La lógica del calamar

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La serie coreana que sigue la estela de Parásitos ha tenido lecturas variopintas: crítica al capitalismo, brutalidad innecesaria, espectáculo a lo Tarantino, violencia sin guion, perversidad asiática, hasta narrativa ochentera del programa Humor Amarillo. En fin, una polémica que da cuenta de su impacto cultural: más de 140 millones de hogares en el mundo consumieron –nunca mejor dicho– la serie con fervor.

El oculocentrismo, la Era de las Pantallas, es lo que tiene: impone una férrea economía política a la multitud, incluso para su deleite o entretenimiento. Una suerte de proyección y registro en la era del perfilado para la acumulación por desposesión sin solución de continuidad.

Tiempos pues de zozobra, de zombies y de narrativa audiovisual que mueve al espectador de su zona habitual de confort para sujetarlo. Pues siempre prevalece el llamado efecto burbuja, la chispa de la vida, la euforia delirante del capital que deslumbra como durante la fiebre amarilla, la fiebre del oro que Chaplin supo documentar con ironía mostrando cómo uno ve lo que desea ver, negando el principio de realidad.

El discurso comercial del milagro económico de la cuarta revolución industrial que proyecta la tecnología es la liquidación vía liquidez en forma de falsa promesa de startups o innovación pirata a lo japonés. Todo ello aderezado con el influjo publicitario de la economía digital, inteligente o inmaterial, de la atención. Pura pendejada a lo Rogelio Velasco.

De cualquier modo, como escribiera Rafael Chirbes, «no hay medicina que cure el origen de clase (…) ni siquiera el dinero que pueda llegar luego o el prestigio social que se adquiera (…). Es una herida de cuyo dolor te defiendes, e incluso ante tus propios hijos ya desclasados sacas las uñas de animal de abajo”.

Sentencia implacable, que debe servir en este universo de imágenes que nos inunda. Siempre prevalecerá el espíritu indómito de un pensamiento salvaje. En palabras de Marcelino Camacho, ni nos domaron, ni nos doblaron, ni nos van a domesticar. Esa es la libertad, y no tomar cañas o suscribirse a Netflix para ver cómo nos hacen competir en un juego sin sentido.

En la guerra cultural y económica que vivimos, en la suerte de guerra de clases de nuestro tiempo, es hora pues de confrontar el frente cultual de la política Mickey Mouse, el contubernio peligroso de la alianza ratera Macri/Milei o sus amigos en España.

Primero, por dignidad y, también, por instinto de clase que ha de visualizarse en las pantallas como avanzadilla de esta disputa. De hecho, no es casual que el líder de Libertad Avanza propusiera eliminar los impuestos a los videojuegos, ni que entre su electorado arrasara en el sector juvenil.

La cultura gamer y streemer domina la pulsión plebeya y constituye un elemento crucial en el neopopulismo de derecha, imponiendo una cultura gamificada, anestesiada pero activa contra, por ejemplo, toda política de Hacienda Pública.

Tal incoherencia o inmadurez narrativa de la cultura de la gamificación participa de las estrategias retóricas del ilotismo, de la cháchara y lo superfluo, una corriente ideológica de lo insignificante o del vacío como ausencia de horizonte histórico, de acuerdo con la reflexión de Carla Mascia. Hablamos de un discurso sin compromiso, puro marketing, pura autorreferencialidad ante la realidad que emerge.

Así las cosas, conviene volver a Gramsci y contraponer la figura legal y la realidad social para desmontar tal lógica discursiva que, incluso, permea y hegemoniza la acción política de la izquierda. Frente a los ingenieros del vacío político y la algarabía mediática, es tiempo de afirmar el compromiso por contar la vida para cambiar la historia, para narrar con sentido, que es el consentimiento de los sin nadie, aquellos que, además de costumbres y sentido común, tienen sus propios cuentos y las cuentas claras.

Economía Política de la Comunicación. Teoría y Metodología

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La Economía Política de la Comunicación es una corriente de pensamiento —central para comprender el desarrollo de los estudios de comunicación— cuyo compromiso ineludible consiste en abordar el amplio campo de la producción simbólica que determina las actuales formas de vida colectiva desde una visión materialista de la teoría de la mediación.
Economía Política de la Comunicación. Teoría y Metodología ofrece herramientas conceptuales que permiten sistematizar las categorías básicas, los conceptos originarios actualizados al tiempo presente, así como las metodologías que esta corriente aplica en aras de una crítica de la mediación social y de la comunicación como dominio.
Así, de la mano de algunos de los principales investigadores reunidos en torno a la Ulepicc (la Unión Latina de Economía Política de la Información, la Comunicación y la Cultura), este libro tiene por objeto dar cuenta del estado del arte y del pensamiento más avanzado en la materia a fin de formular una crítica teórica bien fundamentada y cubrir una importante laguna bibliográfica sobre metodologías de análisis de la realidad comunicativa circundante.

Política Científica y Socialización del Conocimiento. Hacia una Nueva Economía Política Común del Espacio Cultural Latino

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Asistimos al “I Foro de Publicaciones e Difusión del Conocimiento Científico en Comunicación”, integrado al “Fórum Integrado Ibero-Americano de Comunicação – Fórum Confibercom 2012”, como continuación del debate iniciado en el marco del “I Congreso Mundial de Comunicación Iberoamericana” en los días 3 y 4 de agosto de 2011, en San Pablo (Brasil). En aquella ocasión, como ponente y coordinador, junto a la profesora Cicilia Peruzzo, de este eje de discusión, afirmamos la necesidad de articular un espacio o grupo de trabajo no sólo de revistas o publicaciones científicas, sino más bien, en un sentido más genérico e integral, defendimos la necesidad de asumir el reto de crear un foro de difusión del conocimiento que abordara algunos de los principales retos del campo comunicacional, considerando las propias conclusiones del “Fórum de Revistas Científicas de Comunicación” y del “Seminário de las Enciclopedias” que tuvieron lugar en la Universidad de São Paulo. En tal ocasión, en el marco de dicho debate, se acordó como resultado constituir una red, la Rede Confibercom de Revistas Científicasde Comunicação (Reviscom)2, con la participación inicial de 40 publicaciones, comenzando así un proceso de articulación de las formas de difusión y socialización del conocimiento comunicológico latino que aún hoy debiera tener continuidad en nuestros debates.

A fin de avanzar en esta línea de trabajo, se presentan a continuación un diagnóstico o estado del arte, definido específicamente desde España, y un decálogo de considerandos y líneas de actuación con propuestas concretas de cooperación e intervención política en este ámbito, centrándonos fundamentalmente en el papel y retos de las revistas científicas, que, como todos saben, constituye un problema estratégico de articulación para el campo académico en la nueva era del capitalismo cognitivo. Tómense las siguientes páginas como un primer borrador y esbozo tentativo de abordaje de las principales cuestiones a tratar en el diseño de una política común de cooperación que, lógicamente, requeriría, en coherencia, una sistematización consistente, analítica y comparada de la realidad del sector a la hora de proceder a definir con mayor criterio las líneas estratégicas de intervención política de la Confederación Iberoamericana de Asociaciones Científicas y Académicas de Comunicación (Confibercom) en pos de una economía política abierta de acceso y producción del conocimiento, en el entendimiento que la comunicología ha de ser concebida como ciencia aplicada de lo común.

La economía política de la cultura, la comunicación y el conocimiento

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Francisco Sierra: “La monumental construcción de la filosofía materialista de Marx no hubiera tenido lugar sin su experiencia como periodista”.

Como los fumadores apasionados se citan a la intemperie para darse el gusto sin ceder ante el acoso de la intimidación, de una manera muy parecida tenemos este libro para agruparnos a su alrededor, en la lectura y el debate, los que creemos que sin el conocimiento sobre la comunicación no se puede avanzar en la política y la cultura.

Marxismo y comunicación [1], de Francisco Sierra Caballero, se lee en algunos tramos como una novela de la filosofía y a continuación como una crónica periodística pero me parece que en realidad es un reconstituyente para la anemia del desconocimiento sobre la comunicación que debilita a la izquierda. El catedrático de Teoría de la Comunicación de la Universidad de Sevilla, que forma parte del Consejo de Redacción de Mundo Obrero, nos propone “repensar los principales aportes marxistas en comunicación para pasar de la cultura de la resistencia a la razón emancipadora en movimiento”.

Desde Marx y Lenin hasta la “plusvalía ideológica” en la economía política de la comunicación, pasando por Gramsci y Brecht.

“Pensar hoy con Marx -advierte Sierra- exige una relectura de la teoría del valor y una actualización de cuestiones sustantivas sobre la mediación que tradicionalmente han constituido el agujero negro del marxismo”. Y propone “una teoría social de la mediación materialista y una lectura marxista de la comunicación y la cultura [2] que contribuya a interpretar los procesos de la revolución digital”. Nos hace pensar desde el principio, al asegurar que “la monumental construcción de la filosofía materialista de Marx no hubiera tenido lugar sin su experiencia como periodista”.

Capitalismo cognitivo

El libro que comentamos reclama a la izquierda que considere en profundidad la radical importancia estratégica del pensamiento en comunicación porque la información siempre ha sido determinante en la reproducción del capitalismo y la lógica del valor del actual capitalismo cognitivo se basa precisamente en la difusión del saber y la producción del conocimiento: “La comunicación contribuye a la desigual distribución de la riqueza, la información y el conocimiento en las sociedades contemporáneas, como parte de la estructura clasista de reproducción social, siendo los medios una parte estructural importante del ejercicio del poder”. “En España -añade Sierra- la investigación marxista sobre información y comunicación ha sido marginal incluso en las décadas de los sesenta y los setenta, cuando más activas y socializadas estuvieron las ideas socialistas y comunistas entre los trabajadores intelectuales”. Recomienda establecer dos elementos prioritarios en la agenda de las investigaciones: “El papel del Estado y de los servicios públicos y la explotación del trabajo creativo, cuestiones neurálgicas para el capitalismo cognitivo en su proceso de acumulación mediante la colonización de la sociedad entera por el capital”.

La investigación sobre la economía política de la comunicación “debe dar prioridad al estudio de los vínculos estructurales entre el sistema cultural y el desarrollo económico y al proceso de convergencia del sector de la comunicación con el sistema financiero internacional para un mayor conocimiento sobre los escenarios globales: la vinculación entre el Estado, el mercado, las corporaciones multimedia, los procesos de concentración industrial, las políticas públicas y el desarrollo económico”.

La información y el conocimiento como bienes comunes

La economía política de la comunicación “como punto de partida de una cultura común, reflexiva y crítica, vinculada a las redes sociales antiimperiales, para alternativas democráticas a la sociedad global de la información, recuperando el conocimiento como un bien común cuando en las contradicciones del nuevo orden imperial se abren brechas para las posibilidades del cambio mediante la movilización colectiva”.

Entre las muchas e imprescindibles aportaciones de este libro de Francisco Sierra me parece muy interesante la formidable documentación sobre la importancia de Antonio Gramsci y Bertolt Brecht como referentes para una teoría marxista de la comunicación y la cultura en la era digital. Sobre todo en “la alfabetización audiovisual como educación para la recepción crítica de los medios que ahora debe estar en el centro de las cuestiones políticas y sociales más importantes de nuestro tiempo”.

Con la advertencia de que “la comunicación transformadora y la estética revolucionaria dependen de los medios y de las expresiones y no sólo de los contenidos”, esta incitación al debate sobre el marxismo y la comunicación nos deja más interrogantes que certezas: “¿Desde qué bases y perspectivas puede activar el poder de la crítica sus dispositivos emancipadores? ¿Qué alternativas tenemos para la acción transformadora? ¿Cómo pueden ser reorientados los medios y las tecnologías de la información en un sentido democrático? ¿Qué líneas y ámbitos de actuación son prioritarios en el diseño alternativo de una sociedad de la información realmente para todos?”.

NOTAS:

1. MARXISMO Y COMUNICACIÓN. Siglo XXI. Su autor, Francisco Sierra Caballero, es catedrático de Teoría de la Comunicación de la Universidad de Sevilla. Dirige la Sección de Comunicación y Cultura de la Fundación de Investigaciones Marxistas y preside la Unión Latina de Economía Política de la Información, la Comunicación y la Cultura.

2. Nos recomienda “los dos volúmenes de Comunicación y Lucha de Clases que editamos en el Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina (CIESPAL)”.