La posverdad no es, como dice Timothy Snyder, el anticipo del fascismo, más bien el capitalismo es el huevo de la serpiente, y la posverdad una excrecencia o manifestación extrema del mundo al revés, el síntoma del fetichismo de la mercancía que inicia con el periodismo de referencia y termina con la lectura a lo TRUMP y ABASCAL, personajes de esta tragicomedia que, a todos los efectos, tienen por teología seguir la estela de la escatología política. El supremacismo blanco no es, en fin, otra cosa que el proceso de inversión de lo real, el dominio del capital por el que, en este reino que habitamos, prevalece la desigualdad, la falta de libertades y la baja calidad democrática. Ya lo ha advertido, con clarividencia, Javier Pérez Royo, a quien los profesores de Derecho homenajearon en un volumen, de lectura obligatoria, presentado el pasado mes por el Ateneo Republicano de Andalucía con motivo de la Feria del Libro de Sevilla. En su intervención, como en las columnas que escribe habitualmente, fue muy claro a este respecto. Cabe describir la historia moderna de España como la crisis permanente que no cesa de repetirse como farsa por el problema de la monarquía, un tapón que contiene las fugas a borbotones del propio sistema constitucional ante los reiterados incumplimientos, siempre postergados, de derechos fundamentales de la ciudadanía. Las consecuencias de esta lógica fallida es, como sabemos, la restauración conservadora que termina por derivar en colapso o cierre en falso de la crisis de régimen, anclándonos en el atraso e inmovilismo sociopolítico prácticamente desde Fernando VII. Vamos, por resumir, que lo de los Borbones es la polla, que dirían mis paisanos granainos. Cara al culo, la monarquía borbónica ha demostrado que es una porquería. No porque lo diga Evaristo, de La Polla Records, sino por la historia que representan en este país, una Casa Real, fuera de la realidad, henchidos de mierda, y jugando a la democracia cuando una y otra vez no han hecho sino socavar toda posibilidad de monarquía parlamentaria. Vamos que la República no se impone en nuestro país por convicción y pedagogía democrática, sino por la insoportable podredumbre de una dinastía corrupta, inepta, cleptómana y dada a cualquier cosa menos a trabajar por el bien común. Lo peor es que sabemos desde los ochenta el grado de putrefacción que ocultaba el cerco mediático, y mira que estudiamos la historia antecedente de latrocinio y traición a la patria de la casa real, cuya norma de comportamiento es convertir realmente el país en un verdadero lupanar. Ahora, el problema no es que la monarquía sea la polla, sino que nos toman y siguen considerando apollardaos. No lo puedo decir más finamente porque el análisis, a fuerza de afinado, indigna cuando vemos que nos están dejando finos filipinos: vulgares siervos de una colonia que hiede a estercolero. Se impone lo escatológico en esta querencia borbónica por la coprofilia. Así que, atorados como estamos entre el alma y la era del vil metal, que diría el maestro Juan Carlos Rodríguez, es recomendable volver a leer a Quevedo y conocer las “Gracias y desgracias del ojo del culo” (1628) reeditado por Pepitas de Calabaza, o mejor en la edición del bueno de Padilla, por ser el culo, en palabras de José Luis Cuerda, el mejor faro, catalejo y visor con el que radiografiar esta España nuestra en la que nos gasean con ventosidades desde los medios y el Tribunal de Orden Público. No sé si seremos capaces algún día de hacer un juicio como el de Nuremberg contra los macarras de la moral, pero al menos no perdamos el humor y actualicemos nuestra capacidad satírica para mostrar lo que nos quieren ocultar en esta política del engaño de los amantes de lo escatológico en cuerpos ajenos, aquellos que viven en la azotea de nuestro maltrecho edificio institucional y tratan de persuadirnos que llueve para todos y es bueno, aunque sea lluvia dorada de una corona inservible, salvo para vicios privados. Nunca hubo virtud pública alguna en la dinastía. ¿Dejaremos de persistir en un imposible constitucional?. ¿ Conquistaremos por fin nuestros plenos derechos ciudadanos en forma de poder constituyente?. Estoy seguro que sí, espero que no demasiado tarde.
El ojo del culo de Quevedo
Medio: Tinto Noticias
Autor: Francisco Sierra Caballero
Fecha publicación: 29/11/2021