Matonismo periodístico

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El pasado mes tuve el honor de defender como diputado la posición favorable a la Proposición No de Ley, presentada por el Grupo Parlamentario Popular, de apoyo a los actos conmemorativos del centenario de la Exposición Hispanoamericana de 1929, un hito histórico que expresa la voluntad de hermanamiento con lo que hoy es la Comunidad Iberoamericana de Naciones.

Las exposiciones universales, como la feria barroca de Sevilla, tienen su trascendencia histórica, más que evidente, y su complejidad, culturalmente contradictoria. Pues hablamos, en términos de Walter Benjamin, a propósito de la feria de París, de una función publicitaria, un escaparate en el que las multitudes se convierten también en protagonistas y objeto de captura de una mediación cuyo principal culto es el progreso de los medios de producción.

Hoy vivimos, claro está, otro tiempo, y por lo mismo conviene reflexionar el qué y para qué de la conmemoración del 29. Tras una primera etapa donde la industrialización era la base de las exposiciones universales, de Londres a París, se pasó a otra lógica celebratoria en la que las ferias centraban su esfuerzo en el intercambio cultural y, ya entrado el siglo XX, en lo que se denomina «marca-nación», siguiendo una lógica mercantil o meramente publicitaria.

Esta variante no estaba exenta de una lógica de reproducción del poder simbólico. Piensen en el modelo de París de Hausmann. El objetivo que se perseguía era la necesaria reforma urbanística de la ciudad, el fomento del turismo, la creación de puestos de trabajo y el desarrollo económico desde el impulso de las relaciones con países próximos.

Pero también conseguir una ciudad ordenada a escuadra y cartabón para facilitar la represión de los levantamientos obreros y mantener el orden público, como cita con criterio Anibal Quijano. Léase, por ejemplo, el ensayo de David Harvey publicado en Akal.

Esta lógica fue una constante de París a Barcelona o Sevilla. Es cierto que, además, en el caso de la Exposición Iberoamericana, se pretendía dar muestra del hermanamiento entre España y América Latina, en una convocatoria que podría entenderse como continuación del esfuerzo español por la conformación de la Comunidad Iberoamericana de Naciones, concebida desde el Congreso Social y Económico Hispanoamericano de 1900. Esta visión no estaba exenta de una nostalgia o melancolía colonial que debe ser cuestionada en pleno siglo XXI.

Celebrar el centenario de la Exposición del 29 pasa, en otras palabras, por actualizar la visión del espacio geopolítico iberoamericano desde una mirada contemporánea, crítica, de hibridación y transformación cultural, empezando por recuperar el patrimonio cultural de figuras como Anibal González y el regionalismo arquitectónico de Andalucía, históricamente negados pero, poco a poco, reconocido y recuperado en los últimos años gracias a la labor de periodistas, cineastas y creadores culturales que, en clave andalucista, supieron ver el valor cultural de la magna obra de espacios como la Plaza de España

En esta línea, conviene comenzar a preguntarnos para qué celebrar un centenario como este, con qué fin se plantea un megaevento mediático si no es para avanzar un horizonte de futuro repensando el sentido de un proyecto en común. La celebración de la Exposición Iberoamericana no puede ser ni por turismo, ni por marca ciudad, que no es necesario en Sevilla.

Tampoco debe ser por la lógica económico-industrial que dio origen a la Exposición, sino más bien para impulsar las relaciones culturales no desde la colonialidad de los tiempos de Alfonso XIII, sino desde la necesaria decolonialidad que exigen los tiempos de mudanza y libertad a la que aspiramos, para crear, fraternalmente, comunidad, lazos, vínculos, no en el sentido de Milei, que habla desde la subalternidad, sino en el sentido de Lula da Silva y su política cultural que ha sabido recuperar otros repertorios simbólicos, otros imaginarios obliterados en la historia, con los que es posible construir proyectos de futuro en común.

En el actual contexto histórico, en un tiempo de vindicación de la diversidad cultural y la multipolaridad, es importante asumir una mirada –otra–, superadora del discurso y cierto afán por recrear o reconstruir un nuevo imperio deudor de las soflamas «espirituales» y la antigua imagen del imperio ultramarino español, tan vindicado por la extrema derecha y la derecha extrema en nuestro país.

Como advierte el historiador Luis Ángel Sánchez Gómez en su artículo África en Sevilla: la exhibición colonial de la Exposición Iberoamericana, podemos concluir que, por lo que puede contemplarse en Sevilla en 1929, ese nuevo imperio hispano-africano imaginado por determinados personajes y grupos dominantes durante el primer cuarto del siglo XX está muy lejos no sólo de ser una realidad. Desde luego, prácticamente nada hay que recuerde antiguas «glorias imperiales» y tampoco existen cauces que puedan reconducir la presencia de España hacia algo parecido, en el Caribe o, incluso, en el Pacífico.

Por ello en mi exposición en las Cortes concluí señalando que «no repitamos la historia como farsa, construyamos más bien comunidad, dialogo y fraternidad desde el principio esperanza», contando con organizaciones de integración regional como UNASUR, ALBA, CAN o CELAC, además de los movimientos sociales indígenas, campesinos y populares de la región.

Pero he aquí que las enmiendas propuestas y aprobadas por PP y PSOE dieron lugar a poner en marcha lo que algunos denominan La máquina del fango y que no es otra cosa que el mediafare. La campaña de difamación, esto es, la guerra cultural contra quien piensa desde la tradición emancipadora es una constante en nuestro país.

Un supuesto periodista, Javier Macías –no Javi, ni Javito, ni Javiere: Javier Macías–, a la sazón quintacolumnista de ABC, me ha dedicado, probablemente por encargo, una columna con dolo y un rosario de falsedades que atentan a la propia imagen y es punible, con el Código Penal en la mano, por su manifiesta voluntad de difamación.

Si hace poco Ortega Smith quiso descalificar a mi colega, el profesor Pisarello, llamándole «tucumano», el supuesto periodista de ABC hizo de patriota de la oligarquía descalificándome como «decano indígena», a modo de sambenito, desprestigio, denigración, o insulto, lo que ya califica de por sí al personaje militante de la moda del matonismo periodístico que campa a sus anchas últimamente.

No hay peor necio que el que no quiere oir. Y, por lo general, aquel que no escucha activamente poco o nada puede escribir o pensar de valor. El oficio de periodista no es tanto preguntar como informarse y, para ello, escuchar atentamente. Si así lo hubiera hecho, que no lo hizo –no se documentó en forma alguna pues la intención era difamar–, sabría el supuesto periodista que soy orgullosamente un decano indígena, zapatista para más señas, que conozco y admiro las culturas originarias de toda América Latina, que he colaborado con sus causas justas y en cooperación cultural con las comunidades mayas, quechua, aymara y con el pueblo mapuche.

Sabría que orgullosamente atesoro una larga historia de amistad y encuentros con los pueblos amerindios y que desde CIESPAL, ULEPICC y otras organizaciones académicas internacionales que he presidido siempre tuve a bien trabajar en pro de sus culturas, cultivando con respeto y conocimiento la fraternidad y el diálogo cultural en la estela de sabios como Bartolomé de las Casas, Pipo Clavero, Rodolfo Stavenhagen o François Houtart.

En fin, que erró el tiro porque no ofende quien quiere sino quien puede y uno se reconoce decano orgullosamente indígena por este legado cultural que he tenido la suerte de cultivar. Es normal que piense un sujeto así que desbarro pues, en el sentido de Jesús Ibáñez, salgo de las barras de la normalidad de los señoritos del ABC, al que el pobre firmante se adscribe y por eso escribe, no al dictado, sino de forma dictatorial, ofendiendo lo que puede, con imprecisiones impropias de un profesional.

Claro que el firmante reconoce que no estudió mucho en la Facultad. Por eso quizás es incorrecto, que es el primer precepto de la redacción periodística. Ni acierta en escribir bien mi nombre, ni cita correctamente las teorías, ni entiende para el caso el sentido de la Espiral del Silencio, ni son verdad muchas de las afirmaciones que asevera sobre mi labor académica. Lo normal, vamos, en los adoradores de Inda. Nada nuevo bajo el sol.

Pero ya que la mala praxis es lo habitual en el periodismo hoy día, y no van a rectificar, probablemente el supuesto periodista no fue a las clases de Deontología Informativa por excesivamente teórico y normativo, permita el lector intervenir para dejar sentado públicamente el sentido de las ocurrencias, por tratar de ser elegantes ante las tropelías cometidas por el autor, que habla de oficio, y niega la función de la educación superior, que califica la Facultad de Comunicación en la que se formó como un espacio teórico con apenas dos profesores que sabían qué era el Periodismo: López Hidalgo –amigo personal– y Ramos Espejo.

Debería informarse bien antes de hacer afirmaciones gratuitas. El objeto de su estrategia de deshonra no solo tiene carnet de periodista: desde los 18 años he trabajado en prensa local, periódicos culturales especializados, radios municipales, en la cadena SER, en producciones audiovisuales y como jefe de prensa de organizaciones sociales. Aún hoy ejerzo en varios medios el oficio, como esta columna de Andalucía Digital.

Pero pareciera para una mentalidad obtusa que la teoría es lo contrario de la práctica y que un teórico de la comunicación nada ha de saber de la práctica informativa. No es el caso. Tampoco se aprende más sirviendo cafés en el ABC o dentro de los medios, donde no hay tanto magisterio como se presume y, lo que es peor, falta concepto y visión general, que es lo que aporta la universidad, por ejemplo, para no incurrir en vulneración del Código Deontológico de la FAPE.

Debería saber que hay normas y, en la teoría de los géneros, el profesor López Hidalgo seguro que le explicaría –conozco bien su obra– que los artículos de opinión no son para decir lo que a uno le venga en gana o para descargar opiniones infundadas. Hay un arte de la retórica y de la argumentación que falta en su artículo, como se falta a la verdad.

Empieza hablando de persecución a ABC de Sevilla. Si hubiera visto el video de la intervención, que no lo hizo, por escribir de oídas, sin escuchar atentamente, comprobaría que literalmente afirmé que Anibal González fue muy maltratado por los amigos del ABC –se entiende que por la oligarquía económica y política local, lea la historia–.

Por cierto, el ABC sí existía antes que la edición local. Otra mentira: nunca hablamos de ABC de Sevilla. Y para rematar la batería de inexactitudes en su campaña de desprestigio abunda en la idea central de un ataque a ABC de Sevilla. En el mundo al revés, los verdugos se presentan como víctimas sin pudor.

Si se hubiera informado bien, podría comprobar en las propias páginas de su periódico que, como decano, colaboré activamente con ABC de Sevilla, como con todos los medios, sin distinción ideológica o línea editorial; que recibí a autoridades religiosas, aun siendo partidario del laicismo.

En los cinco años al frente de la Facultad de Comunicación organicé varias actividades y exposiciones de ABC y sus directivos fueron invitados en todo momento; incluso organizamos un panel de aniversario del diario con Antonio Miguel Bernal y el por entonces director Álvaro Ybarra, el mismo que empezó una causa contra mi persona simplemente por acoger un acto del teniente de alcalde Antonio Rodrigo Torrijos, víctima del lawfare, para denunciar las manipulaciones del medio.

Nunca en público, siendo decano o no, ataqué al ABC. Y mire que hay razones sobradas para ser crítico con un medio que colaboró en los crímenes de lesa humanidad del franquismo, que ocultó la corrupción de la Casa Real, que hizo apología del nazismo y del fascismo con campañas de ensalzamiento de Hitler y Mussolini en sus portadas y páginas interiores.

Pero sí que fui víctima del diario, mucho antes, cuando, como simple académico, cobré del Ayuntamiento –como otros destacados intelectuales– 200 euros por un taller de capacitación. El diario nunca contó que fuimos muchos de los citados, como Joaquín Herrera y yo, quienes trabajamos gratis en los Presupuestos Participativos de Sevilla sin recibir honorario alguno.

Tampoco se esmeraron mucho cuando, en plena campaña electoral, titularon a toda página: Marxista, chavista e investigado en Ecuador por mal uso de fondos públicos. Todo cierto, a decir verdad, pero digo yo que por respeto al proceso de elección no es lo más apropiado, salvo que la intención de la noticia no sea otra que favorecer en la disputa el segundo escaño de VOX y, por tanto, el gobierno de la nación.

No se explica de otro modo el perfil que hizo Mercedes Benítez en el que no le quedó más remedio que reconocer los méritos y prestigio internacional que como académico he tenido a lo largo de mi dilatada trayectoria para, acto seguido, descalificar como docente mi trabajo por hablar de cosas incomprensibles para el ABC como la Teoría de la Aguja Hipodérmica –que vuelve a recordar el supuesto columnista, que no sabe aplicar las reglas del género de opinión– o por abordar debates contemporáneos de la revolución digital, como el Capitalismo Cognitivo, todo ello documentado en una web de dudosa fiabilidad. En fin, sin comentarios.

Para un medio que hace bandera de la falta de ilustración, cualquier excusa es válida. Y el supuesto periodista hace gala de ello: con errores de bulto, con numerosas falsedades e inexactitudes, para difamar con dolo, con incorrección de forma y fondo en el registro de lo que debe ser un artículo de opinión, y lo que es más revelador: con la propia negación de su cualificación cuando, por desprestigiarme y ensalzar al ABC, termina por echar piedras sobre su propia titulación y formación académica. Y es que no hay peor necio que el que no quiere aprender.

Si al presunto periodista le parecen absurdas las clases, podemos comprobar que, desde luego, estudiar no estudió mucho, porque ni sabe de lo que habla, ni tiene sólida formación científica y parece ser que las clases de Redacción Periodística tampoco las siguió con mucha aplicación. La de Códigos y Valores Profesionales sabemos que no. Pero no saber escribir una columna de opinión respetando las reglas del oficio ya dice mucho del personaje. Lo dicho, malos tiempos para la profesión cuando la ignorancia es norma de referencia y la impunidad, rutina.

 

Sumar trabaja en la creación por ley de un fondo estatal contra la exclusión en los barrios vulnerables

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El diputado de Sumar por Sevilla, Francisco Sierra, lleva meses, junto con sus compañeros andaluces, manteniendo encuentros con los vecinos y vecinas de los barrios más vulnerables de la comunidad. Es en Andalucía donde se acumulan las zonas con peores indicadores de renta de todo el país, según el INE.

«Además de la España vaciada tenemos espacios urbanos en todo el territorio nacional, en Andalucía especialmente, en los que el Estado no está. No está para los servicios públicos», afirma Sierra en un encuentro con Público.

«Hay varios sesgos de la desigualdad muy brutales, uno tiene que ver con la clase, que históricamente conocemos; está también el de género, del que somos cada vez más conscientes en la política y en las políticas públicas. Y otro está en donde vives. Según tu código postal ya estás condenado a un itinerario de vida«, añade.

De esos trabajos con representantes vecinales ha surgido, explica Sierra, la idea de presentar un proyecto de ley en el Congreso en el que se recoja la creación de un fondo del Estado, que estaría vinculado a los presupuestos generales, es decir, contaría con una financiación anual, para combatir la exclusión.

Al reparto de ese dinero podrían optar todos los barrios del Estado en situación de vulnerabilidad –los parámetros y detalles irían recogidos en un reglamento–. Lo que pretende Sumar es que cualquier zona urbana desfavorecida, no solo en ciudades sino también en entornos rurales, pueda, mediante un trabajo desde abajo y con la colaboración de los ayuntamientos y comunidades autónomas, dar lugar a un plan integral específico y propio, que el Estado financiaría.

Por la red circula un manifiesto impulsado por entidades vecinales y titulado Por una ley integral de barrios vulnerables. En él se recoge lo siguiente: «Nos proponemos la elaboración y aprobación de una Ley de Barrios Vulnerables en esta legislatura que apruebe un Fondo de Recuperación Urbana, Ambiental y Social para evitar el riesgo de fractura social y hacer frente a la crisis ambiental».

El programa electoral de Sumar recogía la «creación de un programa estatal para los barrios vulnerables» que «pondrá a disposición de las comunidades y de los ayuntamientos los recursos y el apoyo necesario para desarrollar estas intervenciones a través de convocatorias anuales de ayudas directas«.

La idea que plantea Sierra profundiza en esa promesa electoral: «Vimos [durante el trabajo con los vecinos] –explica– que era necesario un proyecto de ley que fuera integral, en el que colaboren los ayuntamientos, las autonomías y el Estado, y que sea interdepartamental. Los diagnósticos que hemos hecho en los barrios que hemos visitado [nos dicen que] es que los proyectos [planteados hasta ahora] son fragmentarios, discontinuos».

«El objetivo fundamental –agrega el parlamentario– es un proyecto que sea una política de Estado. Hicimos un equipo técnico los diputados de Andalucía, con el objetivo de lograr un diagnóstico participado; no queríamos una prueba de laboratorio».

«Dijimos: vamos con los vecinos, que nos van a decir seguramente lo que ya sabemos, en algunos casos, desde hace más de 30 años. Pero vamos a construir con ellos y esto es el resultado de lo que ha salido: la ley surge desde la iniciativa parlamentaria pero se edifica con diálogo y desde una escucha activa real«, reivindica Sierra.

La arquitectura del fondo

Así cuenta Sierra a Público la arquitectura de ese fondo: «Gran parte de las competencias para [ejecutar] un plan integral para un barrio son municipales y autonómicas. Hemos estado dándole vueltas y hemos optado por un modelo similar a los fondos Feder, que es un modelo concursal. Es la única manera en que el Estado puede disponer de fondos y programas, que con la participación de ayuntamientos y autonomías, puedan lograr el objetivo final, que es cambiar los barrios».

«Hay otros dos elementos importantes –agrega el diputado–. Las Comunidades tienen que cooperar. Como en la ley de dependencia [se habilitaría] un sistema de lealtad institucional, de cooperación institucional, esto hay que garantizarlo en la ley. Y un elemento que queremos introducir es que haya una participación vecinal, que los vecinos no estén como destinatarios, sino que puedan participar en el proceso».

La idea de base la resume Sierra de este modo: «Ahora que tratan de destruir las bases del Estado del Bienestar, la sanidad, la educación, lo que queremos nosotros es ampliarlo y atender desde el Estado políticas avanzadas».

El meollo es, en efecto, esa partida, que, de ser aprobada, garantizaría continuidad y flexibilidad en los proyectos. ¿Cuánto podría destinarse cada año a estas políticas? «La parte más delicada va a ser esa: dotar un fondo», asume Sierra. «Como política del Estado del Bienestar –agrega–, habría una cuantía en los Presupuestos Generales del Estado (PGE) que están dotados para lograr continuidad. Esta política hay que seguir peleándola. Tendríamos un marco de ley al que podrían apelar los vecinos y, si la sacamos adelante, sería una obligatoriedad establecer esos fondos».

«Queremos –añade el diputado de Sumar– que un único fondo integre todo: todas las variables que formen parte de una partida y así evitar la dispersión de esfuerzos. Las cantidades de dinero anuales en los PGE las tendríamos que negociar como una política de Estado, como sucede con la ley de dependencia: hay unas partidas específicas anuales para este programa. Este es el compromiso que tenemos que establecer».

El proyecto, para ver la luz, aún tendría que superar varias fases. Primero, cerrar los detalles con las organizaciones vecinales. Después, registrar la proposición de ley en el Congreso –para lo que se necesita consenso en la coalición– y, posteriormente, en su caso, negociarla con la mayoría de la investidura. Un complejo plan, que requeriría del apoyo de numerosos grupos parlamentarios, de diferentes sensibilidades.

«Va a ser difícil, pero tenemos que empezar. Lo estamos concretando con los vecinos y esperamos que sea política pública, de Estado. Nuestra hoja de ruta es el mes de junio. Nos faltaría terminar los diagnósticos y mantener un encuentro, porque todavía tenemos que hacer ajustes en los documentos, con los vecinos. Y después, hacer el registro», afirma Sierra.

Flexibilidad y trabajo con los vecinos

Rosario García, portavoz de la Plataforma Nosotros también somos Sevilla y vecina del Polígono Sur, explica que, en efecto, han estado desde el principio tratando con Sumar sobre este proyecto. Después de muchos años de promesas y de planes que no han terminado de solidificarse, García no pierde la ilusión. «Yo no sé alguna gente, pero yo no la voy a perder«, afirma, mientras comparte un café con el diputado Sierra y con Público.

«El proyecto tiene que mirar de cara a las necesidades que tenga la gente«, agrega. Luego, García pone un ejemplo: «El Polígono Sur no tiene las mismas características que Torreblanca [otro barrio vulnerable de Sevilla]. Mucho depende del Estado».

García plantea también que la ley debe permitir la flexibilidad en los planes: «Hay que conocer a las personas, hacer un plan que trabaje con las personas, sabiendo la realidad que tienen. En un despacho, es muy bonito el proyecto, pero cuando se lo presentan a Juan, no tiene nada que ver con la necesidad de Juan. Los proyectos [no] se [pueden] plantear desde un laboratorio y que se diga, Juan, esto es lo que hay que hacer con él».

Explica Sierra: «La ley va a ser la misma para todos, pero el plan cambiará según el barrio. Un plan integral por barrio: eso permite ese concepto de flexibilidad y adaptabilidad que decía Rosario García. La ley va a ser general, lo que da es un fondo y un marco normativo para cada territorio. Lo que va a hacer un barrio de Almería, de Bilbao o de Sevilla no va a ser lo mismo: va a ser distinto. Entonces, se hará el plan integral de acuerdo a la casuística«.

«Aquí se hace hincapié en rehabilitación de vivienda y seguridad y a lo mejor en otro barrio interesa más la educación y el empleo. El plan integral se construye desde el territorio. Al ser por concurso, se permite esto, construyes el proyecto y lo haces con los actores«, agrega el parlamentario de Sumar.

«En cada caso, hay que ver», afirma Sierra. «Esto es lo difícil: crear una comisión en la que colaboren las distintas administraciones. Esa es la idea. El plan, en cada caso, tiene que abordar todos los elementos. En el caso del Polígono Sur hay competencias de Interior muy claras», reconoce.

García añade: «Desde la plataforma no queremos que ningún barrio se quede fuera. Que en tal barriada, el Ayuntamiento tendrá que ver junto con la [administración autonómica] y el Estado y los vecinos cómo arreglan las cuestiones. Así lo veo yo. Lo que queremos es que todos los barrios a nivel del Estado salgan de esta situación. Las personas tenemos que vivir dignamente. Y punto«.

Sobre las razones por las que en Sevilla el plan integral que se elaboró para el Polígono Sur no ha terminado de cuajar por completo, García asegura: «No se ha cumplido. Estuvimos dos años para elaborarlo, comisiones de barrio, dos años escribiendo las necesidades, se aprueba el plan integral, se nombra al comisionado, pero luego no se trabaja integralmente«.

«Se han hecho cosas, claro», agrega. Pero pone este ejemplo: «Hay entidades que han hecho proyectos, que han trabajado con la abuela y luego con la hija y ahora con los nietos. Si yo trabajo con la abuela es para que sea capaz de sacar adelante a la familia y no para que su hija entre en el programa después. Si se repite eso, es porque no ha dado el resultado«.

Entrevista a Francisco Sierra (Sumar): «Hay que cambiar la matriz productiva de Sevilla, que no dependa solo del turismo»

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Francisco Sierra proviene del mundo académico, concretamente de la Universidad de Sevilla, pero asegura que en un «momento histórico» como el actual, no podía eludir la responsabilidad que le propuso Yolanda Díaz para encabezar la lista de Sumar por Sevilla en las próximas elecciones generales del 23 de julio.

¿Qué le hizo aceptar la propuesta de Yolanda Díaz para encabezar la lista por Sevilla?

Sumar representa un hito histórico de unificación de la izquierda, un proyecto regeneracionista y reformista. El compromiso con construir una alternativa, el compromiso de los que nos hemos estado dedicando a la academia y que hablamos de la necesidad de conocer para transformar y transformar para conocer. Es evidente que el liderazgo de Yolanda se ha traducido en mejoras para la gente, concretas, reales, de salario, de pensiones, de política de estabilización… En este momento, que es histórico, clave, que nos jugamos una década de políticas de progreso, no puedes eludir asumir esa responsabilidad, para mí inédita porque he estado siempre en el mundo de la Universidad. Con esa ilusión y ese entusiasmo lo asumimos, pensando también en clave andaluza.

Fue usted mediador social en las negociaciones de la izquierda en Andalucía para las elecciones autonómicas, un pacto que llegó in extremis, con Podemos jurídicamente fuera y con unos resultados en las urnas que no fueron los esperados. ¿Qué aprendizaje sacó de aquello?

Ahora no hemos tenido esas dificultades tan extremas. Creo que las lecciones sirven para aprender. Y la ciudadanía tiene claro que la unidad debe ser estratégica, un proyecto unitario a largo plazo, no una coalición electoral de coyuntura. Lo segundo y fundamental es que estamos en un universo político de una realidad compleja que necesita la diversidad, pero también la unidad e integración. Y dentro de esa diversidad de fuerzas, programáticamente estamos trabajando juntos para un proyecto de país. La experiencia andaluza ha servido para tener eso presente. Y también los resultados de las elecciones municipales. De manera separada es difícil que se sume. La experiencia andaluza sirvió para demostrar que yendo juntos las condiciones mejoran.

¿Cuál es su postura sobre la ausencia en las listas de Irene Montero que tanta polémica ha generado?

Es una contradicción porque la gente siempre insiste en que quiere caras nuevas. Si hay otras personas, yo por ejemplo no estaría encabezando las listas en Sevilla. La democracia implica también rotación en los cargos, nadie somos imprescindibles. Podemos tener un papel de mayor o menor relevancia, pero lo importante es el proyecto colectivo, y yo pondría el acento justamente en el proyecto común, no en personas. Uno de los problemas de la política hoy día es el hiper personalismo. Esta campaña no es de Feijóo ni Sánchez. En el caso de Sumar estamos hablando de construir un proyecto de país entre todos. Lo demás debe ser irrelevante.

No cree entonces que eso les pueda pasar factura en las urnas.

Estoy convencido de que no por las sensaciones de apoyo, de entusiasmo, de compromiso por parte de la gente. Hemos tenido encuentros en los que se nos acerca gente para colaborar, no como interventor o apoderado, sino para hacer campaña. Gente que estaba estos últimos años desconectada y que no estaba trabajando en clave de movilización política. Es decir, hay un proceso de movilización muy claro, ascendente, emergente y, en ese sentido, va a haber sorpresas, porque Sumar, frente a lo que aparece en las encuestas, va a tener unos resultados muy superiores.

Hablando de encuestas. Algunas les sitúan como tercera fuerza, ¿ven posible la mayoría absoluta con el PSOE?

La encuesta del CIS nos sitúa en una horquilla 43-50 y yo, por intuición y viendo qué está sucediendo en Andalucía, creo que vamos a ir a 50-60. Probablemente no va a dar para una mayoría absoluta solo con el PSOE y Sumar, pero nosotros estamos pensando en ser alternativa de Gobierno y no nos conformamos con los datos del CIS. Intuimos que conforme avance la campaña va a haber una mayor identificación con el proyecto, porque estamos haciendo una campaña en positivo y con propuestas concretas. No vamos a estar en la confrontación, salvo para recordar las incoherencias de atacar duramente la reforma laboral y señalar posteriormente que la dejarías porque los datos han sido positivos.

La movilización siempre ha sido clave para la izquierda. ¿Cree que conseguirán la suficiente el 23 de julio?

Nosotros empezamos ya en precampaña a ir a las plazas, a los pueblos, a los espacios públicos. Es verdad que las fechas son difíciles desde el punto de vista climatológico, pero vamos a ampliar ese espacio público, que no son solo los medios, son las calles, plazas, mercados, centros de salud, puestos de trabajo… Esa actividad que había perdido peso frente a la dimensión mediática o los grandes actos. Y la respuesta está siendo muy positiva, la gente llega, se quiere inscribir, quiere formar parte de Sumar y esa es la forma más fácil de movilizar.

Sumar planteó cuatro medidas a la JEC para hacer frente al calor el 23-J. ¿Teme particularmente en Sevilla una baja participación por este motivo?

Tenemos leyes que deben adaptarse. El cambio climático va a implicar transformaciones en la economía, la vida cotidiana y también en los procesos políticos electorales. Nuestra propuesta es de sentido común porque la climatología de Sevilla no es la de Bilbao y atrasar el horario de votación es garantizar la participación democrática. Aparte, pensamos que los actos políticos deben ser más cercanos, de escucha activa, y vamos a seguir haciéndolo, en las horas que se pueda, con multitud de actos sectoriales, en territorios, en pequeños grupos, intentando dialogar y no tanto pedir el voto de manera activa. Porque la ciudadanía tiene una cierta desafección por la política, porque no se la escucha, se la convoca solo a votar.

Aunque dice que no quieren pedir directamente el voto, le pido tres razones concretas para que los sevillanos elijan la papeleta de Sumar.

Sevilla tiene unos índices de pobreza, desigualdad, desempleo y precariedad de los más altos de España. Una razón es obvia: las políticas de Trabajo lideradas por Yolanda Díaz han mejorado la vida de los sevillanos y de todos los españoles. Pensiones, subida del salario mínimo interprofesional, estabilidad en el empleo en sectores como el sector servicios, que es hegemónico en la estructura económica de Sevilla. Es decir, sabemos gobernar para la mayoría. Segundo, tenemos un proyecto político no para cuatro años, sino para diez, de mejoras en políticas sociales, trabajo decente, propuestas muy concretas para sectores muy vulnerables, jóvenes y mujeres. Por ejemplo, la reducción de la jornada laboral y la herencia universal. Tenemos que pasar del Estado de malestar, que es lo que hemos tenido en España, a un verdadero Estado de bienestar como modelo de referencia, como el nórdico. Y tercero y fundamental, tienen una garantía que no tiene ninguna formación política, que es Yolanda Díaz y las gentes que componemos Sumar. Lo que decimos lo hacemos, lo que proponemos lo llevamos a la práctica y esa es una diferencia sustancial en campañas en las que se plantean todo tipo de propuestas de saldo. Por eso el voto a Sumar es decisivo. No pedimos el voto útil, pedimos el decisivo, porque si tenemos esa fuerza política para establecer agenda de Gobierno, lo vamos a llevar a efecto y vamos a cumplir, como hemos hecho.

Dicen que estas elecciones van de mejorar la vida de la gente. ¿Qué medidas concretas proponen para paliar a corto plazo el alza de los precios?

Hay medidas concretas sobre la subida del euríbor y la hipoteca, ayudas para favorecer a las familias. Con la excepción ibérica hemos mejorado notablemente y tenemos los mejores indicadores de la Unión Europea, pero queremos intervenir en la distribución de la alimentación y la cesta de la compra para que las grandes distribuidoras no se beneficien de manera ventajista en una crisis como la que se ha generado con el conflicto en Ucrania. También regulación de las energéticas para que el precio de la luz no perjudique la economía doméstica. Tenemos un proyecto muy concreto y es que el poder adquisitivo de los trabajadores de las clases populares no se agote el décimo día del mes.

¿Y si hablamos en concreto de la provincia de Sevilla?

Creo que tenemos que cambiar la matriz productiva. No puede ser que una provincia, ni Andalucía en general, dependa del turismo y del sector servicios. Necesitamos hacer una política industrial, invertir y reforzar el sector agroindustrial, que es un sector de futuro. Y evidentemente la transición ecológica. Hemos tenido en Sevilla y Andalucía empresas, investigadores e ingenieros medioambientales que han estado a la vanguardia del conocimiento. Y ese conocimiento hay que ponerlo en valor, como la economía social.

La propuesta de una herencia universal ha generado polémica al no tener en cuenta el nivel de renta familiar. ¿Puede explicarlo?

Todo derecho básico, como la salud y la educación, tiene por definición que ser universal. Nadie cuestionaría que la Universidad pública sea gratuita y que se beneficien de ello las rentas altas. Con la herencia universal acometemos problemas graves que tiene la sociedad española. Los jóvenes tienen un problema de inserción, de desarrollo de futuro, de ilusión, y hay que crear ventanas de esperanza. Aquí no se asigna automáticamente un cheque regalo cuando nace un niño, hay un proyecto de acompañamiento, de política pública, de formación, para que los jóvenes de los barrios pobres tengan la posibilidad de proyectar con un capital su proyecto de vida. Se está explicando como si saliera del presupuesto público y no es así. Se va a gravar a las grandes fortunas, con una visión redistributiva. Es una solución muy integral, de propuestas que se vienen debatiendo desde los años 90 en el tema de la renta básica universal, que al final vamos a tener que asumir para que haya condiciones de vida para todos. Nosotros nos consideramos una fuerza de la vida y de la libertad y tener una herencia universal permite a jóvenes que no tienen libertad, porque están determinados por la necesidad, construir su proyecto de vida.

¿Qué otras medidas proponen para que Sevilla deje de tener los barrios más pobres de España?

Si hablamos de los Barrios Hartos y de la situación que están viviendo con el suministro eléctrico y los apagones, somos partidarios de una regulación de los operadores del sector hidroeléctrico, tenemos que tener un operador público, igual que hemos defendido históricamente la banca pública, porque es la garantía de que los tipos de interés y las condiciones que establecen el oligopolio bancario o el eléctrico no se impongan sobre los ciudadanos. Hay que dignificar estos barrios con infraestructuras y equipamientos. Descentralizar la administración pública implica también pensar en estos barrios. Un plan estratégico de Sumar tiene que ver con mejorar la vida de la gente, con la justicia y la igualdad social, y políticas muy activas para que tengan recursos. Tenemos que ir a un modelo distinto. La administración debe modernizarse.

¿Para cuándo infraestructuras imprescindibles que llevan años de retraso en Sevilla?

Tenemos propuestas para la mejora del sistema de transporte público, porque es necesario para la movilidad, pero también es una forma de bienestar indirecto que el ciudadano percibe. Uno de los problemas de la pobreza es la movilidad. La primera manifestación de la exclusión es la inmovilidad social, la imposibilidad de desplazamiento en la urbe. Tenemos un programa de transporte sostenible desde el punto de vista del cuidado del medio ambiente, de fomentar la transición energética frente al uso indebido del transporte privado; de recuperación de servicios públicos que están siendo deteriorados, como los de Renfe; y, evidentemente, un proyecto político. El compromiso que asumo es con Andalucía y, en este caso, con un plan andaluz de mejora de infraestructuras, de conexiones interprovinciales, de desarrollo. El Corredor del Mediterráneo, el Puerto de Algeciras, que podría ser el principal de Europa… Vamos a exigir esas infraestructuras estratégicas. Y la descentralización de equipamientos del Estado. Necesitamos que la descentralización sea más integral. Esta idea de concentrar todo en Madrid no es ni sana ni saludable ni tampoco necesaria.

¿Cree que Andalucía tiene la suficiente voz en el Congreso?

Actualmente no, pero Sumar Andalucía va a tener voz y agenda andaluza que va a plantear en el Congreso. Empezando porque es la única candidatura de todas las que se presentan en el espacio andaluz netamente andalucista. Nosotros tenemos varias señas de identidad: ecologista, feminista y también andalucista. Por tanto, vamos a pedir tener una agenda andaluza con todos los diputados y vamos a plantear programáticamente tanto en los acuerdos de Gobierno, si hay coalición, como en los debates parlamentarios, iniciativas legislativas pensando en clave andaluza. Por tanto, va a haber voz andaluza y va a ser la primera vez que se plantearán debates desde la perspectiva y necesidades que tiene el pueblo andaluz.

Dice que es la única fuerza andalucista, pero está Adelante Andalucía, aunque va por separado ¿Les ofrecieron sumarse al proyecto?

Creo que los procesos tienen que ir madurando y después del 23-J queremos abrir un espacio de articulación con todas las fuerzas que no están todavía incorporadas a Sumar Andalucía, y por supuesto, hablaremos con las compañeras y compañeros de Adelante Andalucía para construir un proyecto de país en esa línea. A partir del 24 esperamos poder tener un espacio de diálogo, de reflexión y de construcción de qué queremos para los próximos tres años en Andalucía, qué cambios, qué transformaciones, qué programa y qué tipo de movimiento político social podemos articular. Confiamos en que sean receptivos y se puedan incorporar al proyecto.

Ha resumido la campaña de Sumar en «sumar, contar, coser y cantar». ¿Qué significa?

Sumar, porque más allá del acuerdo entre los 15 partidos a nivel estatal, pretendemos un proceso de construcción. Y, aparte de escuchar, vamos a ir sumando gente, todas esas sensibilidades que necesitan un referente político. Contar, pero no cuentos, porque estas campañas sirven para contar muchos cuentos. Nosotros vamos a contar lo que vamos a hacer, con una diferencia, que lo que decimos, lo hacemos. Coser, porque es una imagen de la que tenemos que aprender de nuestras madres andaluzas en los patios, conversando en común, tejiendo. Esa imagen nos representa porque vamos a ir estableciendo vínculos con los sectores sociales, sindicatos, la economía social, movimientos feministas, ecologistas. Y cantar, porque somos de la pedagogía de la esperanza, estamos ilusionados, vamos a mejorar las condiciones de vida de la gente, vamos a ganar, a tener un proyecto histórico para una década. Hay que cantar porque no podemos construir un proyecto de esperanza si no es con la música del corazón, de la cabeza y de la inteligencia, y eso es construir lo común. Somos una fuerza de la vida y de la alegría. No podemos cambiar la vida sin alegría.

“Sumar, contar, coser y cantar”: Sierra presenta en Sevilla un proyecto político “para ganar un país”

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Rodeado del resto de la candidatura, el catedrático de Teoría de Comunicación de la Universidad de Sevilla y número uno de Sumar por Sevilla al Congreso de los Diputados, Francisco Sierra, ha presentado una candidatura al 23J “con una clara identidad andalucista y unos componentes plurales” con la que, afirma, “venimos para ganar”. Sierra ha atendido a los medios en la capital andaluza, en la Torre de los Perdigones, y ha trasladado el mensaje de que se llevarán el gato al agua porque se trata de una “alternativa plural y de progreso para Andalucía y para Sevilla”. “Digamos que nuestra campaña se puede resumir en sumar, contar, coser y cantar”, ha defendido Sierra.

“Sumar”, ha enumerado, “porque estamos ampliando la base electoral y ciudadana” que además, “están respaldando estas propuestas de candidatura de las fuerzas de la izquierda”. “Contar” porque “no vamos a contar cuentos, vamos a hacer lo que decimos y decimos lo que vamos a hacer”. Además, ha defendido que “esa coherencia ya se ha traducido por parte de la vicepresidencia del Gobierno en cuestiones sustanciales de derechos laborales y de conquistas del Estado de bienestar”. “Vamos a contar lo que es necesario para el país, en este caso, para Sevilla y Andalucía”, ha remachado

Sierra ha hablado de que necesitan también “coser” o “tejer” porque “no estamos en un momento para retrocesos históricos, por eso vamos a tener que tejer en los territorios, los pueblos de Sevilla, las alianzas y los vínculos con la con la ciudadanía”. Y, por último, “venimos a cantar, somos la propuesta de las pasiones alegres” porque “somos una propuesta que suma con alegría y que venimos aquí a cambiar la vida, a cambiar la realidad de la gente”.

“Un proyecto político contundente”

Francisco Sierra ha demostrado “confianza plena” en el proyecto político con el que se presentan al próximo 23J. Defienden una propuesta de transición energética avanzada progresista ante “una situación de alerta climática”. Otro modelo de jornada laboral, con “una reducción de jornada sin pérdida de salario”, ya que “queremos crear empleo, pero empleo digno y también una vida digna de ser vivida”. Así como también ha defendido la importancia de “propuestas sobre los ejes estratégicos de lo que va a componer el papel de Andalucía, el encaje para la cohesión territorial”. “Estamos hablando de bonos para la vivienda, de posibilidad de desarrollo para los jóvenes, la alternativa de futuro para las mujeres de políticas de igualdad, de Justicia y de derechos”, ha concluido.

Engracia Rivera, número dos de la candidatura, también presente en esta charla con los medios, ha defendido que desde Sumar vienen a “hacer frente a los que quieren que retrocedamos y perdamos derechos” por lo que, ha continuado, “lo más importante para nosotros y nosotras ahora mismo es poner la vida en el centro, así como los derechos sociales de la mayoría”.

Isabel Franco Carmona, diputada en el Congreso por Unidas Podemos y ahora número 3 en la lista de de Sumar, ha querido agregar que son “un proyecto amplio” que tiene “las manos abiertas para toda la ciudadanía, para todas aquellas personas que tengan ilusión por cambiar las cosas”.

“Esta campaña no es tanto de hablar como de escuchar”

Sierra, preguntado por la prensa, ha resaltado que Sumar busca rearticular el voto que “no ha estado activo en las municipales” y, para ello, han defendido que la campaña “no es tanto de hablar como de escuchar”. Ha prometido ir a conversar con las asociaciones vecinales, organizaciones de trabajadores, asociaciones de vecinos y todos los sectores del territorio posibles.

Por último, espera hacer a los ciudadanos copartícipes de su proyecto “para que se sientan protagonistas del cambio”. “Ese es nuestro objetivo y en eso vamos a estar trabajando, en la cultura del diálogo”, ha defendido Sierra.