esperanza que neutraliza la voluntad de emancipación y vuelve más invisibles a los sectores populares es la razón de ser de los nuevos populismos de extrema derecha que proliferan por desafección al arte público de la política con la tendencia de los medios a reducir la complejidad, a ocultar los resortes estructurales de las contradicciones y conflictos por la estructura de sentimiento de las pasiones y emotividad irracionalista.
Y es que en tiempos de crisis y desasosiego, el contagio es la técnica y la velocidad la eficiencia del discurso de Familia, Tradición y Propiedad por el que se impone en forma de cerco y acoso al pensamiento antagonista. Observen experiencias como las de Estados Unidos o Brasil.
El uso de las redes sociales y la politización hacia el resto –por cierto, apelando a la teoría de la conspiración contra España– es un guión similar al de Bolsonaro. En esta tarea, complementariamente a los medios mainstream, andan los hackers de la sinrazón. La prótesis social de la cibercultura ha sido invadida de los bárbaros y macarras de la moral.
Con la sensación de informados y sumergidos en la red de actualidad, vivimos, como advierte Jaron Lanier, en un internet no «de las cosas» sino «de la cosificación». Un espacio no público sino privativo en el que no es posible la deliberación ni la distancia social pues prevalece el panóptico digital, como advierte el filósofo Byung-Chul Han.
 La lucha de clases pervive, sin duda, en el ámbito digital. La dialéctica del Big Data, tanto Facebook como Twitter, configura el espacio púbico con datos privados al servicio de la desinformación negando toda forma de autonomía. En esta lógica de captura, CITIZenGO y Hazte Oír son el ariete-plataforma o red de restauración ultraderechista como antaño en Estados Unidos era Heritage Foundation. Aquí colaboran OpenDemocracy y ActRight como otros grupos extremistas coordinados en The Movement de Steve Bannon.
Consideren además que la Unión Europea está sometida al vasallaje de los emperadores tecnológicos de Estados Unidos y el complejo del Pentágono y verán que el niño de la CIA –Juanito, el campechano– tiene hoy nuevos siervos de la gleba que nos quieren domar, simplificando el relato de lo que acontece por un porvenir reciclado.
Ahora bien, recuerden las palabras de Marcelino Camacho, y no olviden que la tecnología es un medio de producción que tiene propietario. Antagonismo, soberanía popular, proceso constituyente, en España y en la UE. Contra los hijos de San Luis, contra la restauración: libertad y republicanismo, aquí y ahora. No queremos ser mediatizados. Es tiempo de mudanza: de Capitol Hill a la Comunicación de los Comunes.

La economía política de la cultura, la comunicación y el conocimiento

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Francisco Sierra: “La monumental construcción de la filosofía materialista de Marx no hubiera tenido lugar sin su experiencia como periodista”.

Como los fumadores apasionados se citan a la intemperie para darse el gusto sin ceder ante el acoso de la intimidación, de una manera muy parecida tenemos este libro para agruparnos a su alrededor, en la lectura y el debate, los que creemos que sin el conocimiento sobre la comunicación no se puede avanzar en la política y la cultura.

Marxismo y comunicación [1], de Francisco Sierra Caballero, se lee en algunos tramos como una novela de la filosofía y a continuación como una crónica periodística pero me parece que en realidad es un reconstituyente para la anemia del desconocimiento sobre la comunicación que debilita a la izquierda. El catedrático de Teoría de la Comunicación de la Universidad de Sevilla, que forma parte del Consejo de Redacción de Mundo Obrero, nos propone “repensar los principales aportes marxistas en comunicación para pasar de la cultura de la resistencia a la razón emancipadora en movimiento”.

Desde Marx y Lenin hasta la “plusvalía ideológica” en la economía política de la comunicación, pasando por Gramsci y Brecht.

“Pensar hoy con Marx -advierte Sierra- exige una relectura de la teoría del valor y una actualización de cuestiones sustantivas sobre la mediación que tradicionalmente han constituido el agujero negro del marxismo”. Y propone “una teoría social de la mediación materialista y una lectura marxista de la comunicación y la cultura [2] que contribuya a interpretar los procesos de la revolución digital”. Nos hace pensar desde el principio, al asegurar que “la monumental construcción de la filosofía materialista de Marx no hubiera tenido lugar sin su experiencia como periodista”.

Capitalismo cognitivo

El libro que comentamos reclama a la izquierda que considere en profundidad la radical importancia estratégica del pensamiento en comunicación porque la información siempre ha sido determinante en la reproducción del capitalismo y la lógica del valor del actual capitalismo cognitivo se basa precisamente en la difusión del saber y la producción del conocimiento: “La comunicación contribuye a la desigual distribución de la riqueza, la información y el conocimiento en las sociedades contemporáneas, como parte de la estructura clasista de reproducción social, siendo los medios una parte estructural importante del ejercicio del poder”. “En España -añade Sierra- la investigación marxista sobre información y comunicación ha sido marginal incluso en las décadas de los sesenta y los setenta, cuando más activas y socializadas estuvieron las ideas socialistas y comunistas entre los trabajadores intelectuales”. Recomienda establecer dos elementos prioritarios en la agenda de las investigaciones: “El papel del Estado y de los servicios públicos y la explotación del trabajo creativo, cuestiones neurálgicas para el capitalismo cognitivo en su proceso de acumulación mediante la colonización de la sociedad entera por el capital”.

La investigación sobre la economía política de la comunicación “debe dar prioridad al estudio de los vínculos estructurales entre el sistema cultural y el desarrollo económico y al proceso de convergencia del sector de la comunicación con el sistema financiero internacional para un mayor conocimiento sobre los escenarios globales: la vinculación entre el Estado, el mercado, las corporaciones multimedia, los procesos de concentración industrial, las políticas públicas y el desarrollo económico”.

La información y el conocimiento como bienes comunes

La economía política de la comunicación “como punto de partida de una cultura común, reflexiva y crítica, vinculada a las redes sociales antiimperiales, para alternativas democráticas a la sociedad global de la información, recuperando el conocimiento como un bien común cuando en las contradicciones del nuevo orden imperial se abren brechas para las posibilidades del cambio mediante la movilización colectiva”.

Entre las muchas e imprescindibles aportaciones de este libro de Francisco Sierra me parece muy interesante la formidable documentación sobre la importancia de Antonio Gramsci y Bertolt Brecht como referentes para una teoría marxista de la comunicación y la cultura en la era digital. Sobre todo en “la alfabetización audiovisual como educación para la recepción crítica de los medios que ahora debe estar en el centro de las cuestiones políticas y sociales más importantes de nuestro tiempo”.

Con la advertencia de que “la comunicación transformadora y la estética revolucionaria dependen de los medios y de las expresiones y no sólo de los contenidos”, esta incitación al debate sobre el marxismo y la comunicación nos deja más interrogantes que certezas: “¿Desde qué bases y perspectivas puede activar el poder de la crítica sus dispositivos emancipadores? ¿Qué alternativas tenemos para la acción transformadora? ¿Cómo pueden ser reorientados los medios y las tecnologías de la información en un sentido democrático? ¿Qué líneas y ámbitos de actuación son prioritarios en el diseño alternativo de una sociedad de la información realmente para todos?”.

NOTAS:

1. MARXISMO Y COMUNICACIÓN. Siglo XXI. Su autor, Francisco Sierra Caballero, es catedrático de Teoría de la Comunicación de la Universidad de Sevilla. Dirige la Sección de Comunicación y Cultura de la Fundación de Investigaciones Marxistas y preside la Unión Latina de Economía Política de la Información, la Comunicación y la Cultura.

2. Nos recomienda “los dos volúmenes de Comunicación y Lucha de Clases que editamos en el Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina (CIESPAL)”.

Hackademia: entrevista con el Dr. Francisco Sierra. Parte 2

Hackademia: entrevista con el Dr. Francisco Sierra

En nuestro segundo programa de #Hackademia seguiremos con las segunda parte de la entrevista con el Dr. Francisco Sierra de la Universidad de Sevilla para presentar su más reciente libro editado por Siglo XXI EditoresAcompáñenos a Hackear el sistema desde la teoría.

Publicada por Segundo Orden en Lunes, 19 de octubre de 2020

Clamor contra el Parlamento por el «vergonzoso estancamiento» del concurso público de RTVE

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Tres años, un mes y 18 días. Ese es el tiempo que lleva en vigor la reforma de la Ley de RTVE que establecía un sistema de elección del presidente y del Consejo de Administración por concurso público. La falta de consenso y los retrasos en el proceso obligaron a colocar en la dirección de la cadena pública (mediante decreto ley) a una administradora provisional que lleva ya más de dos años en el poder: Rosa María Mateo.

Mientras, a duras penas, el concurso público ha seguido adelante: un comité de expertos eligió a veinte candidatos idóneos (19 tras el fallecimiento de Alicia Gómez Montano), pero de nuevo los recursos amenazan con frustrar el proceso. El «vergonzoso estancamiento» que denuncian prácticamente todos los implicados podría convertirse en la práctica en un paso atrás si la mesa de portavoces y la Comisión Mixta optan por optan por obviar el criterio de los expertos y volver a los casi cien candidatos que se presentaron inicialmente.

Una opción que, según denunció la diputada Inés Sabanés en una charla organizada por Teledetodos, «parecía la opción mayoritaria» en la mesa que se reunió ayer. Si prospera esta opción, se abriría la mano a que cualquiera de los 95 candidatos que se presentaron puedan formar parte del consejo de RTVE, aunque sus evaluaciones por el consejo de expertos fueran negativas. Sin embargo, subraya esta miembro de la comisión, de momento no hay ninguna decisión firme al respecto.

Cuotas de partidos

«Es un intento de fraude legal, sea quien sea el que lo realice, que traiciona le lay que ellos mismos aprobaron por unanimidad para limitar la autonomía del Parlamento en esa materia. Hablamos de intentos reiterados de deteriorar los resultados de esa selección. Si se elige entre los 95 supone volver a que los partidos elijan el consejo y el presidente por cuotas de partidos», denuncia Enrique Bustamante, catedrático y miembro del comité de expertos que eligió a los candidatos «idóneos».

El profesor, que ya formó parte del llamado consejo de sabios de Zapatero, critica también que RTVE compite «con las manos atadas a la espalda», ya que es necesario reformar su modelo financiero para dar respuesta a los nuevos retos tecnológicos. Todos los expertos defienden que hicieron su trabajo lo mejor que pudieron y que jugaron «muy limpio» conlos criterios que les dieron, aunque estos no fueran «los mejores», según recuerda Carmen Caffarell. También hace autocrítica Diego Carcedo, presidente del comité de expertos, aunque como sus compañeros defiende la importancia de seguir adelante con el proceso.

Aunque no esconden sus fallas. El tema de la paridad que no se ha alcanzado en la selección de los veinte finalistas, por ejemplo, es uno de ellos, y está muy presente en varios recursos pendientes aún de ser resueltos. «A mí me toca especialmente, pero nosotros juzgamos a los candidatos de forma anónima, por lo que no sabíamos si íbamos a elegir más mujeres u hombres», denuncia Carmen Caffarell. Ángel García Castillejo, abogado, subraya que este relato intenta «revestir de problemática jurídica lo que en realidad es una cuestión política». En su opinión, en esa evaluación ciega no hay una lesión de los principios de igualdad de género, sino que la solución sería elegir a un candidato más para cubrir la vacante que dejó la fallecida Alicia Gómez Montano.

El problema de fondo, critican miembros de este comité de sabios como Francisco Sierra Caballero, es que «no hay voluntad política para que el concurso, que era una esperanza para todos, siga adelante». A todos les queda, esperan, seguir reivindicando el espíritu de la ley: dotar de verdadera autonomía a RTVE

Falta de consenso

En esta misma línea se pronuncia, en nombre de los candidatos seleccionados como idóneos, Juan Buhigas: «Es difícil compaginar un concurso con uan posterior eleccion parlamentaria cuando se quiere hacer con un reparto. No me creo que se vaya a desnaturalizar el concurso, es una aberración política. Pero los candidatos no somos lo más importante, se trata de respetar nuestros derechos, la labor del comité pero lo más importante es que si se desnaturaliza el concurso eso sería dejar a un lado la posiblidad de lograr una RTVE mejor y más independiente. A mí se me hace duro que todo este horizonte sea tabla rasa, y jurídicamente es una aberración recurrible hasta al Constitucional». Ignorar la designación de los expertos es «una bofetada a la democracia», critica.

«Los candidatos estamos atónitos porque tras dos años en boca de todos, pendientes de un BOE, sin recibir ni un mero acuse de recibo, hemos incrementado la falla democrática. Las cosas están peor y esto deberíamos evaluarlo», resume Manuel Ventero, quien hace unos días se sumó también a la carta pública en la que los 19 candidatos pedían la reactivación del consejo. «No existe un programa, por culpa de nadie y de todos, y como no hay objetivo al que perseguir, sin programa, definición y financiación esta empresa está abocada a lo peor. Y ninguno queremos que así sea», lamenta.

Posibles soluciones

Para prácticamente todos los implicados en el proceso, la solución para seguir adelante con el concurso es «apelar a la sociedad civil y organismos sociales nacionales internacionales». «Hasta ahora hemos sido muy educados, teniendo en cuenta que era un gobierno de coalición progresista, pero no podemos permitir esta situación», denunció Bustamante.

Sabanés, la única política presente en la charla pese a que todos fueron invitados, pide «reiniciar contactos con todos los políticos» para proteger un concurso que, en su opinión, «preserva el futuro de TVE». También asociaciones como AUC, Fesp y Acicom se sumaron al apetición por una RTVE independiente. A todos les queda seguir reivindicando el espíritu de la ley: dotar de verdadera independencia a la cadena pública.