El orden del discurso de la postverdad es propio del negacionismo: negación de la prueba y evidencia empírica, del reino de la razón contra la barbarie, de la vida contra el fascismo de los buitres de Wall Street y los escuadrones de la muerte al servicio del orden global.
Por ello, del mismo modo que el dicho la bolsa o la vida nos sitúa ante la contradicción de la afirmación de la existencia real y concreta contra la lógica especulativa del capital, confrontar hoy la historia real con las prácticas manipuladoras del modelo de propaganda, si como decía Debord, y hoy replica Bifo, la cultura videogame, en esta era del disimulo y la mímesis estéril de la representación como dominio, es propia de una lógica imperial cuyo principal resultado es la imposición de una cultura sedada, impávida y amedrentada, que nos convierte en ilotas o esclavos de la maquinaria de guerra del capital.
Sabemos que el pensamiento, como el deseo, es, por definición, una práctica arriesgada; pero solo asumiendo este riesgo, la humanidad podrá caminar por las alamedas de la libertad de los bienes comunes en tiempos de falsificaciones y construcción del sentido a lo Trump. En otras palabras, la primera condición para un análisis a conciencia de los hechos noticiosos objeto de los relatos informativos requiere situar en su debido contexto los acontecimientos recientes, identificando los antecedentes y raíces fundamentales del conflicto. Si uno efectúa este sencillo ejercicio de reflexión intelectual, lo primero que llama poderosamente la atención es cómo la historia de nuevo se repite. De Suharto a Mobutu, de Pinochet a Fujimori, de Somoza a Duvalier, la exportación USA del terrorismo de Estado vuelve a reeditar viejas fórmulas de guerra psicológica adquiridas durante la II Guerra Mundial. Claro que, en esta ocasión, la justificación de la guerra por razones de seguridad y defensa de la democracia americana tiene lugar en un delicado momento de recesión económica y crisis de hegemonía imperial, sólo comparable a los últimos años de la administración Carter. Destaco precisamente este período por las concomitancias que cabe reconocer entre ambos escenarios políticos, marcados entre otros factores por la crisis de liderazgo presidencial, la depresión económica, el auge de los movimientos antiimperialistas y el cuestionamiento del poder e intereses estratégicos de EE.UU. en el mundo. Si añadimos además a esta descripción panorámica las fuertes tensiones y cambios socioeconómicos como resultado de las luchas sociales acumuladas, podemos observar interesantes coincidencias históricas como ilustra Carlos Midence, de la independencia de Estados Unidos y el mito de la frontera del Oeste a capítulos recientes como el golpe blando en Brasil o Nicaragua. Hablamos de hitos de 1847, 1848, 1853 hasta 1948 y la expansión imperialista de Estados Unidos tras la segunda guerra mundial.
Este libro es una útil caja de herramientas justamente porque desmonta, desde el giro decolonial, los numerosos dispositivos del imperialismo estadounidense. La dimensión de la colonialidad del discurso de la violencia simbólica es el eje que ilustra cada mecanismo de control, de la ley a la prensa, del periodismo criminal a la OEA y el FMI, de la cultura Disney al imaginario del milagro americano o, como criticara Bolíviar Echeverría, el americanismo como matriz cultural de dominio.
Ilustra para ello el autor tal lógica en tres bloques fundamentales a lo largo de la obra:
“1. La retórica imperial/colonial que le ha valido para justificar con revestimiento de falsa academia, con el aval de diversidad de centros, fundaciones, universidades, las acciones lesivas emprendidas contra otras naciones con el objetivo de dominarlas o desposeerlas.” (Midence, 2020, p.13)
“2. Los hitos históricos y socio-simbólicos de su política interior y exterior que hizo posible que las elites estructuraran el imperio.” (Midence, 2020, p.14)
«3. Las complejas relaciones entre este país y Nuestra América en particular Centroamérica y el que consideramos el paradigma de país agredido: Nicaragua sobre el que el autor es, por razones obvias, un académico reconocido con un dominio contrastado y objeto de publicación en anteriores obras en la misma línea que la que reseñamos».
En cada uno de estos bloques temáticos, se constata una de las hipótesis apuntada: la lógica del encubrimiento mediante la aplicación sistemática de lo que denomina retórica imperial/colonial desplegada para justificar; validar y encubrir los verdaderos propósitos imperiales/coloniales ampliamente documentados de Lenin y Rosa Luxemburgo a Noam Chosmky, de la teoría de la dependencia latinoamericana a la escuela de colonial, de Edward Said y Enrique Dussel a Aníbal Quijano y el propio autor. Una historia que otros hemos documentado como ideo política al describir la guerra psicológica de Estados Unidos en América Latina.
En tiempos de la guerra híbrida, la reconstrucción del epistemicidio del mundo al revés del softpower exige poner en cuarentena la colonialidad del saber que nos invade, definiendo lo bueno y lo malo en forma de dispositivos incluso procedimentales, si pensamos en el lawfare.
Para garantizar la eficacia de los mismos los relatos – científicos, políticos o informativos. – tienden a recurrir a nueve lógicas:
- El universalismo
- El excepcionalismo
- La diferencia: imperial, colonial y cultural, cada una aplicada según las circunstancias o los propios sujetos a quienes se les endilga para legitimar la subalternización o dependencia por medio de la manipulación del uso de la razón.
- El salvacionismo occidental construido dentro de un marco dicotomizado que oscila entre iluminados y sujetos a los que hay que iluminar: civilización/tradición, modernidad/atraso.
- El paternalismo en forma de apoyo, ayuda, asistencia, cooperación
- La subalternización con la minusvaloración cultural, epistémica y de las formas de organización de las culturas no-europeas según una subalternización determinada por una epistemología localizada.
- La instrumentalización: Lo que occidente ha llamado institucionalismo o neo-institucionalismo ha determinado una especie de complejidad corporativa que le ha facilitado un grado excesivo de participación del poder imperial/colonial.
- Mistificación, naturalización
- El binarismo que ha promovido una construcción socio-cultural “que categoriza las actividades, comportamientos, emociones, pensamiento y conocimiento de los pueblos, clasificándolos en civilizado/bárbaro, democrático/autoritario, moderno/atrasado, desarrollado/subdesarrollado/envías de desarrollo.” (Midence, 2020, p.54-60).
Ya Mattelart ilustró en La comunicación-mundo la conexión de la antropometría y el sistema de control de la información, la psicología de las multitudes y la sociología de masas en la comunicación que tendría su fase de mayor proyección con Reagan y antes con Kennedy y la Alianza para el Progreso en lo que podemos denominar como corografía del dominio, desde Thomas Jefferson y Andrew Jackson a Roosevelt y Kissinger, conforme a lo que Enrique Dussel denomina EGO CONQUIRO, una lógica que conecta los cuáqueros y la mitología religiosa con los telepredicadores que financiaron la contra nicaraguense y hoy el Tea Party y la extrema derecha fascista en Estados Unidos. En este escenario y continuidad del hilo rojo de la historia, conviene centrarse en la maquinaria mediática-ideológica-cultural que desglosa el libro y explica en buena medida la llamada guerra cultural característica de los tiempos de la estrategia de golpe blando propia de la guerra híbrida. El territorio de ABYA YALA bien sabe de esta lógica desplegada en la cartografía y la simbología del dominio extremo como sabemos por Erick Williams a propósito de la conexión entre imperialismo, capitalismo y esclavitud en la geofagia imperante.
La génesis de la Cultura WASP, del anglosajonismo racializante que está en la base, como VOX, del discurso FAMILIA, TRADICIÓN Y PROPIEDAD, como MORAL MAJORITY, es por todos conocidos pero no siempre la lectura se ha parado a cuestionar las raíces del eurocentrismo como problema político y cultural. Este libro lo hace, y con criterio al deconstruir el “calvinismo, en el iluminismo y darwinismo de la época (como vectores ideológicos de este proceso). Expresiones como la ciudad en una colina o la proclama de John Sullivan, , nos revelan la adhesión a un conjunto de valores que representan un doble ejercicio político, tanto identitario como inmunitario.” (Midence, 2020, p.127). En palabras del autor, “la llamada expansión imperial por el oeste estadounidense la comprendemos, en lo que concierne al desarrollo de este sistema imperial/colonial, como el origen del llamado Destino Manifiesto/racialista.” (Midence, 2020, p.143). Este es el marco de determinación que explica la realidad, a la luz de la praxis, de pasajes como el de la familia ASTOR, el primer millonario mediático que construyó su imperio con la especulación, el latrocinio y la corrupción. Algo similar a los Vanderbilt, los Rockefeller o los Bush que no tuvieron escrúpulos en enriquecerse sobre la base del “ventajismo, tráfico, esclavitud, fomento de la desigualdad, desposesión, exterminio, fomento de las guerras, entre tantos otros oprobiosos mecanismos” (Midence, 2020, p.161). La historia y el relato de los medios, caso de la guerra de Cuba, abundan sin embargo en la espiral el disimulo, en la elipsis del encubrimiento que haga posible el espolio cuando en realidad procedimientos como el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), la Organización de Estados Americanos (OEA), la Alianza para el Progreso, el asesoramiento a las fuerzas de seguridad vienen replicando la represión, el asesinato, la tortura y las desapariciones a través del Plan Cóndor, el Plan Colombia, el Plan Puebla-Panamá o la Iniciativa Mérida.
La necropolítica contrasta en este sentido con la política de la seducción y cooptación en la medida que se naturaliza la violencia estructural y sistemática de Colombia a Haití.
Hay dos tesis, para terminar que resultan de interés en el libro. La primera es la centralidad histórica de Centroamérica conforme a la estrategia estadounidense de seguridad (teoría realista del perímetro) y el Sistema de alarma temprana complementaria de la jerarquía de espacios de influencia en el hemisferio occidental. Y la segunda, la importancia de las Ciencias Sociales, en nuestro caso la Comunicología, en la producción de esta máquina devastadora porque es necesario construir la realidad y cuando no, dominarla, controlarla, igualmente controlar a quienes se desplacen en ella, bien sean sus propios ciudadanos o los pueblos a quienes se pretenden desposeer.” (Midence, 2020, p.312). Sabemos que Estados Unidos usó “todo su potencial movilizando a Hollywood, a las casas de discos, a las principales editoriales, creando The Voice of América, auspiciando la difusión de exposiciones” (Midence, 2020, p.321) o The Reader DIGEST como parte de lo que se daría en llamar la cuarta dimensión de la diplomacia pública.
Hoy que, en palabras del autor, se está gestando una nueva geografía estratégica y que el mundo de comienzos del siglo XXI tiene su foco central en la cuenca del índico, desde el Golfo Pérsico hasta el mar de la China Meridional, con Oriente próximo y Medio, Asia central y China incluidos, deconstruir estos dispositivos de dominio y los actuales conflictos como la guerra contra el pueblo de Palestina se torna urgente. Un deber político y moral ahora que los estrategas del Pentágono andan leyendo La caída del imperio Romano de Edward GIbon. Y del que como este libro tenemos siempre antecedentes y aprendizajes en la historia: de Bolívar a Martí, de Alfaro a Zapata, y, cómo no, del obstinado comandante Sandino a Fidel. Las lecciones históricas y económico-políticas de este libro así lo demuestran, empezando por observar los límites de la propia matriz colonial que está en el origen no solo de la devastadora política aplicada en el hemisferio occidental sino las propias servidumbres que tal modelo ha impuesto a la población nativa de los propios Estados Unidos de América. Solo por ello el texto es una lectura imprescindible y potencialmente liberadora de lecturas y alternativas de resistencia que conviene empezar a explorar.
Midence, C. (2020). Las complejas relaciones entre Estados Unidos y América Latina. Madrid, España: Grupo Editorial Sial Pigmalión. S. L.