Sumar propone impulsar leyes que regulen los medios para «garantizar su independencia»

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Sumar va a presentar un proyecto no de ley en el Congreso que dibujará, por primera vez, la regulación de los medios de comunicación. El Gobierno anunció una ley de medios que presentará este mes, pero de la que no ha detallado nada. Las seis iniciativas que incluye el documento del socio de Ejecutivo, al que ha tenido acceso Confidencial Digital, aborda desde promover ayudas públicas a los medios para garantizar su independencia económica y la pluralidad informativa, hasta regular la inteligencia artificial para evitar la «robotización» de las redacciones.

Desde Sumar establecen dos objetivos claros: comenzar a alentar políticas que regulen los medios de comunicación y tengan por objetivo garantizar su independencia y fomentar el pluralismo informativo. Legislar para favorecer que la cuota informativa no quede en manos de pocos medios y proteger la diversidad en el sector. La formación admite que los grupos políticos llegan tarde y que debieron atajar antes unas reformas que consideran fundamentales para la «regeneración democrática» del país, aseveran desde Sumar.

El sentido de estas propuestas es instar al Gobierno a seguir estas políticas, de modo que aún falta por concretar cómo se atajarían estas reformas. Desde Moncloa siguen sin dar pistas ni concretar en qué se transformará la ley de medios que anunciaron a finales de abril, después de los cinco días de reflexión que se tomó el líder del Ejecutivo, Pedro Sánchez, tras la imputación de Begoña Gómez, mujer del presidente.

Una PNL con seis líneas de actuación

El documento que presentará Sumar esta semana en la Cámara Baja bajo el título «medidas urgentes para dignificar e impulsar el periodismo» ataja por primera vez la regulación de los medios, anunciada por el Gobierno como «gran causa nacional». El documento está elaborado íntegramente por Sumar, sin intervención de los socialistas, y recoge las propuestas de, —entre otras—, las asociaciones de prensa de Andalucía.

La formación política establece seis objetivos. No se concreta la manera exacta de alcanzarlos porque la naturaleza de una PNL es, simplemente, instar al Ejecutivo a adoptar una serie de medidas en este sentido. Un planteamiento que tiene lógica, pues se presenta a pocas semanas de que Moncloa o el grupo socialista en el Congreso presenten su ley de medios.

Dar ayudas a los medios para luchar contra la precariedad

Una de las líneas de actuación más llamativas es la número seis. Sumar sitúa en el centro de sus propuestas que las instituciones públicas actúen contra la precariedad económica que atraviesa el periodismo. La formación consideran que la salud financiera de los medios es directamente proporcional a su independencia e instan a aplicar «políticas contra la precariedad de los profesionales de la información» que «protejan la independencia de los periodistas tanto en los medios privados como en los medios públicos».

Aunque aún es pronto para afirmar qué medidas quieren ejecutar para conseguirlo, sí se plantean dar ayudas directas a los medios de comunicación para hacer frente a esta precarización que alcanza a los profesionales, según confirman a ECD fuentes de la formación. En Sumar miran como referencia modelos como los que rigen los países nórdicos, donde la aportación con dinero público es una fuente de ingresos más de los medios y afloja la independencia de los mismos de la publicidad institucional o comercial.

De momento, la PNL solo habla de implementar ayudas a los medios comunitarios. Se trata de publicaciones «sin ánimo de lucro, no son públicos ni comerciales, y surgen a partir de colectivos y asociaciones de vecinos, comunidades o barrios», explican desde Sumar. Pero no recoge como propuesta dar ayudas a los grandes medios comerciales. La concreción de este punto de la PNL se debatirá en las próximas semanas, cuando el equipo de Sumar se reúna con editores y asociaciones de prensa para aterrizar y plasmar al detalle cómo colaborar desde las instituciones a frenar la «precarización» del sector.

Igualdad de género en los altos cargos

También llaman a impulsar «medidas de igualdad de género en los puestos directivos» de los medios de comunicación. Un informe de la agencia internacional Reuters publicado a comienzos de este año resalta que en España, las mujeres ocupan solo el 20% de los puestos directivos del sector, mientras que representan el 40% de las redacciones.

Enseñar a identificar bulos

El documento aboga, en primer lugar, por «diseñar un plan de alfabetización» para que la ciudadanía esté mejor preparada en la lucha «contra la manipulación informativa y la desinformación». Fuentes de Sumar explican que una de las posibilidades sería que los profesionales impartan clases a los más jóvenes para ayudarles a identificar los canales oficiales de información, consultar informaciones contrastadas y esquivar todas las noticias falsas que abundan en las redes sociales: la principal fuente de consumo en estas edades.

El propio Sánchez también ha puesto en el foco la lucha contra los «pseudomedios» —como los denomina el presidente— por difundir «bulos» sobre su esposa. El líder socialista ha incidido en la necesidad de revisar la publicidad institucional que reciben dichos digitales y profundizar en la transparencia de los mismos, para conocer quiénes son sus dueños y cómo se financian. En Moncloa consideran que las comunidades autónomas gobernadas por el Partido Popular riegan con dinero público a los medios afines «que después publican estos bulos contra el entorno del presidente», afirman altos cargos del Gobierno a ECD.

Una ley sobre transparencia en la publicidad institucional

En Sumar defienden que ambos partidos, tanto el PP como PSOE, hacen un uso discrecional de la publicidad institucional para favorecer a determinados medios en función de su línea editorial, y en consecuencia, llaman a abordar esta problemática en el segundo punto de la PNL. En concreto, el documento insta a «impulsar una ley de transparencia de la publicidad institucional que afecta al equilibrio y a la financiación de los medios de comunicación».

El equipo de Sumar en el Congreso, afirma que el objetivo último es poner fin a la discrecionalidad con la que los partidos favorecen a medios afines y establecer una serie de baremos objetivos que deban cumplir todos los Ejecutivos municipales, autonómicos y el poder central, para evitar cualquier trato de favor.

Recuperar la reforma de la ley mordaza

La tercera propuesta de Sumar pasa por una reforma que se quedó en el cajón en la pasada legislatura: la ley de protección de seguridad ciudadana o ‘ley mordaza’. Los grupos de investidura abordaron su derogación, que finalmente se transformó en cambiar la norma, no en eliminarla. Pero Esquerra Republicana y EH Bildu no quisieron aceptar las modificaciones que proponía el PSOE, o más bien, la negativa de los socialistas a reformar artículos de la ley que los independentistas consideraban claves para poner fin a los «aspectos más lesivos» de la misma.

La presión de los sindicatos policiales fue enorme: celebraron manifestaciones en Madrid en las que fletaron autobuses de toda España cuando la reforma aún era un borrador y no se había puesto en marcha. Incluso hubo una fuerte división entre las asociaciones de las fuerzas de seguridad del Estado. Por un lado, las que llamaban a concentrarse de nuevo, y por otro, las que abogaban por esperar a ver qué documento salía de la Comisión de Interior en el Congreso, como adelantó ECD. Finalmente, no salió ninguno.

En Sumar consideran fundamental reformar la norma porque «afecta a la libertad de prensa y el ejercicio autónomo de los profesionales de la información», como reza el texto que van a presentar.

Lucha contra la llegada de la IA y proteger el secreto profesional

La irrupción de la Inteligencia Artificial ha supuesto una revolución en muchos sectores de la sociedad. Desde la educación hasta la cultura; y el periodismo no queda exento de ello. Por eso, Sumar ha reservado uno de los seis puntos de su PNL a la lucha contra el «uso inapropiado» de la IA. Un apartado que en Sumar denominan la «robotización de las redacciones» y que relacionan también con la precarización del sector.

La iniciativa busca poner coto a esta tecnología para que no sustituya a los redactores. La formación asegura que se han detectado numerosos casos en los que la inteligencia artificial ya elabora artículos automáticamente que antaño correspondían a un periodista, con el riesgo de sustituir a los profesionales por esta nueva tecnología.

Además, también pretender elaborar una ley que proteja el secreto profesional, más allá de las breves referencias en el Código Penal que actualmente protegen al gremio de revelar sus fuentes. Pero desde Sumar afirman que no tiene un desarrollo normativo que consideran elemental para proteger a los profesionales. También añaden que ha habido quejas en los últimos años de distintas asociaciones de periodistas por situaciones en las que no se ha blindado lo suficiente este derecho.

Mediafare

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Quienes somos militantes del principio esperanza nunca renunciamos a la pedagogía democrática, así que me van a permitir que les recomiende una lectura: el drama didáctico La excepción y la regla (1930) de Bertolt Brecht, una propuesta más que oportuna en nuestro tiempo para observar el mundo y la actualidad con otros ojos, y que desconfíen del acto más trivial y en apariencia sencillo, que examinen, sobre todo, lo que parezca habitual. Sugerimos, ante la coyuntura que nos carcome, que expresamente no acepten lo habitual como una cosa natural. Pues en tiempos de desorden sangriento (como en Gaza), de confusión organizada (como en la Argentina de Milei) de arbitrariedad consciente de muchos magistrados, de humanidad deshumanizada, NADA DEBE PARECER NATURAL, NADA DEBE PARECER IMPOSIBLE DE CAMBIAR. Más aún en el espacio mediatizado de nuestra democracia de baja intensidad, donde las sentencias se televisan y los jueces son protagonistas del papel cuché.

Lo que ocurre en la justicia y la cueva mediática de este país no es lo que debiera ocurrir, empezando por la propia composición de los actores. Un estudio realizado no hace muchos años indicaba que las dos profesiones más endogámicas en España son la de los jueces y profesores universitarios. Doy fe que es así. En la universidad, que un hijo de obreros, como es el caso, llegue a catedrático es cosa improbable (apenas un 0,000001 por ciento). Una excepción. La regla es la que es. Igual sucede con las mujeres, y por eso aprobamos en el Congreso una ley frente al techo de cristal que, en el poder judicial es más que notorio. En la moción de VOX sobre la independencia de la Justicia, fuimos taxativos, la carrera judicial está reservada a familias selectas con poder adquisitivo para financiar las oposiciones, heredando así de padres a hijos una función pública que resulta en el modus operandi privativa. Hablamos de una justicia de otro tiempo, clasista, machista y xenófoba, un poder del Estado injusto e ineficiente que solo opera con diligencia y velocidad en casos de lawfare, por lo general contra la izquierda, dirigentes sindicales y movimientos antagonistas. La vindicación de la independencia en la justicia, como en los medios, debería mover a risa si no fuera por la seria amenaza que dinámicas como el mediafare tiene para nuestra débil democracia, cuya institucionalidad se ve tensionada por la pendencia, esto es, en tiempos de Vox, por el eterno retorno de la contienda, la riña, el altercado, la bronca y la reyerta.

España no es diferente, como sueñan los herederos de Franco. El pueblo de esta tierra asolada por una casta castiza y rentista demanda justicia democrática y medios justos, no palanganeros de la internacional corporativa a lo Vicente Vallés. La gente exige un entorno mediático y judicial sin puertas traseras ni intromisiones que vulneran derechos. Un ecosistema informativo imparcial y de calidad. Leyes que protejan a la ciudadanía de extralimitaciones a lo Ama Rosa Quintana o Carlos Herrera en favor de quienes mandan en este país. La gente común quiere libertad de expresión y asociación, no leyes mordaza, y menos jueces mediatizados y cooptados en manifestación contra normas no tramitadas por el poder legislativo con clara voluntad destituyente. En suma, la sociedad española mira al futuro y aspira a la justicia de los Derechos Humanos, la justicia de la reparación y proporcionalidad, la que reconoce que sin libertad de expresión no es posible la convivencia pacífica, que sin Julian Assange o Pablo González en libertad no hay democracia. Por ello es tiempo de pedir la paz y la palabra, una justicia y medios de comunicación no de los pocos que hablan de reglas pero cultivan la excepción en forma de doctrina Botín, sino una justicia e información política que, respetando el debido secreto profesional, no practique el lawfare alterando los tiempos y procedimientos según coyuntura política mientras se confunde la garantía de inmunidad judicial con la impunidad del rey emirato.

En juego está la dignidad y justicia para todos, siempre y cuando periodistas y agentes sociales asumamos la lección que nos dejara Brecht:

Consideren extraño lo que no lo es.

Tomen por inexplicable lo habitual.

Siéntanse perplejos ante lo cotidiano

Traten de hallar un remedio frente al abuso

Pero, sobre todo, no olviden que la regla es el abuso.

Medios empotrados

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Dice mi compañera sentimental que, sí o sí, lo importante en una relación es ser bien empotrada. No sé si tan contundente sentencia resulte inapelable o, cuando menos, relativizándola, deba ser matizada. El caso es para qué llevar la contraria. En materia de relaciones afectivo-sexuales, como en el arte, todo es cuestión de gustos y, hoy día, los territorios del amor son terrenos pantanosos en la era del amor líquido.

Algo bien distinto, que nos suliveya, es que no existe aspiración suprema en la prensa patria que el ser empotrada. Llama la atención tal gusto de los autoproclamados liberales. Más aún cuando la hipótesis de la eficiencia del mercado y su justificación por la supuesta transparencia del espacio concurrencial es exactamente lo contrario a lo que se presume en la pomposamente autodenominada «prensa independiente», pues la accesibilidad de la información por el público nunca tiene lugar, no solo en cuanto a la variabilidad de los mercados y la lógica de precios, sino especialmente sobre la propia cooptación de los medios encargados de informar de los procesos de consumo y las alteraciones o fluctuaciones de la economía, entre otras lógicas vicarias que dominan la estructura mediática realmente existente que ahorro describir al lector.

Vamos, que el engaño es la norma y no lo contrario. Lean –si no les convence lo aquí escrito– a John Perkins en Confesiones de un gánster económico. La cara oculta del imperialismo americano (2009) y seguro que suscriben lo que venimos afirmando, especialmente cuando se constata, en tiempos tan inciertos y paradójicos como los actuales en los que toda certeza resulta extraordinaria cuando no mero optimismo subinformado que, desde la era del capitalismo monopolista, la libertad de expresión no es sino mera bagatela de justificación destinada a manufacturar la opinión pública aclamativa.

Cosas de la división del trabajo y de la cartelización financiera del capitalismo. No siempre fue así. No siempre la desconfianza y la lógica del fetichismo de la mercancía, en forma de publicidad, extendieron el reino del valor bajo el imperio de los robber barons a lo Vanderbilt.

Hubo un tiempo en el que al comprar piso lo importante era, además del número de habitaciones, la cantidad de armarios empotrados, promesa de crecimiento de la familia y posibilidad de acumulación, de cierta prosperidad, por así decir.

Hoy, que todo el mundo sale del armario –menos los propietarios y editores de los medios dependientes del capital financiero– y que las casas se edifican sin armarios empotrados, los medios nacionales ocultan su doble vida o principio de determinación: la de los intereses de la oligarquía económica además de la nueva subordinación de las grandes transnacionales del capitalismo de plataformas como Google.

Doble empotramiento que quieren hacernos ver como algo natural, pero nada tan cultural como el sexo, salvo que, como los medios de la COPE, piensen que Dios obra milagros y que la Inmaculada Virgen María, como la supuesta independencia de los medios, es verdad y resulta creíble.

La investigación periodística de El Salto demuestra, sin embargo, exactamente lo contario y explica el porqué de coberturas informativas tan degradantes como la manipulación persistente de los hijos de San Luis y la Santa Alianza durante la crisis de 2008 o la impúdica asunción de la posición de menestrales de las principales figuras del oficio, que es tanto como decir que los Matías Prats y compañía no son otra cosa que anunciantes de seguros que nos imponen la precariedad de más de lo mismo, sea a la hora de justificar la guerra al servicio de la Casa Blanca y la OTAN, ocultar la persecución de quien ose decir la verdad de los crímenes de lesa humanidad (Assange) o como simple voceros del IBEX35 en la aplicación de las medidas de desahucio.

Ellos, que siempre viven por encima de nuestras posibilidades de confianza en una profesión canalla que renuncia a su función social para favorecer los intereses creados de los medios que nos engañan, de los medios infieles, siempre en busca de ser dominados.

Empotrar o ser empotrados, esta es la cuestión, mientras la profesión mira a otra parte y las facultades de Comunicación ni se inmutan o se ponen de perfil. Normal, la forma intelectual de origen plebeyo brilla por su ausencia en un país poblado de mandarines, dada su estructura semifeudal.

La radiografía de Gregorio Morán, con toda su crudeza, es imperante en la academia española y faltan, parafraseando al gran Rafael Chirbes, raznochiñets, intelectuales que vengan de abajo. Ya explicó Raymond Williams lo que ello significa. Les ahorro los detalles. Debo volver a la cuestión vital: empotrar o ser empotrado.