Todo ciclo político y coyuntura está siempre atravesado por contradicciones y diversos conflictos de índole económico y social que determinan, contextualmente, las vías de acción y las alternativas electivas. Si algo define el actual momento histórico que vivimos es el ser un tiempo-encrucijada, un momento que, para bien o para mal, definirá la salida de la crisis institucional y de acumulación en España y el seno de la UE, bien reforzando los derechos y libertades públicas o, como se observa tras las elecciones europeas, con el retorno de formas de gobierno reaccionarias y autoritarias.
En clave local, el punto de partida o el estado de la cuestión en el que se acomete esta coyuntura política es notoriamente adverso. El ciclo electoral negativo de SUMAR y la falta de definición orgánica y operativa, sin plan estratégico y con déficits significativos en la toma de decisiones y proyección de la plataforma de encuentro y articulación de las alianzas de izquierdas constituyen hoy por hoy un lastre para una alternativa de progreso en nuestra tierra. De hecho, las elecciones europeas se saldaron con un mal resultado y la pérdida de un respaldo ciudadano considerable, en Andalucía, particularmente, y en el conjunto del Estado, de forma notoria. Esta pérdida de apoyo ciudadano se da además en un contexto de repliegue de la izquierda y de avance de la extrema derecha en Alemania, Polonia, Austria, Países Bajos, conformando en el Parlamento Europeo una correlación de fuerzas favorable a las tesis ultra liberales y reaccionarias, lo que se traducirá en una política económica en materia monetaria y fiscal, como en temas sensibles como la migración o las políticas de transición ecológica, claramente desfavorables a la agenda contemplada en la anterior legislatura por la Comisión Europea. En este marco, además, la única opción de diputado de Andalucía con voz en el Parlamento Europeo, que con IU siempre se había contado hasta ahora, se ha perdido, siendo uno de los territorios históricos del Estado español sin proyección en las instituciones comunitarias.
Pero no todo han sido retrocesos políticos en la era Meloni/Orban/Macron. La victoria en Francia del Frente Popular abre una veta de exploración que interpela a las fuerzas de izquierda europeas y dibuja un escenario complejo de contradicciones y también de apertura del campo de posibilidades que conviene tomar en consideración en la evaluación del estado de la cuestión política y social en Europa.
En el caso no obstante de España, la referencia también de la excepción ibérica, está siendo minada por la acción destituyente de la derecha y la oligarquía económica tanto como por la deriva, por activa u omisión, del PSOE en la estrategia de vuelta al bipartidismo, sea en materias estratégicas como la renovación del poder judicial, o las políticas de vivienda, o en la propia negociación de los proyectos de ley con las distintas fuerzas parlamentarias. Y el voluntarismo de la razón legisladora con desprecio de la tradición, el sentido práctico y la memoria partidaria hace difícil una salida del enroque en el que está la legislatura y en particular la izquierda. En este marco, hay que afirmar una propuesta política que defienda:
- La igualdad territorial de Andalucía y su protagonismo en el proceso de construcción del Estado federal. Andalucía presenta los peores datos en cuanto a tasa de paro, renta y pobreza, con diferenciales, con respecto a la media del Estado, que persisten en el tiempo por su carácter estructural. Tenemos un nivel de renta 25 puntos inferior a la media (hay Comunidades como el País Vasco y Navarra que duplican nuestro poder adquisitivo) y tenemos una tasa de paro diez puntos superior a la media. Sin contar que, históricamente, sufrimos lastres deficitarios en los servicios públicos fundamentales (sanidad, educación, asistencia social y dependencia), cuya nivelación debe garantizar el sistema de financiación autonómica (SFA).
- Un nuevo sistema de financiación autonómico proporcional, equilibrado y solidario. Andalucía, junto con otras comunidades del sur, ha de liderar la propuesta de reforma del sistema de financiación autonómica. Como sujeto político de primer orden, nuestra comunidad puede encabezar una propuesta transformadora y progresista que contrarreste la deriva de que España se divida entre los privilegios de las Comunidades ricas y una recentralización en el resto del Estado. Tenemos el derecho y la obligación de exigir una relación equitativa entre las Comunidades Autónomas (nivelación horizontal), y entre estas y el Estado central (nivelación vertical). Para garantizar la equidad territorial y social, es preciso actualizar el Sistema de Financiación Autonómico (SFA), aprobado en el año 2009 por un plazo de cinco años, considerando que este sistema afecta gravemente a Andalucía, al marcar grandes diferencias entre comunidades en financiación por habitante ajustado, especialmente si incluimos a territorios cuya excepción foral es histórica (País Vasco y Navarra). Resulta en este sentido cuando menos paradójico que una fuerza parlamentaria plurinacional como SUMAR no lidere un modelo federal integral. Vivimos inmersos en una realidad mestiza, marcada no solo por la plurinacionalidad, el plurilingüismo y la multiculturalidad inherente al Estado español, sino también por una asimetría territorial, donde algunos territorios ejercen de fuerza centrípeta atrayendo hacia el centro los recursos, mientras que otros no pueden garantizar los derechos de ciudadanía más elementales; y una asimetría política en la conformación de las estructuras del Estado, con una administración local infra financiada y demasiado a menudo desatendida, a pesar de ser la primera línea en la lucha contra la vulnerabilidad extrema en que vive una parte importante de la población. Por ello ha llegado la hora de poner fin a tales desequilibrios y carencias empezando por acabar previamente, como condición, con la opacidad del sistema foral, a fin de garantizar que se acercan los resultados del sistema excepcional de fiscalidad a los del común, e integrar a las comunidades forales en un mecanismo general de nivelación. Al tiempo que es preciso exigir el cumplimiento del acuerdo del Parlamento andaluz alcanzado por consenso en marzo de 2018, que estableció en 16.000 millones de euros anuales la insuficiencia financiera del sistema autonómico para Andalucía.
- La condonación de la deuda. Mientras el gobierno central tramita y aprueba un nuevo SFA, es preciso que Andalucía reciba un fondo transitorio de compensación económica. Y que se active la Comisión Mixta de Asuntos Económicos y Fiscales entre Estado central y Junta de Andalucía. Estas medidas de carácter urgente no pueden esperar otra legislatura. Es preciso aumentar de inmediato las inversiones estructurales para el desarrollo de una industria verde, infraestructuras ferroviarias, como el corredor mediterráneo y los servicios de cercanías, rehabilitación de edificios, energías renovables, digitalización de las PYMEs, Cooperativas y Autónomos, etc., alterando la inercia de concentración de las inversiones en los territorios con mayor renta a causa de la dinámica político-electoral. En este sentido, es preciso potenciar el Fondo de Compensación Interterritorial, incrementando significativamente sus cuantías y estableciendo una base de cálculo que le otorgue estabilidad, para fortalecer los mecanismos de convergencia de forma que cumplan el fin con el que fueron creados, que no es otro que favorecer la convergencia entre las Comunidades Autónomas que lejos de lograrse, se ha disparado en dirección opuesta en las dos últimas décadas.
- Una segunda transición por la autonomía política y la integración territorial federal. El actual Estado de las Autonomías no ha podido corregir que España siga siendo un Estado muy desigual, territorial y socialmente, y en ocasiones como estamos observando con el lawfare y el procedimiento judicial, un Estado fallido y retromoderno. Una estructura federal republicana debe corregir la desigualdad y articular un proceso de integración y modernización, en el sentido regeneracionista que Joaquín Costa y otros referentes liberales proyectaron en su momento para nuestro país. Tenemos ejemplos en Europa como Alemania donde las diferencias de renta entre los Lander del oeste y del este eran enormes y, sin embargo, en el transcurso de unos pocos años se ha ido produciendo una notable convergencia entre ellos. Y desde plataformas ciudadanas como la Asociación Diálogos Andalucía Cataluña se viene afirmando, desde la sociedad civil, la necesidad de abrir diálogos diversos, a nivel académico, cultural, periodísticos y sindicales que contribuyan a una transformación integral y unitaria del Estado. Cabe recordar que Andalucía, como Cataluña, comparte:
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- Una historia con problemas y movimientos sociales parecidos, aunque con estructuras sociales diferentes.
- Estructuras familiares, comunitarias, empresariales y laborales entrelazadas por los movimientos migratorios y por la pertenencia a un mismo mercado.
- Con posiciones relativas diferentes, compartimos la condición de comunidades periféricas o, en otras palabras, no-centrales, respecto a ese gran centro que en que se ha convertido Madrid, sin olvidar que entre las dos sumamos en torno a un tercio de la población y del producto interior bruto de España.
- Ambas hemos tenido una relevancia importante, aunque desde posiciones también diferentes, en la conformación del actual modelo territorial de gobernanza de España y estamos llamadas a tenerlo en posibles reformas futuras.
La construcción de un espacio de diálogo que contribuya también al debate sobre el modelo de Estado que, de acuerdo con la Constitución, sea el más inclusivo posible para las diferentes sensibilidades territoriales de nuestro país, es una prioridad política para la izquierda andaluza. No solo para que nuestra comunidad tenga voz y cumplir con los previsto en el nuevo estatuto de autonomía sino para transformar España en un modelo republicano federal avanzado y coherente con los retos que marca el contexto europeo y global en el que tiene que operar.
En la era de los fondos buitres, y del capitalismo financiero y de plataformas, es preciso desplegar una reflexión sobre las contraposiciones, los desniveles y la dialéctica de la contradicción centro-periferia, trascender el supremacismo y las dinámicas corporativas que dominan aún en España para dar forma a un proyecto común ilusionante y progresista, plurinacional y democrático. Hoy por hoy, es preciso, conociendo la historia de España y la coyuntura política comunitaria, empezando por el ascenso de la extrema derecha en Italia, Francia o Alemania, la articulación social de un frente común ante la reedición de la historia como farsa propia de una forma decimonónica de conformación política que de un tiempo maduro de proyección en el siglo XXI. La clave para ello está en oponer la democracia al autoritarismo, sea democratizando aparatos represivos del Estado como la Guardia Civil o desmantelando el suntuoso gasto militar inapropiado, como avanzando en la democracia económica y social. Lamentablemente, en estos momentos, en la izquierda, no se percibe una acción política estratégica ni ninguna luz intelectual, ningún programa de trabajo, interés y voluntad de concentración con vistas en salir del actual enrocamiento o letargo. De hecho, cualquier idea o programa afirmativo con voluntad antagonista es bloqueado, en el interior, por ausencia de debate, y en el exterior por inacción o falta de organización de los sectores populares, que aun así participan en movimientos sociales como la Marea Blanca en defensa de la sanidad pública o la Marea Verde de la educación.
Bases políticas para un frente amplio andaluz
Andalucía es diversa, no homogénea, compleja y no la pura estereotipia uniformada por los medios propios y ajenos. La imagen del sur ha sido prescrita por el discurso dominante del orientalismo. La matriz colonial de dominación de nuestra tierra, el imaginario de Andalucía, de los románticos ingleses y los viajeros franceses, el bandolerismo y folklorismo del XIX identifican la otredad andaluza en el marco representacional del exotismo africano. Una representación de la cultura andaluza como irracional, premoderna y ancestral que nos posiciona en un escenario prepolítico, sin mediación ni representación autónoma posible. Los propios medios andaluces reproducen y amplifican esta lógica discursiva exotizante de la cultura andaluza negando la dimensión material, barroca, de la abnegada simbología de la cultura subalterna que constituye la voz Andalucía Libre. Así, la estereotipia en Canal Sur y los medios de referencia (ABC, Grupo Joly, Cadena SER) aún hoy replican como modelo de negocio las imágenes de la mascarada o inversión de la creatividad de la cultura popular andaluza. Dada esta situación de la matriz hegemónica que nos subalterniza o margina como periferia, parece lógico constatar la urgencia de nuevas narrativas de la patria andaluza, de la identidad nacional y de las luchas pasadas y presentes en defensa de los derechos socavados y la igualdad desde Andalucía. Frente a la imagen deslocalizada y objeto de captura mercantil que la oligarquía económica y las burguesías catalana y vasca han favorecido, es tiempo de ensamblar un proyecto colectivo que confronte con el relato neocolonial del turismo y articular alianzas entre la España plurinacional y la España del interior, la abandonada y la rural, impulsando la necesaria descentralización mediante la procuración de nexos en común.
De la islamofobia al desprecio de las culturas subalternas, la dinámica de exclusión de la voz de Andalucía por la oligarquía y en el seno de la izquierda debe ser superada como marco dominante de mediatización de la información política y la representación por el que se viene imponiendo el espíritu pusilánime de la cultura replicante rentista que ha dominado la cultura en Andalucía. La cuestión es qué queremos prefigurar, aprovechando el proceso de transición y reunificación de la izquierda que tentativamente representara SUMAR. Una primera tesis de partida es que, parece evidente, es hora de imaginarnos un nuevo papel histórico, una razón de ser distinta. Esto es, hemos de definir cómo construiremos el espacio común de articulación y unidad de las izquierdas andaluzas para proyectar un proyecto propio, autónomo, al tiempo que arrojar luz del camino a seguir en la construcción de una alternativa federal reformista y democrática en todo el Estado.
Los actores que conforman el espacio político de POR ANDALUCÍA, y antes ADELANTE ANDALUCÍA, acumulan una historia de luchas y frentes culturales que han de servir de memoria y punto de partida. Históricamente, la izquierda andaluza ha liderado proyectos singulares como Convocatoria por Andalucía e IU. Ha demostrado su constancia y competencia en la defensa de los intereses de las clases trabajadoras tanto a corto como a largo plazo, en Andalucía y desde Andalucía para el conjunto de las personas trabajadoras en España, Europa y el mundo. Este capital político no debe ser el alfa y omega de todo proyecto innovador, obviamente. Pero sí el punto de partida de toda propuesta de construcción colectiva siendo conscientes que la centralidad del trabajo y la vida, la organización de masas, la unidad popular, es prioritaria frente a cierta idea kitsch, pragmática y pospolítica que el ciclo del 15M ha venido marcando en la última década. La construcción de una alternativa nacional-popular en Andalucía, la definición de un bloque histórico de progreso pasa, en este sentido, por la autocrítica de la deriva institucional que ha marcado el rumbo, sin consistencia, solución de continuidad y proyecto estratégico en nuestra tierra de tal deriva política. Pensar el Frente Amplio Andaluz ha de empezar por reconocer que formamos parte de la tradición emancipadora del movimiento obrero y popular, del andalucismo de izquierdas, de los nuevos movimientos sociales y de las luchas por la Democracia, la Autonomía, la República y el Socialismo. De esta tradición extraemos las experiencias de las conquistas y avances y de los fracasos y derrotas, cuya piedra angular ha sido la relación entre la izquierda y la democracia. Las conquistas y avances se han logrado desde la lucha por la democracia. La política emancipadora se construye desde la base del binomio democracia para la transformación, transformación para la democracia. Democracia como medio para la transformación social y como fin, como valor universal en sí misma, para el empoderamiento de las personas y de las comunidades sociales y, en consecuencia, cuando afirmamos que nuestro norte es el sur es porque se asume esta voluntad constituyente de emergencia del pueblo andaluz como sujeto histórico con plenos derechos y toda su potencialidad liberadora. Asumida esta idea, desde Andalucía, y desde una perspectiva andalucista, federalista y de izquierdas, consideramos necesario participar con perfil propio en la construcción de un nuevo proyecto de país. Defendemos la necesidad de un sujeto político andaluz, expresión de una izquierda emancipadora y un andalucismo democrático que sume, multiplique y construya un bloque histórico de forma transversal y flexible, articulando las diferencias y lo que tenemos en común. Una garantía, no exclusiva, pero sí importante, de democracia real y de enraizamiento en nuestra tierra, es la inclusión de personas independientes en las listas electorales; personas que han de ser candidatos y candidatas con fuerte arraigo, reconocimiento y prestigio social, capaces de ser vehículos de la voz de un nuevo sujeto político andaluz en el Congreso de los Diputados. Pero este movimiento pasa por abrir la organización a la interlocución y decisión colectiva mediante procedimientos participativos y democráticos, con democracia radical y pluralismo. El buen gobierno para el buen vivir, para la vida buena, no se construye con organizaciones centralizadas y jerárquicas ni con la mera adición de formas partidarias. El principio esperanza solo se despliega con movilización social. Si el socialismo es el movimiento y proyección de lo real en la historia, esto requiere abrir el campo y los canales de interpelación a la gente común, más aún cuando el ruido mediático y la parálisis de las direcciones partidarias se limitan a contar lo hecho sin pensar ni proyectar públicamente lo por venir.
Va a ser necesario, en otras palabras, coser, tejer con el lenguaje de los vínculos y soñar cantando auroras que es posible ver en el horizonte andaluz una alternativa de futuro con criterio y con pa/ciencia. Esta apuesta es, a nuestro juicio, más que nunca prioritaria, porque, según las leyes de la propaganda, dato no siempre gana a relato, y en la sociedad de las cuentas con los cuentos termina imponiéndose la sinrazón, el discurso del odio que se ha instalado en una cultura nacional, históricamente atrabiliaria y algo cainita. Pero España no es diferente, y sin hacer transhistoria, podemos observar que el discurso del odio se extiende de EE.UU. a la Unión Europea, del Norte al Sur global, aunque sea la extrema derecha quien trolea, planifica y alimenta esta política antisocial que en el fondo es el pogromo restaurador del capital financiero y sus arietes: las big tech. De ahí la necesidad de tejer, de coser y del amor, del cante con el cuerpo que flama en la alegría de vivir y resistir. Una posición diametralmente opuesta a la práctica de los sufridores, que decía Correa. Vindicamos aquí una lógica contraria a los odiadores profesionales porque es tiempo de aprender a construir espacios de comunicación con confianza y no tóxicos. En otras palabras, hemos de apostar por la autonomía política, los derechos sociales, las libertades públicas y un proyecto federal, unitario, popular y referente para el conjunto de los actores políticos del Estado.
En nuestra tierra, junto a la pobreza y desigualdad que la concentración de la tierra ha alimentado por la oligarquía y el caciquismo, pervive una rica acumulación cultural y una capacidad intelectual y creativa luminosa, aunque elitista y marginal. No hay una organización de la cultura popular. Existen ateneos, academias, empresas culturales de gran proyección, pero no industria y canales que fluyan en el conjunto social sin depender de los centros político-económicos del norte o mesetarios. Y conviene que nos demos a la tarea de capilarizar un movimiento-plataforma de la izquierda andaluza que sea mucho más que una coalición de partidos.
La definición de un proyecto de Frente Amplio exige desplazamientos no propiciados en la dinámica electoral dominante en la izquierda andaluza en el último ciclo. Parece evidente, a la luz de los hechos, que la apuesta por un movimiento político-social de base popular como alternativa de gobierno y de proyecto para nuestra tierra pasa por avanzar:
- De la fuerza centrífuga a la dinámica centrípeta.
- De las coaliciones a los frentes culturales.
- Del Parlamentarismo a las luchas sociales.
- Del titular y la pantalla al antagonismo y la lucha de clases.
- De la política de gestos a la intervención efectiva.
- De la dinámica representacional a la dinámica constituyente.
- De la cultura selfie a la cartografía y mapeos culturales.
- Del quiasmo a la crítica y la autocrítica interna.
- De la descoordinación y aislamiento a la unidad y organicidad política.
- De la independencia partidaria a la corresponsabilidad.
- De la flexibilidad orgánica a la articulación unitaria.
En esta línea, nuestro compromiso en la campaña del 23J y las propuestas asumidas por la Plataforma de Apoyo a SUMAR en Sevilla definió un horizonte de progreso que, en términos epistemológicos, conceptualmente, y en la acción política, priorizó algunas ideas que han de conformar el marco de referencia teórica para la definición del frente amplio andaluz:
- La apuesta por un proyecto estratégico pensado desde el sur y desde abajo, desde la vindicación de una mirada decolonial al proceso de subalternización y dependencia de Andalucía en el conjunto del Estado español. En la cuestión meridional, en la obra de Antonio Gramsci, tenemos un dispositivo conceptual, una posición epistémica radical y un método analítico que nos ayuda a comprender los problemas en los que hoy aún estamos inmersos, en términos de lo colonial, de dialéctica centro-periferia, de lo subalterno y de construcción de un bloque de transformación nacional-popular. Gramsci llega a discutir en Pasado y Presente un proyecto de confederación mediterránea entre Cerdeña, Sicilia, Cataluña, Islas Baleares, Andalucía y otros territorios que hoy cobra actualidad si pensamos la excepción ibérica y la deriva otanista de la UE. Pero más allá de eso y concretando la encomienda que los sectores populares, militantes y electores demandan, es hora de concretar una síntesis progresista, andalucista y transformadora desde dicha matriz y posición.
- La innovación del modelo de organización híbrido para garantizar la participación y elaboración colectiva de los militantes y la ciudadanía identificada con el proyecto político del frente amplio es una condición en este sentido. Es preciso una plataforma de integración multivalente, ciudadana, que vaya más allá de la forma coalición para definir un movimiento político social con protagonismo de los partidos, tanto como de los ciudadanos y los movimientos sociales que integren el proyecto común. En otras palabras, la creciente complejidad de la política, deja en evidencia la necesidad de mayor astucia, de mediación de las contradicciones, de equilibrio entre la realidad oligárquica y el principio democrático. No es posible transformar Andalucía sin innovación política. Hemos de definir un método propio y apropiado para el desarrollo del frente amplio, la energía transformadora de las fuerzas populares y la capacidad de articulación de las distintas formaciones políticas, deslindando aquellas con voluntad expresa de construcción de un proyecto de país de las que están solo en el proceso oportunista del cálculo electoral y la promoción de intereses partidistas ajenos al proyecto regeneracionista y transformador que necesita nuestra tierra.
- La ruptura con el modelo decimonónico de organización del Estado y su forma extensiva de prolongado desequilibrio territorial desde la transición, situando la cuestión meridional, en palabras de Gramsci, en el centro del debate federal, asumiendo Andalucía y el proyecto de frente amplio andaluz un rol de liderazgo de unidad popular de la izquierda, como ya se hiciera con Convocatoria por Andalucía e IU.
- La proyección de un movimiento político y social constituyente para recuperar la iniciativa desde la periferia en la conformación de un nuevo ciclo político de reformas y transformación productiva. En un reciente artículo publicado en Público, el profesor Tomás Rodríguez-Villasante abogaba por una formación política construida por la base. Tanto PODEMOS como SUMAR han fracasado por la ausencia de una urdimbre tejida con la gente, renunciando a procesos participativos. En sus propios términos, podríamos concluir que hoy más que nunca son necesarias metodologías participativas, la escucha “deliberativa y generativa” como una práctica habitual en la organización. No es elegir a los/las líderes y que ello/as resuelvan la organización y el programa, etc. y luego consulten en plan plebiscito, sino que se apoyen y atiendan el sentido común de la base social a la que se deben. Los activistas y los votantes se fijan más en estos comportamientos que en los programas, es hacer política de otra forma, que haya “grupos motores” que sean activos para contrarrestar las campañas de los medios derechosos y sus bulos, etc. En los lugares donde practicamos estos métodos de base seguimos teniendo buenos resultados sociales, y también electorales. Tener una llamada de dirigentes culturales y de los movimientos a los partidos, una mediación desde metodologías participativas, hacer política desde las bases sociales, ser coherentes con lo que se dice (la participación también en lo interno, etc.) son factores claves, sin los que será difícil cualquier frente que se pretenda transformador, y que se mantenga más allá de unas elecciones concretas.
- La refundación de la izquierda andaluza y el andalucismo progresista mediante un proceso de apertura participativo, combinando la elaboración programática en común, así como la unidad de acción. Esta propuesta pasa por entrever operativamente la alternativa de conformación de Andalucía en la estructura territorial del Estado y su configuración social, en términos de clase, género y ecosistema medioambiental, definiendo los ejes programáticos de intervención a nivel político, a partir de las alianzas no tanto de las formaciones políticas de la izquierda transformadora y reformista como de las estrategias de movilización y las alianzas sociales con los sectores en los que hay que tejer no para sumar sino para transformar las condiciones de subalternidad. Ello implica un diagnóstico de la composición social, del territorio y de los actores políticos y sociales, analizar las tendencias, los factores subjetivos, los sujetos más dinámicos del campo de la cultura y los movimientos sociales y las brechas de antagonismos y de apertura de posibilidades que se dibujan en el actual escenario histórico. En Andalucía, y en general entre la izquierda patria, andamos de vueltas con lo que podemos definir como hipótesis italiana, abonando la división cuando más necesitamos sumar y multiplicar los esfuerzos de confluencia para transformar la vida y cambiar la historia. Por ello tiene lugar la desafección cívica. Y por lo mismo, también, Andalucía no cuenta. Recientemente, la Plataforma Andalucía por la Mayoría Social atisbó una ventana de esperanza en forma de coalición de las ilusiones por la construcción de una alternativa para nuestra tierra y una política inteligente con la que sumar. Sobra decir, porque es público y conocido, que tal convocatoria fue un éxito y ha abierto ventanas de oportunidad para construir alternativas de futuro y esperanza para el Sur y para los de abajo. Pero también es reconocido que lograr el objetivo de una lógica otra frente a la devastadora máquina de destrucción neoliberal de la derecha extrema no va a ser cuestión de días ni tampoco nada fácil. Hay que mudar formas de articulación política, cambiar las posiciones de observación y permear sobre todo las organizaciones partidarias con cuerpo y pasiones alegres, con más ciudadanía y mayor capacidad de escucha activa que no es solo oír demandas en audiencia sino más bien procurar por sistema transformar la vida y cambiar la historia a ras de suelo, al cabo de la calle, con sentido del común.
- La vindicación útil de los derechos, la realización política efectiva, pasa por actuar, en lo concreto, de forma recta en la izquierda, evitando sectarismos y salmos para la autopromoción publicitaria. Análisis, crítica, elaboración colectiva y unidad programática de acción. Ni más ni menos. En el homenaje que hicimos hace un año en La Carbonería a Julio Anguita, desde el Ateneo Republicano de Andalucía, la lección compartida por los asistentes fue más que clara a este respecto, pero algunos no acaban de enterarse. Miran más hacia arriba de Despeñaperros que a los lados y hacia abajo, justo cuando más hemos de transitar por el frente amplio de una mayoría de progreso. Toda política contraria a este mandato es renunciar a mandar obedeciendo a los sectores subalternos, que piden, emplazan y, hoy más que nunca, esperan construir otro modelo de país en Andalucía. Más aún, toda propuesta no comprometida con este principio está condenada al fracaso. Es hora pues de una convocatoria por la gente, hora de multiplicar la disidencia, que no es dividir la izquierda sino articular el descontento contra el austericidio en su forma política actual y no lo contrario que es lo que está sucediendo: dinamitar en fin las luchas sociales por falta de dirección y representación en formas organizativas que, por necesidad histórica, han de ser innovadoras, híbridas, político-sociales y, como dicen en otras latitudes, movimientistas. Y quienes se enroquen en su aislamiento, sepan que, como sucediera en otros momentos no tan lejanos en el tiempo, la historia los retratará, básicamente como lo que vienen siendo: aves de paso, tragicómicos personajes burlescos o, peor aún, traidores a la causa del pueblo andaluz por activa u omisión manifiesta. Porque no todo el problema de nuestra tierra es culpa exclusiva del gobierno ultra de Moreno Bonilla o por décadas del partido-Junta del PSOE, que ni está ni se le espera. Hay una responsabilidad histórica que hemos de asumir la izquierda andaluza trascendiendo modelos periclitados, evitando la tentación de la llamada nueva política, más propia de una feria de vanidades que, como aquí se propone, de una cultura radical. De hecho, este es el principal peligro de la comunicación política progresista. La nueva generación de dirigentes es partícipe de la cultura del like, no del pensamiento negativo, ni antagonista, sino del discurso de fenomenal, esto es, viven anclados en la hapycracia de lo peor. El clickactivismo es la política de lo imposible, la pospolítica o, si se prefiere, la antipolítica de la nadería, porque no hay mediación cognitiva, ni social ni política. Una estética relacional que niega todo principio de compromiso, que surfea en el narcisismo primitivo, sin sustancia, ni verdad, basculando solo en el universo de la reacción, es tanto como decir que habitan en la reproducción del orden reinante, de derecha a izquierda, de arriba abajo, contando con las bases replicantes que hoy proliferan por doquier. Semiótica de la simulación poco o nada evocativa, salvo la de recitar el salmo del líder electrónico de turno, en este modo de producir el relato, la fuerza de la elipsis se ha eclipsado por el presente perpetuo del like, por el carrusel de la vanidad incandescente que todo lo abarca y que, a fuerza de tanta futilidad, vamos a acabar añorando el cuplé y el género chico, lo nacional popular, y la política cabaretera que es más de Brecht que de Echegaray. La política, como la academia, se ha convertido en una casa de citas, una suerte de arte manierista de la nada por principio, salvo la emulación o el mero enunciado de la espiral del disimulo. Así las cosas, la lógica citacionista de la pura reproducción inocua que todo lo inunda nos deja sin voz ni horizonte histórico. Puede que los Smart boys o la llamada generación de cristal adolezcan de un malestar tanto fisiológico como cultural que determine esta forma de comunicación dominante, pero lo que es una evidencia es que nos gobierna en la izquierda un ecosistema de mediación simbólica que puede ser considerado una pandemia y que, desde una ética emancipadora y socialista, debe por principio, y cuanto antes, ser combatida, no casualmente, por cierto, empezando por la Andalucía barroca. En estos momentos la sociedad civil andaluza está imbuida de desafección política, con fragmentación social y política, pero cuenta con importantes iniciativas y movimientos sociales activistas que la izquierda transformadora ha de tomar en consideración.
- Hemos de empezar por un análisis concreto del mapa político y social andaluz, de la estructura económica y sus actores, de las tendencias históricas y la estructura de sentimiento del pueblo andaluz, un estudio de las relaciones de dominio, a nivel del Estado, y de las formas de opresión y liberación de los diversos factores y procesos de constitución de la subalternidad que vive nuestro pueblo. Somos conscientes que nos enfrentamos a problemas estructurales importantes como la crisis y explotación medioambiental, la concentración de la tierra, la dependencia de la matriz productiva, el dominio colonial y los desequilibrios, de variopinto tipo. Somos conscientes, a su vez, que la izquierda andaluza tiene su razón de ser en la defensa de los intereses de las clases trabajadoras tanto a corto como a largo plazo, en Andalucía y desde Andalucía para el conjunto de las personas trabajadoras en España, Europa y el mundo. Pero, siendo claros, honestamente, hemos percibido en la dirigencia de la izquierda andaluza y nacional, en la nueva generación de dirigentes cierto desprecio por lo nacional popular. Esta élite intelectual vive al margen del sentir de campesinos y grupos subalternos, ante los que manifiestan un absoluto desprecio y una incomprensión a la hora de definir un proyecto que capture la voluntad de rebeldía y sometimiento de estos sectores subalternos. Una política de frente único, la unidad popular, solo es posible por la base. O cambia el método o no tendremos un frente amplio. Esta cuestión no está en discusión, está por hacer y definir en la praxis.
En cualquier caso, y conscientes del actual escenario político en el Estado y nuestra tierra, el reto del Frente Amplio Andaluz y la alternativa de izquierda solo se resolverá fuera del Parlamento y las instituciones, en ocasiones contra el parlamentarismo, y ello pasa por trascender la fase coalición por la construcción de unidad popular. El barlovento dialéctico tiene la durabilidad que un chubasco veraniego. Precisamos organización, un programa común, un espacio articulado, una doctrina y un horizonte de proyecto alternativo visible, posible y concreto que confronte la triple dependencia que padecemos en Andalucía:
- Del capital financiero internacional y especulativo que explota nuestra tierra
- Del centro político que marca la agenda y política pública en las formas partidarias y en la organización del Estado
- Y del proyecto de soberanía compartida de la UE que marca una posición periférica y subalterna a España y, por ende, a Andalucía.
El primer paso para ello es abrir campo y discutir los principios y formas de articulación política del frente amplio, a modo de ensayo tentativo y experimental que acometa los frentes culturales que dominan Andalucía: sea el extractivismo, la subalternización de nuestra cultura y espacios, la infradotación de recursos, la dependencia informativa y cultural, el proceso de modernización autoritaria y conservadora o los desequilibrios de todo tipo, de clase, género, territoriales. Un movimiento consecuente obligado para tejer la idea de frente amplio es fortalecer los espacios conjuntos de convergencia política, institucional y social, desplegar una base política y organizativa sólida más allá del ámbito institucional para resistir mejor los ataques de las derechas radicalizadas. La posición institucional privilegiada que ocupa Sumar tanto en el Gobierno de coalición como en el parlamento a nivel estatal debe traducirse en recursos para una mayor coordinación estratégica y una consolidación por debajo de los espacios de convergencia, pero no ha sido así y de facto no es una herramienta que ya sirva para unir las izquierdas en Andalucía y en general. Construir alianzas sociales, reforzar los movimientos sociales y articular sociedad civil es pues la asignatura pendiente que hemos de acometer. Las bases sociales del Gobierno de coalición son, como hace cuatro años, débiles. La fatiga, la merma de expectativas o la división son algunos de los elementos que explican que la situación por abajo de las bases sociales de la izquierda no sea ostensiblemente mejor que por arriba, en el ámbito político-institucional tras el 23J. Sin embargo, tanto el Gobierno como la izquierda política necesitamos contrapoderes con tiempos y dinámicas propias, ajenas a los ritmos siempre frenéticos de la coyuntura institucional. Algunas de las organizaciones que conforman POR ANDALUCÍA disponen a tal fin de un capital político y dilatada experiencia histórica de tejer alianzas, construir urdimbre local con arraigo y organización en la lógica de confluencia. Por destacar el actor político más importante, IU-CA, es preciso recuperar la experiencia que supuso Convocatoria por Andalucía, que transitó de una coalición a una federación de partidos. Desde esa experiencia de construcción de un movimiento político y social, desde la experiencia de intentar generar la convergencia de organizaciones políticas, sociales y sindicales, es como podemos dar forma a la construcción de un Frente Amplio en Andalucía, favoreciendo en todo momento la vocación unitaria y la refundación necesaria de la izquierda andaluza.
En estas tesis para un cambio social en Andalucía, somos conscientes de la falta de un proceso de maduración política tras el 15M para una alternativa conjunta de las izquierdas andaluzas, de hecho, a día de hoy, no se ha logrado pese a la exploración de algunas tentativas unitarias. y no es un problema de ciclo de repliegue ante la emergencia de la ultraderecha y el discurso reaccionario, sino más bien de maduración e inmovilismo de la izquierda, pues las causas del fracaso de Podemos y sus epígonos, como SUMAR, son las mismas que están presentes desde entonces y que impidieron en el XIX y en el pasado siglo alternativas de futuro consistentes. Hace falta por consiguiente un diagnóstico y autocrítica que, de forma sucinta, se apuntan aquí a modo de ensayo o texto para el debate. La más evidente es lo que hemos convenido llamar Hipótesis Italia. A saber: no se pueden construir nuevos marcos cognitivos sin marcas, ni partidos o proyectos políticos sin territorio ni contexto. Estas son precondiciones para perfilar alternativas proyectivas de futuro. Hasta ahora hay un déficit de funcionamiento democrático en la articulación del espacio político común que haga posible la idea demandada de FRENTE AMPLIO ANDALUZ y para revertirlo, es preciso que Por Andalucía, como expresión actual del Frente Amplio, o la denominación acordada en común, se referencie en el conjunto de actores que lo conforman y, de la misma manera, cada una de sus partes también sea voz del Frente Andalucía Libre, o como quiera se acuerde su denominación.
En los documentos constitutivos se definió Sumar como un paraguas que agrandamos y sostenemos entre todas y todos para dar cobijo a todas las izquierdas y a todos los actores, sean partidos o personas independientes. Coherentemente con ello, se decía, no apostamos por crear un partido al uso en el que se disuelva la diversidad, ni tampoco por crear un partido-marca sin arraigo territorial, pero en la práctica lo vivido es un proceso controlado no democráticamente por una de las partes que, desde Andalucía, agravó la revolución pasiva dirigida por las oligarquías más retardatarias con una deficiente conformación tanto del Grupo Parlamentario Plurinacional como la política de Estado desfavorable a los intereses de nuestra tierra por una visión errejonista periclitada y ajena a la realidad social y política que vivimos.
Tenemos ahora el reto de conformar un lenguaje y una comunidad de pensamiento, diálogo e intervención social en Andalucía en común, entre todas y todos, tejiendo una plataforma con las fuerzas, tanto políticas como sociales dispersas, a partir de nuevos principios y dinámicas internas. La necesidad de una plataforma común es evidente, y la vindicación de una inteligencia organizada en pro de un proyecto de emancipación igualmente latente. El tiempo del realismo político confederal y los procesos tecnocráticos centralistas ya no son válidos para una alternativa de futuro y progresista en Andalucía. Es hora pues de una utopía liberadora de la potencia popular andaluza superadora del cardonismo y del bonapartismo impuestos en los últimos quince años. La evidente necesidad de una izquierda partisana en Andalucía y un andalucismo militante de izquierdas trabajando codo con codo pasa, en otras palabras, por trascender lo vivido recientemente en SUMAR, el dominio de dirigentes que quieren cuadrar la realidad con su visión, gente sin experiencia de militancia ni de lucha política de largo recorrido, que operan sin dirección ni sentido común, con estrategias suicidas que desconocen la correlación de fuerzas y mitigan toda autocrítica o visión alternativa a la supuesta competencia de la que carecen.
La cuestión meridional, la autonomía andaluza y su transformación histórica ha de acometerse desde una nueva posición política, asumiendo que la autonomía, la realización práctica de lo contenido en el actual Estatuto, solo podrá darse con el liderazgo de los sectores populares, organizando a las masas a partir de la unidad popular, lo que implica una izquierda menos hípster y más consciente de la situación en el campo, más articulada y menos elitista, mejor situada y menos abstraída de la realidad concreta en el tiempo propio que estamos viviendo. El federalismo republicano que hemos de vindicar no será posible sin esta trama que hemos de tejer en común, sin alianzas estables, sin una política que sea viva expresión de los intereses de las clases subalternas, sin una estrategia que piense desde el Sur y desde abajo el proyecto federal. Y eso hoy por hoy no es una realidad en SUMAR, o para ser más precisos Movimiento Sumar, donde el cucañismo es la norma general y el cuñadismo del pensamiento políticamente correcto la norma.
En definitiva, el compromiso histórico con Andalucía no puede cobrar la forma de coalición. Debe proyectarse al interior como apuesta por conformar un bloque histórico estable, y hacia afuera como una lucha y disputa por la cuestión territorial trascendiendo los prejuicios y estereotipos de lo andaluz subalternizado tanto con otras formaciones federales de la izquierda, en el seno del propio Grupo de la Izquierda Plurinacional de SUMAR, como de otros nacionalismos históricos periféricos.
Varios ejes de intervención deben articular en esta dirección la noción del Frente Andalucía Libre: la soberanía popular, la autonomía, la cuestión social, el liderazgo del Estado federal o la cuestión agraria que implica no otra cosa que cambiar el eje de intervención de lo urbano a lo territorial, de lo nacional a lo popular, del centro a la periferia y los márgenes, sean estos comarcas, barrios vulnerables o sectores extremamente precarizados. Una tradición a recuperar en este movimiento de desplazamiento político y articulación es el que históricamente ha venido desplegando el movimiento obrero y el andalucismo histórico:
- Crear ateneos andaluces, republicanos y de unión de entidades y movimientos sociales en defensa de la mayoría social.
- Reagrupar los sectores del campo con agendas comarcales, locales y provinciales concretas y reales.
- Organizar el movimiento jornalero y los pequeños campesinos.
En el paso del corporativismo al reformismo democrático, del proteccionismo y el librecambismo de la oligarquía financiera a la planificación democrática, la izquierda andaluza ha de ser consciente que sin unidad no hay futuro. El fraccionalismo y la dispersión de la izquierda, como sucediera en Italia, es el antecedente del pesimismo y la desmovilización social. Pero no toda unidad es válida. La unidad de formaciones no es la unidad popular y la experiencia en el ciclo político desde el 2015 lo ha dejado en evidencia. Si no se constituyen bases sólidas, ni escuchas en los territorios no hay proceso generativo ni transformador. La “democracia participativa” es el camino para el frente amplio que dé operatividad y continuidad en la práctica a una alternativa de futuro que sea referencial para la gente que más lo necesita. En palabras de Rodríguez-Villasante, se repite mucho que Podemos recogió el espíritu del 15M, pero más bien lo tradujo electoralmente, sin respetar la fuerza que tenía la capacidad de los “círculos” de base. Y cuando la ilusión de estos (a los que no se les escuchaba, salvo en plebiscitos sin deliberaciones) se fue acabando, solo el municipalismo de 2015 consiguió recuperar en parte las iniciativas de base. Sería bueno que pudiéramos aprender de los éxitos que se han construido con dinámicas participativas y avanzar, en lógica coherencia, en dicha dirección. Pero para esto, el proceso de emergencia de un proyecto en común exige cuando menos tomar en consideración los siguientes elementos:
- Las temporalidades. Toda política de articulación precisa tiempos lentos, si de construir una unidad popular se trata. Pero las urgencias electorales marcan la agenda y en el caso de Andalucía, los cuatro años con los que se contara para dar forma a este proyecto en el marco de SUMAR ANDALUCIA hoy se limitan a menos de un año si hay adelanto electoral, como es previsible que así suceda. Parafraseando a Gramsci, en este tiempo-encrucijada, en este estancamiento y crisis de régimen, urge prestar atención a los tiempos y la gente común. En sus propias palabras, “hay que crear gente sobria, paciente, que no se desespera ante los peores horrores y no se exalta con cada tontería. Pesimismo de la inteligencia, optimismo de la voluntad”.
- La unidad popular. No hay frente amplio ni unidad de la izquierda desde el sur y desde abajo que impugne en una lógica constituyente el modelo de desarrollo territorial si todo se confía a dinámicas electoralistas. Ello supone una crítica al adanismo político, al cortoplacismo y a la lógica de coalición electoral que ha prevalecido en el último ciclo político, empezando por convocar asambleas territoriales y agrupaciones sectoriales abiertas y participativas desde el principio, y no con carácter finalista.
- La síntesis. El programa, la forma organizativa y la construcción político social del proyecto político de frente amplio ha de ser resultado de una síntesis consistente de las propuestas, experiencias, prácticas políticas y modelos de organización de los actores políticos participantes en el proyecto. De forma que, metodológicamente, y en el proceso de constitución de esta alternativa de futuro, es preciso una política de mediación y el despliegue de un proceso creativo liderado por la inteligencia colectiva.
- El liderazgo. Una clara evidencia del proceso experimentado con SUMAR es que el hiperliderazgo, como toda forma bonapartista, termina socavando la voluntad de transformación y autonomía política de los proyectos políticos emancipadores. Por tanto, es preciso avanzar en formas corales, diversas y colegiadas de dirección y representación política, siguiendo en parte el ejemplo del 15M y las voces anónimas que hicieron posible romper el cerco mediático y definir una potencia enunciadora como nunca antes en la historia de nuestra joven democracia.
- Las alianzas. El reto político de definición del Frente Amplio Andaluz pasa por ampliar la participación política y el control democrático de las bases, suturar las brechas y distancias entre organizaciones desde las militancias, integrar redes mancomunadas de confianza y cooperación, definir las alianzas y sumar actores desmovilizados para multiplicar la pluralidad y hacer efectiva una formación política transversal.
No es el objeto definir aquí hoja de ruta alguna, pero sí elementos, criterios y principios con los que definir el camino a explorar de una vez por todas. Corresponde a las organizaciones políticas y a los militantes diagnosticar y consolidar el necesario compromiso unitario de trabajo en común. El proceso de elaboración de programa, coordinación y estructuración de asambleas sería un buen punto de partida en la medida que sea una apertura a la participación que ojalá concluyera en forma de Asamblea Constituyente en Ronda y una Coordinadora Nacional resultado de un proceso de elección en territorio (provincia, municipio, comarca) democrático. Consenso, primarias, escucha activa, movilización, tejer, sumar y transformar el espacio pensando no en las próximas elecciones autonómicas sino en la construcción de país en el horizonte de 2030-2040 es lo que corresponde, aunque se afirme que la política es presente y las elecciones andaluzas inmediatas. En la historia de las luchas y frentes culturales, el movimiento obrero ilustra que solo se logró cambiar la historia y transformar la vida con otra temporalidad, con el fuego lento de las pasiones alegres y la sabiduría de las culturas populares. Toca empezar a caminar. Paso corto, y vista larga.