Toda mediación es proyectiva, como toda comunidad política un problema, Castoriadis bien lo sabía, de producción común de imaginarios. La política de comunicación y cultura es, por lo mismo, esencial. Ahora que se articula un frente común entre la república lusa y España en la actual crisis energética, convendría pensar cómo se produce el espacio comunicacional que nos vincula. Y no tanto por romper con el dominio de lo que Bolívar Echeverría denominaba ethos realista del capitalismo, básicamente centroeuropeo y holandés, sino por la persistencia de matrices culturales y las necesidades propias de la periferia en una arquitectura institucional de la UE que amenaza con la vida, dentro y fuera del espacio comunitario. Quienes vindicamos el ethos barroco de nuestra identidad mediterránea hace tiempo que venimos apostando por una política de la RISA, por una República Ibérica Solidaria y Autónoma. Estos días que el maestro Juan Pinilla presentaba su nuevo trabajo publicado por Atrapasueños en la Feria del Libro de Sevilla recordábamos al bueno de Saramago que tanto escribió e hizo causa común para unir Sevilla y Lisboa, España y Portugal. No es casual, Pilar del Río mediante, pues, como escribiera en ABC de Sevilla la recién cesada directora del Centro de las Letras de Andalucía, Eva Díaz, el iberismo es una utopía alimentada especialmente a partir de la Exposición Iberoamericana del 29. Y hoy anida en muchos corazones del pueblo portugués. Lamentablemente, no tanto entre la ciudadanía española. Apenas unos pocos imagineros irreductibles seguimos persiguiendo el sueño de La balsa de Piedra, la novela ensayo de Saramago que nos habla de un horizonte posible, real y necesario, más allá de la ficción. Pues la vindicación de esta propuesta política y cultural resulta cada día más urgente para la recomposición regional y la coordinación interna. Más aún cuando sabemos que los Estados Unidos de Europa, o la UE de la OTAN, es un proyecto institucional, satélite de Washington, fracasado por la concentración de poder, la constitucionalización del latrocinio de la acumulación por desposesión en su forma neoliberal más radical, el inmovilismo jurídico, con déficit democrático evidente, el monetarismo amparado por la judicialización oligárquica del Tribunal de Justicia, además del bloqueo de toda política socialdemócrata. En definitiva, un aparato supranacional diseñado para hacer efectiva la norma TINA y garantizar que nadie se bañe en la tina del republicanismo. No hay agua en Bruselas para toda opción simplemente reformista, ni de momento espacio comunicacional ibérico, por más que Portugal esté colonizado por nuestras grandes compañías como Telefónica, antaño PRISA, o el grupo VOCENTO. La mayoría de la población en nuestro país desconoce mientras tanto la cultura de Camoes, el magisterio heterónimo de Pessoa o el cine del gran Manoel de Oliveira en buena medida porque la industria cultural patria ignora, oblitera o simplemente desprecia el repertorio y aportaciones a la cultura de la humanidad de nuestros vecinos y hermanos. Así que toca hacer pedagogía de la comunicación o tratar de reorientar las políticas culturales para construir un espacio comunicacional en común, primer paso necesario para una alianza de futuro. En este empeño están organizaciones como el Ateneo Republicano de Andalucía, una iniciativa plural de afirmación del republicanismo cívico, de la cultura de la tolerancia, de la pedagogía como dictadura de lo nacional popular, en el sentido de Blas Infante, que siempre mira al sur y, por supuesto, al lado. Pues asume por principio la cultura de la otredad, el culto de la enkrateia y la phronesis frente al principio neoliberal de sálvese quien pueda o la cleptomanía de la oligarquía y el caciquismo de la Casa de Alba, que son como históricamente se manifiestan las formas habituales de dominio en la cuestión meridional. En este sentido, el iberismo es una alternativa al oligopolio de las eléctricas y su principio agarra el dinero y corre, empezando como es sabido por la propia dinastía borbónica. En el paso de PRISA al buen vivir de la RISA, es tiempo de una comunicación desde el sur y desde abajo que haga posible este proceso disruptivo de resistencia y proyección histórica, de memoria y hábitat común. Seamos conscientes que se ha abierto una grieta y hay que tratar de imaginar nuevos horizontes de progreso. Es tiempo de soñar… Juntos.