Catedrático de Teoría de la Comunicación de la Universidad de Sevilla, volcado con proyectos en Latinoamérica y autor de manuales a los que se asoman el marxismo, el imperialismo, la propaganda y el control de los medios, Francisco Sierra fue uno de los rebautizados como cascos azules que remó por una candidatura unitaria de toda la izquierda en las últimas elecciones autonómicas. Designado cabeza de lista de Sumar por Sevilla, está radicalmente convencido de que, al margen de los últimos resultados electorales, la sociedad española es mayoritariamente progresista. En el proyecto de Sumar, cuenta con que los diputados andaluces tendrán voz propia e incluso portavocía.
A unos días de las elecciones, las señales mayoritarias que se emiten no son las mejores para la izquierda, ¿usted mantiene la esperanza?
No solo tenemos esperanza, sino que estamos convencidos de que vamos a formar una mayoría social porque así lo estamos percibiendo en contacto con la ciudadanía, hay una voluntad de apoyar a la izquierda y un crecimiento significativo de Sumar. Las encuestas tienen siempre sesgo y en muchos casos no van a responder a la realidad, estoy convencido de que no va a haber una mayoría de derechas suficiente para gobernar y de que nosotros tenemos un porcentaje de indecisos considerable que en esta recta final va a decantarse por nosotros.
¿No cree que hay un giro social a la derecha, como indican las últimas elecciones municipales y autonómicas?
Ahí hay una mentira, todavía hay una mayoría de izquierdas porque hay un voto escondido tanto a Sumar como al PSOE. En términos de sociología electoral se ha hecho una lectura que es inapropiada e inconsistente: no ha habido un desplazamiento del voto a la derecha, ha habido una falta de participación de sectores populares que habitualmente apoyan a la izquierda. El reto que tenemos en Sumar es que se incorporen y que apoyen a las opciones de progreso, pero no es verdad que haya una mayoría social que apoya a la derecha.
La desmovilización progresista es una cuestión detectada hace tiempo, y pese a ello todavía no han sabido dar con la tecla…
Pero ahora es distinto, porque en otras convocatorias electorales la izquierda estaba dividida en varias opciones políticas, eso no ocurre en este momento. Hemos logrado una unidad de la izquierda que es un reclamo para votar, eso ya es un punto de ventaja, ir como Sumar en todos los territorios implica una garantía. Estamos convencidos que hay una mayoría social que nos va a respaldar, y hay mucho voto del PSOE que se va a transferir a Sumar como opción de garantía para un Gobierno de progreso.
Pues en el PSOE cuentan con que ocurra al revés, incorporar a potenciales votantes de Sumar.
Sí, con el discurso del voto útil. Pero es que el voto útil para un Gobierno progresista es Sumar, no el PSOE, y por dos razones: primero, porque es determinante para hacer políticas públicas que quieren la mayoría social y el votante de izquierdas; y segundo, porque muchos escaños van a depender de los restos, los últimos diputados que se reparten en cada provincia. Sumar va a disputar y vamos a ganar la tercera posición y eso, en términos de ley electoral, implica una diferencia sustancial respecto a lo que dicen las encuestas. Por mucho que han criticado a Tezanos, creo que la realidad del 23J se va a aproximar más al mapa que dibuja el CIS.
¿Teme que se dé una situación en la que Sumar cumpla sus expectativas pero el PSOE esté por debajo de las suyas y no salgan las cuentas?
Esperemos que no por la mayoría de la población de este país, porque el PP no tiene capacidad de interlocución y de pacto en el Congreso, sólo tiene margen de maniobra con Vox, que es un partido constitucional pero anticonstitucionalista. El PP lo que ha hecho es confrontar con el nacionalismo vasco y el catalán, con las diferentes sensibilidades de España, con acusaciones muy graves y además falsas. Pero lo más grave es desde el punto de vista de los derechos humanos, ¿qué garantías habrá con un Gobierno PP-Vox? Así que, con el número de indecisos que hay, confiamos en que se movilicen los votos del electorado progresista, porque el pueblo español sociológicamente es de centroizquierda, es progresista.
¿Cree que la ciudadanía le ha perdido el miedo a la ultraderecha y la contempla como una opción real de Gobierno que no le asusta?
Creo que ha habido un proceso de normalización, y de eso ha sido muy responsable el PP, llegando a pactos en muchos municipios y comunidades autónomas con la extrema derecha, que es una línea que la derecha de la que forma parte en Europa no acepta. Además, los medios de comunicación han normalizado el discurso del odio y las violaciones de derechos humanos discursivamente, eso tiene un efecto grave que incide en que se acepte como normal. Pero democráticamente no lo es, porque los derechos humanos están para ser cumplidos. Es normal que el PP tenga posiciones muy conservadoras, pero ha cogido una deriva trumpista de desinformación y mentiras. Todo esto hace que efectivamente la población haya normalizado y no tenga miedo a la ultraderecha, pero esa normalización no quiere decir que no sea un peligro y una amenaza para la democracia, creo seriamente que lo es.
Al margen de su militancia progresista, y como experto en comunicación, ¿cómo explicaría el éxito del mensaje de la ultraderecha?
Como ha sucedido en EEUU con Donald Trump, esa comunicación se hace boca a boca a través de las redes digitales. Hay que recordarle a la población que las redes sociales, los grandes conglomerados, son un oligopolio de comunicación que ha colaborado en golpes de Estado en varios países o en el éxito del Brexit. Y tampoco es aceptable que esto se normalice en los medios de comunicación, hay normas deontológicas que hay que cumplir. No se puede dar simplemente la voz a Vox para que haga declaraciones estrambóticas contra los mena, contra la población migrante, contra las mujeres, contra el feminismo, contra todo aquello que no sean ellos. Por eso, esta normalización no es resultado espontáneo de que la gente se identifique con Vox, ha sido un proceso de naturalización en la opinión pública para establecer como aceptable algo que es indigno e inaceptable.
¿Y por qué la izquierda es incapaz de encajar su mensaje de la misma manera?
Si el sistema mediático no fuera oligopólico, duopólico prácticamente en España, y hubiera más medios progresistas, probablemente la realidad sería otra muy distinta en términos de deliberación democrática. En ese contexto, la izquierda tiene muchas dificultades, y además el electorado de izquierdas es muy crítico y exigente, no se va a conformar con cualquier tipo de propuesta. Nuestro sistema mediático es híper concentrado y eso no favorece la pluralidad ideológica, el pluralismo interno, ahí tenemos un déficit importante. Otra cosa distinta es que nosotros tendríamos que aprender a hacer mejor pedagogía democrática con la ciudadanía, explicar las propuestas y el sentido de lo que está en juego en este proceso electoral, que es lo que está haciendo Yolanda Díaz.
En este contexto de desencanto del electorado progresista, ¿la izquierda tiene futuro?
Yo creo en este proyecto, en Sumar como más que una coalición de partidos, estamos apostando por un movimiento político social. Es un proyecto de mucho futuro, de unidad de la izquierda, de alcanzar transversalmente a sectores que tienen sensibilidades diferentes, de recoger la pluralidad de la izquierda social y de la propia sociología electoral de nuestro país. Así que sí, tenemos muchas expectativas, Sumar tiene un horizonte de crecimiento ilimitado más allá del 23J. Y, en clave ya de Andalucía, es un proyecto que es la esperanza para construir una alternativa para nuestra tierra.
¿Por qué cree que hay que votar a Sumar en Andalucía?
Porque las políticas que hemos hecho a nivel estatal han beneficiado a los sectores más vulnerables de la sociedad andaluza: salario mínimo interprofesional, empleo estable, mejora de las pensiones…. Estas políticas son de Yolanda Díaz, que es garantía de que va a mejorar la vida de la gente. Además, nosotros vamos a tener una agenda andaluza y, en mi caso, sevillana. Va a haber una voz andaluza, un grupo de diputados andaluces que marcarán la agenda de prioridades para nuestra tierra. De hecho, con los recursos que tengamos en función de los resultados aspiramos a abrir una oficina parlamentaria y a estar continuamente en el territorio, cambiando un modelo que debería ser nuestra estructura, algo similar al estilo británico, en el que de algún modo los diputados tienen que rendir cuentas en su territorio. La idea es tener un tiempo propio y una portavocía propia como Sumar Andalucía, sería lo deseable y aspiramos a ello.
Tras las tensiones que se produjeron en el nacimiento de Sumar, ¿teme que afloren los recelos si los resultados no son los que se esperan?
He tenido muchos encuentros con militantes de Podemos y tienen claro que Sumar es la alternativa. Es verdad que el proceso les resultó doloroso y no entendieron algunos elementos del acuerdo, hay cierto malestar de las bases porque esperaban que algunos líderes notorios estuvieran teniendo un papel más protagonista, pero están haciendo campaña con Sumar y están trabajando. Esto es un proyecto de apuesta a futuro como en su momento lo fue Podemos, ese papel de aglutinante que jugó Podemos hoy día es de Sumar. Creo que va a ser un ciclo largo, Sumar ha venido para quedarse y Podemos tiene que estar.
Con lo tormentosas que han sido las coaliciones progresistas en Andalucía, ¿da por hecho que Sumar se va a asentar como marca?
Como marca, como fórmula y como proyecto político, sí. Sumar Andalucía queremos que sea un proyecto alternativo para gobernar la Junta dentro de tres años y, por supuesto, también a nivel estatal. No estamos pensando en una simple coalición, la voluntad de la mayoría de los que vamos en la candidatura es construir una nueva fuerza unitaria y un frente amplio de todos en el que se puedan reconocer las distintas sensibilidades, los partidos que lo conforman, pero también ciudadanos que libremente deciden participar. Lo siguiente ahora sería pasar de coalición a movimiento político social. Para las elecciones andaluzas del año pasado asumí con Sebastián Martín Recio un papel de mediador para lograr la unidad de la izquierda, lo que no se logró de pleno ni del modo como queríamos. Asumir la candidatura de Sumar por Sevilla es como esa mediación, seguir construyendo un proyecto de futuro de la unidad de la izquierda para terminar con la fragmentación, la división y la desunión, porque eso la gente lo penaliza. El votante de la izquierda no ha votado a la derecha, se ha quedado en casa, no ha ido porque no le ha ilusionado que llegues a un acuerdo mal, tarde y después de una disputa que nadie comprende porque programáticamente no hay razones para no ir juntos.
¿El desafío es incorporar al proyecto a Adelante Andalucía?
Tenemos que dar tiempo a los procesos, pero confiamos en que ellos estén porque son una parte importante de la izquierda andaluza que representa a los anticapitalistas y a la izquierda andalucista, que también está en nuestra candidatura con Iniciativa del Pueblo Andaluz. Tiene que haber un proceso de tiempo y de diálogo, pero estamos dispuestos a que lideren también dentro de Sumar Andalucía una propuesta de futuro para nuestra tierra con clara identidad andalucista, ecologista y feminista.
¿Su labor de mediación para las andaluzas, en la que se llegó a decir que hablaban en nombre de Yolanda Díaz, es lo que le ha abierto a ser ahora candidato?
Imagino que lo de haber sido mediador ha contado significativamente, pero también mi perfil profesional de catedrático, de persona progresista que ha estado en movimientos sociales en diferentes espacios, militando y desarrollando una política de izquierda en la Universidad y en otros ámbitos. Necesitamos en el Congreso profesionales que vengan de la sociedad y que no todas sean caras ya conocidas del ámbito de lo político. Yo nunca he tenido un cargo público.
¿Y eso no le pone en una posición de debilidad desde un punto de vista orgánico?
Puede ser, pero yo quiero pensar al revés, que estamos construyendo algo nuevo. El objetivo es pensar como un proyecto en común, no como una coalición electoral. Lo que viene después el 24 es dar forma a este proyecto y a lo que representa Sumar Andalucía desde el punto de vista orgánico y, por tanto, de espacio de representación. Yo no tengo una ambición política ni tengo una vocación política, entiendo la política en el sentido de Gramsci de que toda persona, por el hecho de pensar, es intelectual; todo ciudadano, por el hecho de ser sujeto, es sujeto político. Me considero político en ese sentido, que soy un ciudadano que tiene vocación política y que defiende causas justas y derechos. Lo demás lo dirán después las bases, la mayoría, pero creo que las formas tienen que ser como fue Convocatoria por Andalucía en su inicio: elaboración colectiva, participación de la ciudadanía, rotación en los cargos, transparencia y debate público. Y ahí nos encontraremos.
¿Todo eso será suficiente en Andalucía para erosionar al PP, que se ha asentado vendiendo un perfil moderado de Juan Manuel Moreno?
Pero es que no es un moderado, es un ultra, porque las medidas que ha tomado en Doñana son de posiciones extremas, como también en la sanidad pública y en los procesos de privatización de servicios esenciales para la ciudadanía, eso es de ser ultraliberal y nada moderado. Es verdad que durante este tiempo hemos tenido una situación de transición, pero a partir del 24 iniciamos un proceso para consumar nuestro fortalecimiento y desarrollo en todo el territorio andaluz. Y evidentemente eso va a cambiar las reglas del debate y la discusión.
Por cierto, ¿teme quedar señalado como el que le volvió la cara a una candidata de Vox en un debate electoral?
No, no me preocupa, era un acto de protesta simbólica. Tengo una trayectoria de muchos años como investigador académico y de participación en movimientos sociales, y del mismo modo que por ese gesto he recibido críticas duras y en algunos casos de manera muy maleducada, descortés y grosera, incluso por parte de periodistas, pues también he notado un recibimiento positivo y el respaldo de la ciudadanía, no sólo de los votantes.
¿Se arrepiente de haberlo hecho?
No, en modo alguno, era un gesto de protesta simbólica y punto, ahí quedó. Es puntual, y tenía el objetivo de hacer ver que no puede ser natural aceptar un discurso que ataca a los derechos humanos y que se ancla en el odio. No puede ser aceptable para las instituciones democráticas, empezando por los medios de comunicación, que cumplen una función vital y sin embargo no señalan nada sobre el discurso del odio contra los migrantes, las mujeres, la diversidad sexual… Ese es el problema.
¿Las declaraciones de Yolanda Díaz diciendo que a Vox hay que confrontarlo de frente las entendió como un toque de atención?
No lo considero un tirón de orejas. Yolanda Díaz tiene mi teléfono, me hubiera llamado y me hubiera advertido. Es llamativo que cuando hay un acto de protesta a la izquierda se pone el acento y se carga contra él, pero ante este discurso del odio y la violencia no se dice nada por parte de los medios. Eso sí me preocupa.