Publicado en: Zero Grados
Por: Ester Fernández y Alba Romero
Con motivo del 20 aniversario de la muerte del filósofo greco-francés Cornelius Castoriadis, los investigadores y comunicadores Francisco Sierra y Daniel Cabrera participaron en el Seminario ‘Imágenes, imaginarios y crítica político-cultural’ de la Universidad de Zaragoza. Alumnos de periodismo y filosofía se reunieron en la Facultad de Filosofía y Letras el pasado 21 de febrero para recordar al filósofo y dialogar sobre la crisis de los modelos de representación, la importancia de la praxis y la necesidad de crear nuevos imaginarios.
Las numerosas mesas rectangulares alargadas del Aula IIIB de la Facultad de Filosofía y Letras se quedaron pequeñas para albergar tanto interés. Los estudiantes más tardíos tuvieron que sentarse en el suelo. Pocas veces aquella clase, la primera que ocupan los alumnos de periodismo en su llegada a la universidad, había estado tan desbordada. Los asistentes habían ido a escuchar cómo los profesores Francisco Sierra y Daniel Cabrera explicaban la teoría de Cornelius Castoriadis y lo relevante que puede llegar a ser para comprender los discursos y prácticas actuales.
Tras los ordenadores o tomando apuntes en los tradicionales cuadernos de papel -ya casi extintos entre los universitarios- los estudiantes atendían a los ponentes, que, confiados en su oratoria, desestimaron apoyarse en una proyección o recurso audiovisual. Todo parecía evocar a esos años en los que, aunque la facultad zaragozana tenía el mismo aspecto destartalado que ahora, Castoriadis era un joven filósofo asentado en Francia que teorizaba con las revueltas estudiantiles del Mayo del 68 francés y defendía su lucha al grito de “la imaginación es poder”.
Marxista de formación, en los años 60 Castoriadis comenzó a observar esta filosofía con unos ojos más críticos y tuvo que plantearse entonces si quería seguir como marxista o prefería ser revolucionario. La duda no le persiguió mucho tiempo y durante las revueltas del 68 se manifestó en contra de los partidos obreros de izquierdas y, por tanto, del marxismo más clásico, ya que “formaciones políticas como el Partido Comunista Francés se posicionaron en contra del movimiento estudiantil”, explicó Sierra durante el seminario. Sin embargo, la esencia del marxismo, especialmente su teoría, siempre estuvo presente en la filosofía combativa que desarrolló posteriormente Castoriadis.
Los símbolos que nos representan marcan nuestra sociedad. Es lo que Castoriadis llama imaginarios. En los últimos años y en todo el mundo se ha alzado la voz para denunciar: “No nos representan”. Ya sea el modelo político, familiar o emocional, estamos sumergidos en una “crisis permanente de representación”, declaró Sierra. Por ello, como seres humanos y sociales, necesitamos mitos, por lo que buscamos constantemente nuevos imaginarios que nos representen. Para construir estos nuevos modelos, la creatividad tendrá un papel clave. Lo creativo, desde la praxis, puede cambiar la realidad, explicaron los investigadores.
“Este cambio social debe ser primero de nuestra forma de pensar y de vivir”, declaró Daniel Cabrera, que recordó que la idea estaba tomada del anarquismo. La sociedad no se debería construir mediante las relaciones de poder, sino que tendrían que ser la igualdad y la fraternidad las que motiven este cambio.
Sierra decidió hablar entonces de la aplicación actual que tienen estas teorías de Castoriadis. De cómo pueden ayudar a explicar el ciberactivismo o el papel de las redes sociales. La creatividad en las redes sociales puede llevar al cambio social, pero no puede quedarse en una movilización exclusivamente digital. “Para que se dé un cambio social o un acontecimiento histórico, los sujetos debemos movilizarnos en el ámbito digital y en la realidad física”, explicó, contundente, Sierra. Una idea que cada vez cobra más sentido en un mundo que nos parece que cambia a golpe de tweet. Pero nada más lejos de la realidad. Las innovaciones tecnológicas y el auge de las redes sociales lo han cambiado todo, desde el modo de entender la revolución hasta nuestra forma de trabajar. Cerrar el whatsapp y el e-mail para marcar el final de la jornada de trabajo es una decisión propia que cada vez es más difícil de tomar. Según Sierra, está situación deriva en un capitalismo cognitivo en el que “lo esencial no es la colonización del espacio, sino el control de la mente, del imaginario, de nuestro ser y de nuestro sentir”. Lo que se está colonizando ahora es el terreno que formaba parte de lo privado, para conseguir sujetos más productivos.
Y es en esta nueva realidad social cuando “se da un capitalismo burocrático en el que la distinción de poder está entre los que mandan y los que obedecen”, señaló Cabrera. Haciendo honor a Castoriadis, debería darse una revolución que acabase con este panorama social. “La revolución consistiría en un cambio pausado, en el que la educación jugaría un papel fundamental. Los cambios se consiguen a través de la práctica cotidiana”, añadió Cabrera, marcando la importancia que tienen las pequeñas revoluciones individuales de todos los días.
“La esencia del marxismo es una praxis revolucionaria, de cambio social, pero revolución no significa que tenga que ser un acto violento”, comentó Cabrera, al hablar de la relación que mantuvo Castoriadis con la teoría de Marx, pero sin darle demasiada importancia. Sin embargo, esta idea no pasó desapercibida para la audiencia, que lleva años estudiando cuántas cabezas se cortaron en la Revolución Francesa y que han visto cómo los gobiernos trataban de callar las revoluciones con pelotas de goma o gases lacrimógenos. Es por eso que no sorprendió que, en cuanto se abrió el turno de preguntas, una alumna de primer año alzara la mano con decisión y preguntase: Pero, ¿es posible una revolución no violenta?