Francisco Sierra: ‘La revolución digital no está democratizando la sociedad en la que vivimos’

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Conversamos con el profesor Francisco Sierra Caballero, catedrático de Teoría de la Comunicación de la Universidad de Sevilla,  que acaba de publicar el volumen Marxismo y comunicación. Teoría crítica de la mediación social, en la colección Pensamiento de la editorial Siglo XXI, con prólogo de Armand Mattelart.

En plena segunda ola de la pandemia del covid-19 en Europa, con unos medios de comunicación inmersos en plena guerra de cifras y el ruido ensordecedor generado por las redes sociales de internet, el profesor Francisco Sierra Caballero, catedrático de Teoría de la Comunicación de la Universidad de Sevilla, acaba de publicar el volumen Marxismo y comunicación. Teoría crítica de la mediación social, en la colección Pensamiento de la editorial Siglo XXI, con prólogo de Armand Mattelart.

Frente a la ocupación por la lógica neoliberal de la academia, el mundo universitario y la investigación operada en las últimas décadas, el ensayo reivindica el giro materialista desde el cruce entre la praxis comunicativa emancipadora y una teoría crítica desde el Sur global, capaz de aunar diversas tradiciones marxistas.

Con motivo de la presentación del libro en la Fundación de Investigaciones Marxistas (FIM) el 26 de octubre y la próxima presentación en Sevilla, con fecha aún por concretar, Francisco Sierra tuvo a bien responder a algunas preguntas por correo electrónico, en relación al texto y sus implicaciones contemporáneas, además de la ligazón estrecha de éste con los desafíos actuales del capitalismo de plataforma y la economía política de la comunicación digital. Desafíos, por otra parte, que lo son no sólo para la academia y los estudios de comunicación, sino para las propias prácticas y luchas sociales emancipadoras y su praxis comunicativa.

¿Qué aporta el libro al estado actual del ecosistema de medios?

El libro da herramientas para resistir la dinámica de control. Pero conectando la desinformación, que siempre ha existido, no es un fenómeno de las redes, con procesos de transformación del capitalismo. Es decir, no podemos entender a Trump sin comprender el desmantelamiento de la industria pesada en Estados Unidos y la estafa de la crisis de Lehmann Brothers. La posverdad es la otra cara del capital ficticio y el rentismo del capital ficticio. En otras palabras, el muro de Wall Street es la forma dominante y continuación de los chicos Mad Men de la industria publicitaria. Por ello, en el libro hablamos del llamado capitalismo de plataformas, cómo hemos de pensar esta realidad en la era de los riders y de la lucha de clases de una economía uberizada.

La otra propuesta implícita en el texto gravita en torno a la disrupción digital que está en la agenda para la transformación de la última parte del libro.

La revolución digital está apenas en su fase inicial. Pensemos en qué tipo de economía alcanzaremos con el 5G y la distribución de conectividad por la vía eléctrica, por no hablar del desarrollo de la Inteligencia Artificial y el internet de las cosas. La cuestión es, con estas transformaciones, qué tipo de sociedad emerge y qué tipo de rupturas o quiebres culturales. Vivimos tiempos de crisis de las instituciones mediadoras y graves problemas de socialización y convivencia democrática. En particular, con la familia y la escuela pero, por descontado, también en la política. La elección de Obama abre un antes y un después en la comunicación política que ha hecho posible a Podemos, pero también a Vox y la nueva extrema derecha. El efecto burbuja plantea en este sentido serios problemas de convivencia democrática frente a la que, paradójicamente, es necesario más mediación, más política, más educación, mayor articulación social. Y en eso estamos. Nuestro grupo de investigación, por ejemplo, acaba de concluir un proyecto de I+D sobre Ciberactivismo y Nuevos Movimientos Urbanos. Hemos de pensar qué tipo de subjetividad política, qué ciudadanía tenemos con la interacción en redes. La revolución digital no está democratizando la economía y la sociedad en la que vivimos. Antes bien, vemos exactamente lo contrario, como en el film polaco HATE. Este es el contexto y el horizonte de disputa que requiere cuestionamiento.

El libro parte de la constatación de un vacío epistemológico, que a mi modo de ver está directamente relacionado con la ocupación de la academia por la razón-mundo neoliberal en las últimas décadas. En ese sentido, se trata de una apuesta militante, que reivindica la centralidad de la praxis en los estudios de comunicación.

Sin duda. La unidad del discurso crítico de Marx, desde las tesis sobre Feuerbach, presupone justamente ligar la práctica teórica con las luchas por la emancipación social y este ensayo se inscribe, radicalmente, en este marco de disputa de la hegemonía, claramente a contracorriente de la deriva neoliberal que coloniza la academia. Y no en vano el último capítulo del libro da cuenta de esta captura del pensamiento por la razón instrumental. Esta lógica no puede ser eludida, menos aún desde la perspectiva marxista, ahora que la ciencia y la tecnología están dominadas por la lógica de valor, se niegue o no desde el pensamiento dominante. Esperamos con ello abrir una agenda de investigación de vital importancia para la apropiación social de la comunicación. Sin conocimiento libre no hay posibilidad, en otras palabras, de una comunicación para el bien común.

La propuesta heurística (ética), del libro, parte de una arqueología del pensamiento marxista situada en el cruce entre varios legados (Gramsci, Escuela de Frankfurt, Brecht, Estudios Culturales, etc.), algunos de los cuales han estado tradicionalmente enfrentados.

Este es un trabajo por hacer. Hace diez años nos dimos a la tarea de reconstruir, precisamente, los aportes del pensamiento materialista a una teoría crítica de la mediación social. No se trata, en este sentido, de ajustar cuentas entre distintas tradiciones o escuelas de pensamiento, sino más bien encontrar los elementos y recursos conceptuales con los que acometer la crítica de las armas. Pues si bien ha habido aportes significativos en la disciplina, la elaboración teórica marxista resulta más bien deslavazada y marginal en el progreso del conocimiento del campo. En la primera parte del ensayo hemos tratado de reconstruir la historia de las ideas en la tradición materialista, retomando aportes apenas considerados en la Teoría de la Comunicación como la de la dramaturgia brechtiana, o directamente malinterpretados, como es el caso de Gramsci actualmente. La revisión de la literatura tiene además una lectura histórica sobre los debates y disputas teóricas en el campo de la comunicación a fin de situar en su debido contexto los problemas de nuestro tiempo, que son tratados en la segunda parte del libro en torno a la revolución digital.

Hay también una (rei)vindicación de la tradición marxista hispana y latinoamericana: Sacristán, Juan Carlos Rodríguez… ¿Cuáles serían los epígonos y legatarios de esas tradiciones en la academia contemporánea?

Si hablamos de España, lamentablemente no ha tenido continuidad, al menos en comunicación. Y han sido además aportaciones poco o insuficientemente valoradas. Pensemos en Juan Carlos Rodríguez y su estudio de la ideología y la producción textual o, en el ámbito científico de la Teoría de la Comunicación, el programa de investigación del modelo de análisis dialéctico de la mediación social del profesor Manuel Martín Serrano. Todos ellos son aportes significativos que no han merecido la atención suficiente de la academia, históricamente alineada en una posición de clara voluntad antimarxista y, en general, refractaria a toda visión sociocrítica de los medios y la comunicación social. Pero, por el contrario, cabe reconocer que nunca como ahora en la academia ha habido una generación de investigadores que conciben su práctica teórica como un trabajo necesariamente ligado a los procesos sociales más amplios de transformación social. Eso sí, desconocedores, por lo general, del legado de la teoría marxista en comunicación y cultura.

Frente a la hegemonía funcionalista norteamericana o las corrientes posmodernas de las últimas décadas en Europa, el libro actualiza la radicalidad de las propuestas de una Comunicología del Sur, desde el Sur y para el Sur, oponiendo la hibridez situada del ethos barroco, la defensa de un giro materialista frente al giro linguístico dominante en gran parte de la academia desde hace ya más de dos décadas.

Desde hace una década venimos vindicando, en la línea de Boaventura de Sousa Santos, una Comunicología del Sur. Y en esta línea hemos insistido en la necesidad de un giro decolonial del saber-poder comunicacional. Más aún si pensamos que escribimos desde el sur, desde Andalucía, que somos herederos de lo que Bolívar Echeverría considera el ethos mediterráno, el ethos barroco, otra forma de modernidad capitalista, que resiste a la lógica realista de la ética protestante del capitalismo. Esta lectura es clave para vindicar la visión de las culturas subalternas. Y cuestiona, desde una radical voluntad antagonista, la matriz hegemónica de la comunicación como dominio. Si es verdad que los medios y la teoría sobre los medios es americana, esto es, de origen estadounidense, la vindicación de la Comunicología del Sur apunta, en esta dirección, hacia la necesaria ruptura epistemológica para concebir, y esta es la apuesta, la Comunicología como una ciencia aplicada de lo común. Por ello dedicamos dos capítulos del ensayo a dialogar con una tradición poco o nada conocida en nuestro continente, para renovar la agenda marxista en materia de comunicación y cultura.

La agenda para la acción del final del libro aborda no sólo la necesidad de remoción y transformación de los estudios de Comunicación, sino de la propia praxis comunicativa, inescindiblemente unidas ambas. Aunque el autor ya ha dedicado otros volúmenes a este tema, ¿qué papel juega en esa agenda hoy la Tecnopolítica?

Una función central, a nuestro modo de ver, y no tanto porque lo nuevo, como decía Lukacs, sea progresivo sino porque, cualitativamente, en torno a los nuevos dispositivos de intercambio emergen prácticas emancipadoras, formas inéditas de agenciamiento y autonomía comunicacional potencialmente liberadoras, como vimos en el 15M o el movimiento estudiantil chileno. Existe no obstante el peligro, como apuntáis en vuestro libro, Algoritarismos, de una nueva lógica de control totalitario, de lo que Armand Mattelart denomina la era del perfilado, el mundo de la vigilancia global. Ahora, como estamos observando en el proyecto de I+D sobre Ciberactivismo y nuevos movimientos urbanos, el activismo digital inaugura una nueva lógica de acción colectivo: sea lo que algunos autores llamáis Recientes Movimientos Globales, o sea lo que algunos teóricos acuerdan en reconocer como nuevos repertorios simbólicos y estéticas insurgentes de protesta e intervención social. De cualquier forma estamos ante un nuevo horizonte de progreso que hay que abordar para ver qué nueva economía moral de la multitud tiene lugar con la apropiación de las nuevas tecnologías. Esperamos seguir esta línea de trabajo, ahora que la investigación neopositivista sigue, como dice una buena amiga mía, contando y ordenando lapiceros de colores. Triste paradoja, sin duda.

Hackademia: entrevista con el Dr. Francisco Sierra. Parte 2

Hackademia: entrevista con el Dr. Francisco Sierra

En nuestro segundo programa de #Hackademia seguiremos con las segunda parte de la entrevista con el Dr. Francisco Sierra de la Universidad de Sevilla para presentar su más reciente libro editado por Siglo XXI EditoresAcompáñenos a Hackear el sistema desde la teoría.

Publicada por Segundo Orden en Lunes, 19 de octubre de 2020

La entrevista en profundidad. Función, sentido y técnica

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Las entrevistas y el entrevistar son elementos esenciales de la vida contemporánea. En términos de Berger y Luckmann, el examen de los diferentes géneros ilustra el modo en el que la entrevista –comunicación primaria– contribuye a la construcción de la realidad. La entrevista es un instrumento eficaz de gran precisión en la medida que se fundamenta en la interrelación humana, siendo el orden social un orden deíctico. En concreto, la entrevista proporciona un excelente instrumento heurístico para combinar los enfoques prácticos, analíticos e interpretativos implícitos en todo proceso de comunicar. Su universo constituye por tanto una problemática compleja y más difícil de lo que en un principio pareciera. El primer problema con el que nos encontramos es el de su delimitación. Un uso tan extendido cotidianamente en tantas áreas del conocimiento y la actividad social, como en el caso de la técnica de la entrevista, relativiza hasta el extremo sus principios teórico-metodológicos, haciendo inviable una delimitación conceptual apropiada que reúna los requisitos necesarios de rigor para su aplicación validada en el trabajo de campo. Ahora bien, esta diversidad, ha favorecido, en cambio, una alimentación interdisciplinaria, aportando una visión compleja y dinámica del hecho comunicacional en la entrevista.

Sierra Caballero: La complicidad de las plataformas tecnológicas con el gobierno de EE.UU es absoluta

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Desde que en 1993 culminó los estudios superiores en la Universidad Complutense de Madrid, Francisco Sierra Caballero comenzó a trazar una carrera que deviene uno de los principales referentes en el campo académico y profesional de la comunicación a nivel internacional, con tantos reconocimientos, cargos y responsabilidades que de esbozarlos en este inicio ponderarían, cuanto más, un resumen maltrecho de su prolífica trayectoria.

Nuestro entrevistado es experto en Sociología del Consumo e Investigación de Mercados, en políticas de comunicación, nuevas tecnologías y participación ciudadana de la Unión Europea y especialista en Metodologías de la Participación. Actualmente, forma parte del Instituto Andaluz de Investigación en Comunicación y Cultura y es Presidente de la Unión Latina de Economía Política de la Comunicación.

Aunque ha impartido clases y conferencias como profesor invitado en prestigiosas universidades de España, Portugal, Francia e Italia; en América Latina también ha desarrollado una profusa actividad que incluye su rol como Director General del Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina (Ciespal) hasta el 2017, evaluador y cargo académico del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de Chile, la Secretaría de Educación Pública del Gobierno de México, la Federación Latinoamericana de Facultades de Comunicación Social, la Asociación Iberoamericana de Comunicación y la Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe.

El Coloquio sobre Martí, convocado anualmente por la Asociación Cubana de Comunicadores Sociales y desarrollado entre los días 23 y 24 de enero, tuvo como invitado especial al Dr. Francisco Sierra, quien ofreció dos conferencias magistrales: “Comunicación, política y cambio social en la galaxia de Internet” y “Teoría marxista y la revolución digital”.

Usted fue director general de Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina, con sede en Quito, una institución creada por la UNESCO para defender los derechos en la región. ¿Cuál es la situación de Ciespal ahora con el gobierno de Lenin Moreno?

Después de la década ganada lo que se ha vivido en algunos países, especialmente en el caso de Ecuador, es una vuelta a la receta neoliberal. Eso se ha traducido en una serie de medidas que ha llevado a derogar dos artículos sustanciales de la Ley orgánica de comunicación; vender dentro de la tradición de Lenin Moreno a Julián Assange que había sido una apuesta en política internacional, sobre todo del canciller Ricardo Patiño, y en el caso de Ciespal, cumplir una labor de cobertura de las realidades neoliberales y represivas del Estado para justificar una política con la que la mayoría de la población no está de acuerdo.

Como estoy desvinculado no tengo bien claro cuál puede ser el futuro de Ciespal, pero temo, incluso, por la propia supresión de ese organismo internacional vinculado a Unesco, para convertirse en un centro más del Estado y el gobierno. Eso sería un final muy triste para un centro que ha sido de radiación de pensamiento crítico en comunicación en América Latina.

Evidentemente, el programa de gobierno de Lenin Moreno no apuesta por los medios públicos, ni defiende las políticas activas de comunicación. Está volviendo al modelo anterior que va a hundir a Ecuador desde el punto de vista del talento humano y la formación de competencias.

Muchos investigadores hablan de una carrera armamentista en el ámbito digital que tiene a América Latina como polígono de pruebas, un ejemplo son las más de cien mil cuentas falsas creadas para legitimar el golpe de Estado en Bolivia. ¿Cuáles son sus consideraciones acerca de esa situación?

No se trata de que América Latina sea un laboratorio de proyecto imperial o geopolítico de reestructuración de la hegemonía. Donald Trump ha empezado por una zona de influencia, pero la ciberguerra no inicia, ni es algo novedoso ahora en América Latina; es un proceso que se ha ensayado dentro del propio territorio de Estados Unidos, que se está ensayando, si hablamos de ciberguerra, como principal eje de disputa, en el conflicto con China, aunque todos apunten a Rusia.

En mi libro La guerra de la información: Estados Unidos y el imperialismo en América Latina (2017), hay un recorrido histórico para el caso de América Latina. Lo que ha variado y reformulado es la doctrina de seguridad de Estados Unidos (EE.UU). Desde los documentos de Santa Fe, con Ronald Reagan, se comenzó a reformular la necesidad de hacer una estrategia menos militar y más ideológica. Ahí ya se concibe la guerra como una cuestión de ideología, de hegemonía, de disputa. Esa doctrina varió a partir de los trabajos de Gene Sharp sobre los golpes blandos, que incorporan la dimensión de las redes sociales donde se juega la disputa de la hegemonía, aunque en algunos casos han fracasado estrepitosamente como en Venezuela y Cuba.

En Bolivia funcionó y hay que recordar que funcionó no solo ahora con el golpe de Estado, sino con el referendo de 2016. Los medios, al unísono y en alianza con las redes, tuvieron un relato sobre la falsa paternidad de Evo Morales, sobre corrupción no demostrada. En el actual golpe diversos estudios han demostrado la proliferación de cuentas falsas y ese es el ámbito que complementa la estrategia del golpe blando. Todo eso está teorizado en los documentos de Santa Fe: se trata de la buscar un inobjetable objetivo moral por parte de las fuerzas imperialistas.

Hoy con las redes sociales funciona aún más la Ley de la espiral de silencio (aquellas opiniones más sobrerrepresentadas tienden a imponerse aunque sean minoritarias), porque también existe el efecto burbuja, es decir el aislamiento psicológico y social de los individuos, que suelen conectarse con amigos o redes con los que comparten una única visión.

La doctrina de los golpes blandos se inició, justamente, en América Latina, en los años 80, cuando la ultraderecha estadounidense decidió elaborar una nueva estrategia política de intervención que se experimentó en Centroamérica y en Nicaragua con la guerra sucia contra la revolución sandinista y que se va perfeccionando hasta hoy.

¿Es posible desatar acciones de manipulación en red sin la complicidad de las plataformas digitales?

La complicidad es absoluta y ese papel ha sido muy claro, por ejemplo, cuando comenzaron las movilizaciones en Brasil en defensa del Partido de los Trabajadores, el partido de Lula y de Dilma, se aplicaron diversos apagones informativos, no circulaba información. Facebook, Twitter, las grandes empresas como lo han sido Microsoft, Apple, como lo fue IBM en el golpe de Salvador Allende, siempre han colaborado con el Pentágono y el Departamento de Defensa. Eso no ha variado.

Hoy con las nuevas empresas, el llamado capitalismo de las plataformas digitales es efusivo colaborador del gobierno de EEII. Esa colaboración se manifiesta en que el flujo no circula, tal como ha sucedido en Ecuador con el caso de Julián Assange, en el que Facebook y Twitter han procurado eliminar cuentas de las fuerzas progresistas para evitar el intercambio. Han sido activos colaboradores tanto para generar procesos de proinsurgencia o contra la insurgencia con el propósito de evitar la movilización ciudadana que vaya en contra de los intereses geopolíticos y estratégicos de EE.UU.

Se ha construido una nueva arquitectura de la información y la comunicación en la que participan ya no solo los medios tradicionales, sino también los influencers y los nuevos medios sociales, ¿cuál es a su juicio el papel de estos actores en la democracia y el balance informacional de la sociedad actual?

Los youtubers son, en general, un fenómeno de una nueva cultura digital, que coincide con un discurso neoliberal de lo que se llama el emprendedorismo; ser un empresario de sí mismo es la máxima utopía liberal- conservadora. Hay youtubers con una línea crítica, nosotros en España, tenemos varios vinculados al Partido Comunista que cumplen una labor de sensibilización, sea para la igualdad de género, para la cooperación internacional con el pueblo saharaui, para defender los derechos de los trabajadores, pero normalmente los youtubers proliferan con ideologías conservadoras y sobre todo reproducen ese discurso que se hizo célebre cuando se aprobó la estrategia de Sociedad de la Información de los Estados Unidos: cualquier usuario puede construir su futuro a través del acceso y la conexión a Internet.

Eso es falso, y ahora tenemos un gran problema. En España, por ejemplo, tenemos una alta tasa de fracaso escolar, de abandono de los estudios, pues existe una generación que piensa que a través de un canal en YouTube pueden llegar a ganar millones; es como la vieja utopía de ser toreros. Ese elemento desde el punto de vista social, político y cultural yo lo calificaría como una realidad negativa.

La labor de los grandes medios o los medios convencionales es francamente preocupante, por tres factores. En primer lugar, las nuevas generaciones, por lo menos en Europa y en Estados Unidos, ya no consumen los medios periodísticos tradicionales. En segundo lugar, su posición ha sido acusar de que en las redes solo circulan las falsas noticias, pero lo cierto es que los principales difusores de las falsas noticias son las grandes agencias. En España, la profesión menos valorada, después de político, es la del periodista. Las personas no tienen confianza en los medios de comunicación, porque ahora tienen acceso a la información y al escrutinio público, pueden contrastar o hacer un contrapunto entre lo que dicen los medios y lo que dicen otras redes.

Hay una pérdida paulatina de las audiencias. Las jóvenes generaciones que están en las redes ya no consumen medios periodísticos. Mientras esto sucede, la interpretación de los grandes directores es que la gratuidad está poniendo en crisis a los medios. Eso no es verdad, sino que los medios no han cumplido su función. Siguen trabajando en la lógica, parafraseando a Manuel Castells, de un punto de emisión (medios de masas) cuando se conviven con múltiples puntos (masificación de los medios). Cada punto puede ser receptor, usuario o ciudadano, o un medio, incluso los periodistas de los propios medios son una fuente y un medio de comunicación por sí mismo. Realmente lo que está muriendo es el modelo masivo que se desarrolló en Estados Unidos y Europa, en el que había una opinión pública homogénea y el periodista era el intermediario cultural.

Y el tercer factor es que no tenemos claro cómo van a resurgir los medios en la era de las redes. Sin embargo, hay un buen momento para el periodismo narrativo en América Latina por su alta calidad. Está el soporte de las revistas, el formato libro, hay otras posibilidades de narrar historias en el espacio latinoamericano.

¿Qué papel tienen los medios de comunicación en la visibilidad de fenómenos de resistencia como en el caso de Chile?

Nefasto. En Chile, hemos defendido la necesidad de una Ley de comunicación, pues aún el sistema de comunicación chileno es el de la dictadura, pero esa necesidad aún no está madura. Chile está en un descrédito similar al que estamos viviendo en España. Los medios no recogen la realidad del pueblo chileno, por eso todo el pueblo está en la calle demandando la necesidad de democratización de los medios. El poder fáctico neoliberal de Chile terminará teniendo el descrédito total de la población.

Ya lo perdieron con la movilización de los estudiantes. Los estudiantes comenzaron con una movilización minoritaria para exigir la gratuidad de la educación y así lograron mantener durante más de tres o cuatro años movilizaciones continuas que lograron el respaldo del 70 o el 80 por ciento de la opinión pública. Ningún otro movimiento en la historia de Chile, ni pre democrática, ni durante la dictadura, había logrado tal respaldo.

Todo está cambiando, pero los medios siguen criminalizando la protesta, cerrando el enfoque. Quien conozca Chile y sepa lo que gana un médico, cuáles son los niveles de endeudamiento que tiene una hipoteca o simplemente estudiar una carrera universitaria, sabe que ya no solo las capas populares son quienes sufren, sino las capas medias. Y han dicho basta.

¿En qué estado se encuentran las leyes de comunicación en América Latina?

Hemos tenido un balance de grandes avances en la época ganada y de retrocesos muy rápidos. Falta pensar más en términos de teorías normativas para evitar lo que ha sucedido en Argentina, donde un movimiento tan fuerte de apoyo a la Ley de los 21 puntos, la Ley de Comunicación del gobierno de Kirchner, se desmontó totalmente en un año -arrasaron con los medios públicos, las defensorías de las medios- y se volvió atrás con procesos de regulación y control, favoreciendo el crecimiento de los monopolios del grupo Clarín. También necesitamos aprender desde la práctica para crear una institucionalidad que no mude con el cambio de gobierno.

Esa institucionalidad ha sido reversible tan rápido por la carencia de instancias internacionales, que ante una violación flagrante de derechos básicos, tomen medidas. De ahí que tenemos que aprender a crear sistemas más robustos jurídicamente para que esas políticas públicas no desaparezcan.

¿Cuáles son las vulnerabilidades de América Latina en el escenario digital y por qué podemos hablar de colonialismo tecnológico?

Podemos hablar de colonialismo tecnológico en primer lugar porque no hay soberanía tecnológica. La dependencia se ha mantenido, pues las instancias de regulación permanecen en manos de las corporaciones y de los intereses de EE.UU. Una vía para eliminarla puede ser reivindicando que esas competencias las asuma la UNESCO para poder reformular el sistema internacional de comunicación, de lo contrario América Latina puede reproducir el discurso falaz de que, a través de la tecnología, va a lograr su desarrollo. Es todo lo contrario: a través de la tecnología se incide más en su desarrollo cultural, informativo y, también, económico. A nivel internacional los organismos que regulan el sistema tienen una visión tecnocrática e instrumental que impide cualquier ámbito de democracia.

En América Latina, a pesar de que hemos adelantado mucho en las dos o tres últimas décadas, hace falta concientizar a la población. Los gobiernos y agentes progresistas deben entender que el primer eje de acción en el ámbito de digital es recuperar lo tradicional-ideológico y lo periodístico.

Quien fuera presidente de la UPEC y uno de los participantes en los debates de la UNESCO por la democratización de la información (NOMIC), Ernesto Vera, se lamentaba de que “mientras la mentira está organizada, la verdad está dispersa”. ¿Qué hacer desde la izquierda latinoamericana, en materia de políticas públicas, para enfrentar las estrategias de manipulación con la inteligencia artificial y la big data, sobre lo cual no parece existir compresión en el progresismo?

Uno de los fracasos que tuve como director de Ciespal fue intentar convencer en la UNASUR (Unión de Naciones Suramericanas) de hacer una política de comunicación. El modelo que diseñó UNASUR daba escasas posibilidades al Secretario General para la autonomía política. Intentamos algo con un proyecto de anillo de conexión liderado por Venezuela, para que esa infraestructura no dependiera de EE.UU. Ese proyecto, hasta que estuve de presidente, no avanzó, paralizado por el bloqueo de países con posición conservadora como Colombia y Paraguay. Es necesario darle prioridad al frente cultural e ideológico, que las políticas de comunicación sean más articuladas y que pasen por el acierto que tuvo Hugo Chávez, de crear grandes medios y plataformas. Para eso necesitamos empezar desde la propia infraestructura, es decir, una red que no pase por Washington, quien domina de manera monopólica la red.

La cuestión es entender la política de comunicación no como un fenómeno del periodismo, sino como el eje central para el desarrollo económico y social de los pueblos de América Latina.

“En España hemos de mirar más a Latinoamérica si de verdad pensamos en un horizonte cultural»

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Entrevista
Francisco Sierra: “En España hemos de mirar más a Latinoamérica si de verdad pensamos en un horizonte cultural que ponga en valor nuestro patrimonio lingüístico y cultural”

Publicado por: Transatlantic Studies Network

Por: Raúl Orellana

Apasionado de la comunicología y América Latina, la primera como vocación que desempeña como académico a lo largo de sus más de veinte años de experiencia y la segunda como pulsión, fruto de los azares de la vida, pues desde 1993 México es su segunda patria de adopción, Francisco Sierra, catedrático de la Universidad de Sevilla, investigador del Instituto Universitario de Estudios sobre América Latina, Continue reading «“En España hemos de mirar más a Latinoamérica si de verdad pensamos en un horizonte cultural»»